La gallinita Patisa se hallaba en apuros, estaba lejos de casa y no sabía dónde depositar el huevo. Y, todo, por hacer caso a Gazpachón, dueño y señor del gallinero. Se daba la circunstancia de que en el corral vecino había llegado una gallina de Guinea; Gazpachón había formado una comitiva para ir a visitarla.
Ella, en un principio, pensó que era arriesgado salir sin poner el huevo antes, pues sólo había puesto uno y no tenía experiencia ni recursos para salir del problema si llegaba el momento con apremio; no quería poner sus huevos en nidos ajenos; pero Gazpachón en su empeño de que se agregara al grupo, la había amenazado con repudiarla si no lo hacía, y, claro..., ella...
¡Pobre Patisa! ¡Co, co,coroco! -Y nadie venía en su ayuda. De pronto, al ver que era pollita tierna, se acercó el gallo del corral vecino:
--¿Qué te pasa, clarita pinita? Dile tú, a gallo Tuscón,
¿qué necesitas? Verás que amable y atento sabe ser con las pinitas pularditas como tú. --Corrió Patisa con sus dos patitas a toda prisa en cuyo esfuerzo y trasiego el huevo se le escapó y se rompió. El gallo Tuscón que corría tras ella, dio un frenazo, paró en seco, y se lo comió. --Ésto es seguro, -dijo para sí-, lo demás vendrá después.
¿qué necesitas? Verás que amable y atento sabe ser con las pinitas pularditas como tú. --Corrió Patisa con sus dos patitas a toda prisa en cuyo esfuerzo y trasiego el huevo se le escapó y se rompió. El gallo Tuscón que corría tras ella, dio un frenazo, paró en seco, y se lo comió. --Ésto es seguro, -dijo para sí-, lo demás vendrá después.
Moraleja para gallos de corral: Cuida a tus gallinas ante gallos de otros gallineros.
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