lunes, 27 de mayo de 2019

La vaquita Felisa






La vaquita Felisa





A la vaquita Felisa
cuando salía a pastar
siempre le daba risa.

Todas las moscas del prado
tenían la preferencia
de posar sobre su rabo.

Ella al verlas lo movía;
 ver como ellas saltaban,
¡lo que más le divertía!

Ciclusa que era una mosca
venida de la ciudad,
le pareció cosa tosca.

Fue y le dijo a su vecina
que la vaquita Felisa
pecaba de no ser fina.

Que teniendo invitadas
era mal comportamiento
hacerles vapuleadas.

Pues les faltaba al respeto
y sería más adecuado
dejar ese rabo quieto.

Con mucha serenidad
Felisa le ha aconsejado...
¡Que se vaya a la ciudad!

María Encarna Rubio






domingo, 26 de mayo de 2019

Peregrinando

Después de los escollos
vine a la playa.
Después de la tormenta
viene la calma.
Se suceden los días
y van pasando.
Lo bueno y lo malo
nos va llegando.
Paciencia necesita
el peregrino.
Pasito a pasito andando
hace el camino.
Y llegado a su meta
va repasando.
El trabajo que cuesta
llegar andando.
Nada cuesta trabajo
cuando está hecho.
Ha llegado a la meta
con gran provecho.

 M. E.Rubio González 

sábado, 18 de mayo de 2019

Carta a mi amor platónico

Amado J V:
Sé, estoy totalmente segura de que ocupas un lugar destacado en ese otro que todos los nacidos en este alucinante planeta tenemos prometido.
   Soy una espléndida mujer, maravillosa, bella por dentro y por fuera, de setenta y ocho años maravillosos, quién no me conoce me sitúa en la década de los cincuenta. Si me conocieras me amarías.

Soy nacida en un pueblo, gentil e increíblemente hermoso, de la comunidad murciana, y a pesar de ello, me encanta la paella valenciana, el pote gallego, el cocido madrileño, la escalivada catalana, y no te digo nada del turrón de Alicante y de toda la gastronomía murciana, que es un verdadero placer degustar.

El motivo de mi carta es debido a que, sobre mi mesa me espera, humeante, un generoso plato del ya mencionado pote gallego, que regenera el cuerpo y el alma, y mientras espero a que humee un poco menos, se me ha ocurrido coger un libro de una colección de libros tuyos que tengo, y me ha venido a la memoria, el bendito momento en que llegó a mis manos el primer libro tuyo. Quedé alucinando con "Las Aventuras del Capitán Hatteras". Luego vino otro, y otro... Hace mucho tiempo de esto, pero desde entonces te amo, te admiro e intento aprender de tu manera de escribir...Claro que yo no tuve la suerte de nacer en un momento ni lugar adecuado para tener la formación privilegiada que tuviste tú. Soy autodidacta en casi todo lo que hago. Ahora que tengo tiempo y los medios para seguir tus pasos lo intento, pero no hay punto de comparación. Por eso me dirijo a ti. Por si puedes echar un cable a esta admiradora que te ama desde que era casi una niña.
Espero recibir una señal de que has recibido mi carta... Un mensaje...En un sueño, algo que me indique que estás interesado en conocerme.
Te ama de modo incondicional  M. E. R. G.

viernes, 17 de mayo de 2019

Cambio climático



—¿Conoces a doña Anselma de Trujillo?

—No. ¿Quién es esa señora?

—Mi vecina. ¡Pásmate! A los setenta años va a ser madre de gemelos.

—¡Jesús me valga! Y... ¿Cómo está ella?

—Pues... Contenta, muy contenta. Prepara los cochecitos y las cunitas con tanta ilusión y cariño como lo haría una joven de veinte.

—¡Dios mío! Será la comidilla del pueblo.

—No se habla de otra cosa.

—¡Vaya, vaya! . Si que es extraordinario.



     Estos y otros comentarios por el estilo andaban de boca en boca de los habitantes de "Toca Nueva del Trueque". La anciana Anselma, más conocida por la tía Quinina, al no encontrarse bien y lucir un vientre descomunal, fue a la consulta del médico. Este, le dijo después del reconocimiento, sin disimular su sorpresa, que estaba embarazada y que iba a ser madre de gemelos.



Mucho empeño puso el doctor en averiguar los métodos de que se había valido para conseguir su embarazo, pero no obtuvo una respuesta convincente.

Ella se obstinaba en decir que, desde siempre había rogado a Dios que le concediera el don de ser madre de gemelos y que por fin se había producido el milagro.



¡Risas y chistes por doquier! Las vecinas hacían chocolate y buñuelos e invitaban a la tía Quinina a merendar por ver si soltaba su secreto. Ella era una humilde viuda desde los cuarenta y siempre el colmo de la discreción.

Por fin una tarde que al chocolate añadieron un chorrito de anisete, la tía Quinina, poniéndose de pie sobre la silla donde estaba sentada, dijo:



¡Amigas mías! No temáis por el cambio climático. Traerá grandes sorpresas para todos; una de ellas será que, la que quiera tener hijos no necesitará obra de varón, solo tendrá que desearlo. El placer sexual quedará limitado. El que quiera seguir con ese procedimiento tendrá que renunciar a las excelencias intelectuales... Nada de Letras ni Bellas Artes.



jueves, 16 de mayo de 2019

Cambio climático


—¿Conoces a doña Anselma de Trujillo?
—No. ¿Quién es esa señora?
—Mi vecina. ¡Pásmate! A los setenta años va a ser madre de gemelos.
—¡Jesús me valga! Y... ¿Cómo está ella?
—Pues... Contenta, muy contenta. Prepara los cochecitos y las cunitas con tanta ilusión y cariño como lo haría una joven de veinte.
—¡Dios mío! Será la comidilla del pueblo.
—No se habla de otra cosa.
—¡Vaya, vaya! . Si que es extraordinario.

Estos y otros comentarios por el estilo andaban de boca en boca de los habitantes de "Toca Nueva del Trueque". La anciana Anselma, más conocida por la tía Quinina, al no encontrarse bien y lucir un vientre descomunal, fue a la consulta del médico. Este, le dijo después del reconocimiento, sin disimular su sorpresa, que estaba embarazada y que iba a ser madre de gemelos.

Mucho empeño puso el doctor en averiguar los métodos de que se había valido para conseguir su embarazo, pero no obtuvo una respuesta convincente.
Ella se obstinaba en decir que, desde siempre había rogado a Dios que le concediera el don de ser madre de gemelos y que por fin se había producido el milagro.

¡Risas y chistes por doquier! Las vecinas hacían chocolate y buñuelos e invitaban a la tía Quinina a merendar por ver si soltaba su secreto. Ella era una humilde viuda desde los cuarenta y siempre el colmo de la discreción.
Por fin una tarde que al chocolate añadieron un chorrito de anisete, la tía Quinina, poniéndose de pie sobre la silla donde estaba sentada, dijo:

¡Amigas mías! No temáis por el cambio climático. Traerá grandes sorpresas para todos; una de ellas será que, la que quiera tener hijos no necesitará obra de varón, solo tendrá que desearlo. El placer sexual quedará limitado. El que quiera seguir con ese procedimiento tendrá que renunciar a las excelencias intelectuales... Nada de Letras ni Bellas Artes.

jueves, 2 de mayo de 2019

El amor siempre es mágico

Resultado de imagen de imagenes de rosales en invierno
 En el jardín un rosal tiritaba de frío. Había fallecido el invierno y la primavera se hacía esperar: todas las plantas  permanecían sumidas en el letargo del otoño infiel y del invierno crudo.

Resultado de imagen de imágenes de pájaros volando
Por fin, una mañana, un sol radiante se filtraba a través de la neblina gris haciendo jirones de cielo azul y nubes que galopaban asustadas de su fuego incandescente. Todo se llenó de vida. Los pajarillos revoloteaban con una alegría en sus trinos que presagiaban citas de amor esporádico, ya que son segundos lo que duran sus contactos sexuales para la reproducción. 

 Esa misma mañana, cuando el rosal empezaba a desperezar sus ramas del largo entumecimiento, una gotas saladas vinieron desde lo alto a convertir su alegría en mal augurio. Eran las lágrimas de una adolescente que lloraba por la ingratitud de su primer amor mientras cogía rosas de un rosal: había comprobado que las  promesas que de amor que le hacía eran las comunes que hacía a otras chicas. Todo un mundo de ilusiones se le venía abajo. Ya nada tenía sentido para ella. Sus lágrimas eran torrentes que amenazaban con arruinar con su salada amargura la fertilidad del rosal.
Resultado de imagen de imagenes de primavera

 Éste, viéndose amenazado, brotó en un alarde de majestuosidad y belleza. La niña, asombrada al ver aquel milagro, pensó que no había que llorar cuando un amor muere. Igual que brota el rosal cada primavera, brota el amor y se renueva cuando  muere con la misma fuerza que la primera vez.   

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...