martes, 30 de junio de 2020

Pergeñar colmena y legendario



El Cid cabalga
Relato basado en tres palabras sin sobrepasar las setecientas: «pergeñar, legendario, colmena»

Por la inmensa llanura castellana, camino del exilio, El Cid cabalga. Hambriento, aterido por el frío de la noche y calcinado por un sol fulgurante por el día en la estepa solitaria, sin más amparo que la de su fiel caballo "Babieca" y la de su espada "Tizona". 

Rememoraba la imagen de Jimena que se afanaba en pergeñar lo poco que podía contener un hatillo.  
Se lamentaba:
— Rodrigo Díaz de Vivar, en la posteridad tus hazañas serán recordadas y tu nombre será legendario. 
 ¿Por qué se empeña el destino en ser protagonista de nuestras vidas? ¿Será que tiene envidia de tu nobleza y apostura y de mi devoción por ti?
Cruelmente nos separa y nos hiere sin saber que a pesar de tu destierro, nuestras almas van unidas con lazos que ni la misma muerte podrá romper.

 Sus lágrimas eran torrentes que bañaban sus mejillas. No sería fácil olvidar el calor de su abrazo y la dulzura de sus besos de despedida...
 ¡Adiós amor!
 —decía entre sollozos —. Te han desposeído de lo que más aprecia un hombre, su honor y su orgullo. Solo llevas como recompensa a tanto esfuerzo por servir a tu rey la más injusta de las humillaciones. Será duro tu transitar sin poder recibir ayuda: han decretado  pena de muerte a los que osen ayudarte desobedeciendo las órdenes del rey. ¡Dios mío! 
¡La historia te hará justicia y a él lo condenará!

El sol abrasador, el hambre y la fatiga, mermaban su capacidad de razonamiento. Ya estaba presto a dejarse vencer por el desánimo. Solo le mantenía el afán de supervivencia el recuerdo de su amada Jimena, que le decía con encarecida súplica: «¡Vive para mí, Cid Campeador!» 

Un halo de esperanza se dibujó en el horizonte de la basta llanura: una palmera se divisaba junto a una casona que se confundía con el paisaje, firme, vetusta, con orgullosa robustez que el tiempo en su transcurrir no conseguía doblegar. 

Cabalgaba Babieca con paso acompasado. Llegó el hidalgo al lugar a lomos de su corcel, con sigilo no exento de temor. 

El silencio más absoluto lo invadía todo.
 Desmontó de su cabalgadura y sujetó las riendas en una de las anillas que pendían de la pared. Por su aspecto, la casona parecía deshabitada.
 El portón estaba cerrado, pero el aljibe que se encontraba a escasos metros estaba lleno a rebosar de agua fresca y cristalina. Un algarrobo y una higuera ofrecían abundante fruto maduro.

Estaban saciando su perentoria necesidad de sustento el caballero y su montura, cuando un ruido estrepitoso les puso sobre aviso: desenvainando el Cid su espada se dispuso a cerciorarse de lo que acontecía; una puerta de servicio que daba paso al patio de la casona oscilaba sobre sus goznes con estrépito a impulso del viento.

Todo prudencia y cautela, se introdujo en el gran patio y anduvo inspeccionando todos los establos y aposentos del recinto.
 Un hallazgo que le llenó de regocijo le hizo dar gracias a la Divina Providencia por sus bondades: en un rincón había un saco con algunos kilos de trigo y un odre con restos de vino.
Se dispuso sin demora a caldear un horno que había en el exterior, y a hornear el trigo que quedó en perfectas condiciones para ser consumido directamente. 

Rendido, tornó a refugiarse a la sombra del algarrobo centenario, con bellas ramas, que nunca acusan la inclemencia del ardiente sol.  Un regalo para el caminante su fresca  exuberancia.

Un sueño profundo le invadió. Soñó que Jimena le ungía el rostro con agua de azahar y refrescaba su torso con suave caricia impregnada de cariño y contenido anhelo. Su duro lecho se hizo mullido y suave como el regazo de su amada.

Le despertó el aliento de Babieca que le husmeaba presto, en busca de su atención. Unas abejas con su zumbido delataban la colmena que se hallaba detrás de un matorral.
 La Providencia me sostiene—pensó—.                                        
 Hizo acopio de provisiones, dispuso sus pertrechos a lomos de su montura, y prosiguió su camino galopando los campos de Castilla en busca de hazañas gloriosas para ser escritas en la Historia.

María Encarna Rubio

















lunes, 29 de junio de 2020

La gran sorpresa

Recorriendo el mundo en trenes legendarios. - Viajar es para siempre

 

Lilia se dispuso a pergeñar con desgana los preparativos de un viaje imprevisto, había recibido la noticia de que su tía Nola había fallecido.

Ella se encontraba tan gris como un día lluvioso, desde que quedó viuda no levantaba cabeza. 

 

No estoy para duelos—se decía—. Estarán los primos de Madrid, los de Málaga… hace años que no los veo y mis ánimos no están para cumplidos.

Debería decir que estoy indispuesta, pero…  no puedo dejar de ir. Los sobrinos somos los herederos directos. Habrá hecho testamento, supongo. La finca con las colmenas se la dejará al primo Eladio.

 Siempre tuvo predilección por él. Cualquier deseo que él manifestaba se apresuraba a complacerlo. Un día le vio manipulando una colmena: "le compró un libro de apicultura y lo necesario para comerciar en esa especialidad". Decía que el negocio de la miel era legendario y lucrativo. Seguro que lo ha nombrado su único heredero.

Cuando tuvo hecha la maleta, se sentó a descansar, la depresión se adueñaba de ella con cualquier esfuerzo.

Miró sus piernas y pensó que para su edad, se conservaban muy bonitas.

¡Cuánto le gustaban mis piernas a mi Adolfo! —pensaba—, ¡me quería tanto! Era tierno y dulce conmigo. Hasta el día de su fallecimiento me llenó de cariño y de halagos. Sus últimas palabras fueron: «Eres lo mejor que me ha sucedido».


 Con estas cavilaciones se fue a la estación a coger el tren que la llevaría al pueblo donde había vivido la tía Nola.

El trayecto fue transcurriendo con toda normalidad. Le tocó asiento junto a la ventanilla y fue mirando el paisaje sin ningún interés, simplemente para no tener que entablar comunicación alguna con la pasajera que tenía enfrente, no dejaba de masticar chicle y no le caía bien.

Al llegar al pueblo nadie la estaba esperando. Cogió un taxi, que por cierto olía a muy usado, y sin mediar palabra con el conductor llegó a casa de su tía.

Pensaba que la encontraría de cuerpo presente, pero no, ya la habían enterrado. Todos los primos esperaban junto al abogado para la lectura del testamento.

Llegado el ansiado momento el impacto fue impresionante: en el testamento se les comunicaba que la tía Nola había sido madre soltera, y que Lilia era hija suya.

Para evitar la deshonra de Nola, maestra de escuela, a la niña la crio su hermana Cándida, por lo cual, Lilia era heredera universal de todos sus bienes.

Lilia no supo qué pensar. Todo era muy extraño. Había cuchicheos entre los presentes incapaces de ocultar su decepción. 

Se fueron pronto. La sorpresa los había dejado muy confusos. Solo mediaron unos cumplidos protocolarios y un adiós apresurado.

El abogado le dio las llaves y las cuentas, y quedó sola en el vetusto caserón.

Anduvo revisando toda la casa. Estaba limpia y muy cuidada, como corresponde a una maestra de escuela.

El dormitorio principal la dejó anonadada, de estilo medieval con incrustaciones de marfil, había pertenecido a la princesa de Éboli. Las sábanas y la colcha eran un primor digno de una noche de bodas.

Estaba impresionada de la herencia que le había dejado la tía Nola. 
 
No pensaba en ella como si fuese su madre, nunca podría hacerlo. Ella había disfrutado de una madre perfecta y amorosa y todo lo demás no le preocupaba lo más mínimo.

Se cercioró de que la cama estaba bien dispuesta para dormir en ella y se dispuso a pasar la noche allí, en su casa, donde  debió crecer y vivir.

Se puso el camisón y quedó extasiada, las sábanas con olor a jazmín y espliego competían con las de «Marilyn con Chanel nº5». 

En su sueño recibió la visita de Adolfo, el amor de su vida; este hizo gala de su habilidad para los juegos amorosos: «pasaron juntos una  fantástica  noche de amor»  

 María Encarna Rubio 


 
 


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sábado, 27 de junio de 2020

La tortuguita Maruja



La tortuguita Maruja tenía prisa. Quería llegar a la playa para desovar antes de que los bañistas lo invadieran todo.
 El tiburón Ricardo la iba siguiendo por si moría exhausta antes de llegar a su destino.
Era el encargado de limpiar los mares y los océanos.
Andaba atareado, pues con los plásticos que van a parar al mar morían muchas tortugas.  
Estaba irritado y las tachaba de bobas por no saber distinguir plásticos de medusas.


María Encarna Rubio



 

miércoles, 24 de junio de 2020

BIBI y sus precauciones



 

Bibi era una mariposa que había nacido muy precavida. estaba obsesionada por evitar cosas que podían ser posibles. Se disfrazaba de cojín volador y salía al monte a buscar pareja. Los mariposones no la reconocían, pasaban de largo sin mirarla.

Bibi, se valía de esa artimaña esperando confundir a todos; pero estaba segura de que no encontraría pareja con aquella facha. 
Elegía cojines con colores y dibujos atractivos, ya que una mariposa se ha de presentar con mucha vistosidad en su look, pero nada se parecían a los decorados de sus bellas alas.

Sus temores no eran fundados.
 Una mantis religiosa, la tenía localizada. Le parecía buen menú para el desayuno. 
También a la señora grillo, le parecía cosa rica para abastecer su despensa. Las dos esperaban muy atentas que se posara en el seto muy florido de la casa donde vivía el gato Relamidón. A él, también le gustaba cazar mariposas. Se hacía el dormido en la terracita, tumbado al sol, pero siempre tenía un ojo abierto. 


Las vacaciones de la familia Aldaes, transcurría casi siempre en su casita de campo.
Los niños eran cuatro: Gelda, Lilia, Perucho y Toribio.
 A Gelda, que era la mayor, le fastidiaba que el gato Relamidón se divirtiera con las mariposas; en cambio Lilia, pasaba horas atizándoles con un colador con rabo.

Perucho y Toribio, eran de pescar en el río. Las mariposas no les atraían nada... Ni fu, ni fa. Preparaban su zurrón con cebo y algo para comer, y pasaban la mañana lanzando el anzuelo con arte y maña en la corriente del manso río. Casi nunca pescaban nada, pero ellos no perdían la esperanza. Sabían que lo importante en la pesca de río no son los peces que atrapas: es un buen método para ejercitar la paciencia. 
La mariposa Bibi, junto a ellos se sentía muy segura.
 Otra cosa era cuando venía de visita su primo Hernio: pasaba todo el día corriendo tras las mariposas con el colador con rabo de su prima Lilia. 

Por fin Bibi, después de mucho reflexionar, llegó a la conclusión de que, si quería encontrar el amor, tendría que arriesgarse y perder el miedo; ser valiente. No se consigue nada viviendo asustado evitando cosas que quizá nunca sucedan.
 



martes, 23 de junio de 2020

Mi tumba


 Observo con horror...
¡Cómo mi tumba me persigue!
El frío de su aliento me envuelve
Y deja reseco de sentimiento
Mi corazón agujereado por la carcoma y el miedo.
Quiere instalarse el odio en sus rendijas mohosas
Que luchan por no dar lo último de apego que les queda.
Ama, y serás feliz, me dice mi intelecto que lucha
Contra el influjo que ejerce en mi ánimo mal trecho
Ojo de mirada opaca que cierra mis puertas y quiere
Sepultarme en vida en la tumba que me espera
Cegado de odio y codicia fiera. 

domingo, 21 de junio de 2020

Adhara la niña del armario volador


«Adhara la niña del armario volador»

« ¡ACCIÓN! »

 

¡Me gusta mucho jugar! Gritaba Adhara escondida dentro del viejo armario abandonado en el desván. Ella pensaba que era mágico.

Invitaba a entrar con ella a su amiga imaginaria Algieba. Le hablaba. Pensaba que las dos dibujaban mariposas de colores y las hacían volar con los conjuros de la brujita Bunda.

Adhara había pedido muy encarecidamente a Bunda que hiciera hablar a Algieba, ya que oía todo, pero no decía nada.

Bunda, había prometido a Adhara que una noche de luna llena, Algieba, aparecería junto a la fuente de la plaza mayor de la ciudad y hablaría.

  ¡Ja,ja,ja,! ¡Es luna llena! —Gritaba Adhara—; me lo ha dicho mi madre, ella no miente.

Adhara estaba con Algieba y con Bunda esperando ver salir el armario por la ventana del desvencijado desván.

¡Por fin esta noche Algieba me hablará! —dijo—. Y quedó dormida.

A los pocos instantes, Adhara vio salir el armario haciendo curvas vacilantes por la ventana. 

Bunda, que con las prisas había olvidado su varita mágica, intentaba recordar el conjuro para aterrizar junto a la fuente de la plaza mayor, pero le salió equivocado y aterrizaron junto al aljibe de una casa de campo abandonada. Se oía el croar de las ranas y el cri cri de los grillos.

—Sal del armario, Algieba—dijo Bunda con un siseo bajito—. A ver si tenemos suerte y un sortilegio hace efecto en aljibes. Salieron las tres.

La luna miraba a Bunda, quería darle aviso. Había visto hacer sortilegios en ese aljibe y solo habían conseguido hacer ranas y grillos gigantes.

Bunda no consultó a la luna como en otras ocasiones hacía: se limitó a pronunciar las palabras mágicas: las ranas y los grillos comenzaron a crecer y crecer. Parecían monstruos asesinos.

Adhara, Algieba y Bunda, subieron al armario volador y salieron a toda prisa de aquel lugar. La ranas croaban tan fuerte que se oían hasta en el monte donde se posó con suavidad el armario en la cima de una peña. Parecía que iba a despeñarse de un momento a otro.

 Justo debajo de la peña había un manantial. Bunda quiso probar su conjuro, por si allí, en agua transparente hacía efecto, pero no miró a la luna que decía que no, que allí solo hablarían las lagartijas. 

Después de que Bunda hiciese su conjuro, en todo el monte se oía un griterío: todas las lagartijas se contaban las historias que tenían calladas durante tantos años.

Una lagartija les gritó que se fueran, que aquella peña era suya, había nacido allí, y sus padres, y sus abuelos...¡Fuera, fuera! —gritaba. 

Salieron apesadumbradas por los fracasos. 

—No preocuparos—dijo Bunda—. No siempre se consiguen las cosas a la primera. Cuando se quiere algo hay que ser constante, no dejar de intentarlo. A ver si ahora aterrizamos en la plaza mayor, seguro que allí sale bien. 

En efecto, aterrizaron en la plaza como deseaban, pero, algo sucedió que las dejó a las tres de brazos cruzados: Bunda, al decir el conjuro en las últimas palabras se equivocó, en vez de decir "Algieba hablará, dijo Algieba  cantará". Todos podían verla, pero ella, no podía hablar, solo podía cantar. Todo lo que quería decir lo hacía cantando. Lo hacía tan bien, que todos la querían escuchar. Se hizo muy famosa...

Adhara escuchó que su madre la llamaba: 

—Adhara, mi niña, sal y dí adiós a tu armario, las vacaciones han acabado. Volvemos a casa.

—¡No mamá! Yo me quedo. A mí me gusta mucho jugar.

—No te preocupes mi niña, la vida toda es un juego maravilloso, teniendo en cuenta que siempre hay ganadores y perdedores: «Has de saber perder igual que ganar».

Y con tiernos besos, le dijo en un susurro:

« A mí también  me gusta mucho jugar »


María Encarna Rubio

 io




jueves, 11 de junio de 2020

La charca de los sapos verdes


Alkes era un sapito que vivía en la charca de los sapos verdes. Le gustaba vivir allí, pero por las noches pasaba mucho miedo. Oía ruidos extraños. Además, una pantera negra se acercaba a beber agua de la charca con mucho sigilo, la veía cuando ya la tenía cerca.


La pantera al ver a Alkes temblar de miedo decía: ¡Qué ignorante! ¿No sabe que las panteras no comemos sapos verdes y asquerosos?

Alkes pensó en ir a vivir a la charca de su amigo Acrux, pero después pensó que él había nacido  allí y que si alguien se tenía que ir no era él.
Habló con todos sus amigos y quedaron de acuerdo en dar un buen susto a la pantera para que no volviera más por allí. 
Esa misma noche, cuando la pantera intentaba beber, salieron todos los sapos y, tomando aíre, comenzaron a inflarse, inflarse, y escupiendo todos a la vez a los ojos de la pantera, que se llevó un gran susto; salió corriendo y ya nunca más volvió a la charca.

María Encarna Rubio
 


miércoles, 10 de junio de 2020

LA JOVENCITA MISTERIOSA









 
 Una noche de verano, de modo misterioso, apareció junto a la fuente de la Plaza Mayor de la ciudad una joven que vestía de modo inusual.

 La sorpresa de los allí presentes fue tal, que se le acercaron para informarse de hecho tan particular. La acosaron a preguntas; pero pronto comprobaron que tenía la gran dificultad de no poder hablar.

 Sus oídos funcionaban con precisión absoluta, y a pesar de ello, era incapaz de pronunciar palabra. 

En contraposición al hecho, sabía y comprendía cualquier idioma que ser humano pronunciara en su presencia. 

 Las autoridades del pueblo le dieron la acogida establecida para todos los casos de jóvenes en desamparo. 

 
Una mañana despertó con una sensación extraña. Se levantó de la cama, abrió la ventana, y lanzó al viento un grito que progresivamente se fue convirtiendo en una melódica canción con una facultad de expresión genial. Su voz se pudo escuchar a kilómetros de distancia.

 Era tan fabulosa y genial, que todos los transeúntes se agolpaban bajo su ventana para escuchar aquel prodigio de la naturaleza.

 
No lejos de allí, una reunión de jóvenes, que como era su costumbre todo lo celebraban, oyeron la portentosa voz. Quedaron alunizando. Se dispusieron a difundir la noticia.

 Mandaron whatsApp a todos sus grupos. Pronto se llenó toda la plaza de gente que quería escuchar los cantos de la extraña joven; pero esta, cerró la ventana y se ocultó a los ojos de todos; seguía sin poder hablar.

 Se había percatado de que si quería comunicarse con los demás tenía que hacerlo cantando. 

 
La peculiaridad del hecho se divulgó por todo nuestro globalizado planeta. Todos querían escucharla y le proponían actuaciones en los  más importantes teatros. 
Una duda se hacía patente:

 ¿Será esta joven extraterrestre? ¿Nos la habrán enviado para darnos un mensaje?

 
Le hicieron seguimientos médicos de alto alcance. Comprobaron que llevaba implantado un omóplato de un metal no conocido.

 

Sumidos en la incertidumbre decidieron extraerlo para analizarlo; pero la chica les cantó un "fado" con letra demoledora; les comunicaba que si hacían tal cosa tendrían que atenerse a las consecuencias.

 Luego les propuso a ritmo de "Cha, Cha, Cha" que la dejaran disfrutar de las excelencias de este maravilloso planeta, y cuando fallezca, entonces y solo entonces, le extraigan el omóplato, y tienen su permiso para estudiarlo cuanto quieran. 

 
Los científicos no estaban muy convencidos. Ella cantaba y cantaba sus protestas; pero solo conseguía que los aplausos duraran cada vez mayor cantidad de minutos.

 Por fin tomó la determinación de cantar solo flamenco; al principio no lo hacía muy bien,  pero según fue practicando dominaba la especialidad con gracia y arte que los aplausos duraban horas. 

 
Dejó el flamenco y se dedicó al Rok duro. Ella quería ser escuchada en sus protestas, por lo mal que entendían sus razones; pero solo conseguía éxito tras éxito.
¡No cabe duda, es extraterrestre! —decían los eruditos en materias de extraña índole. 
¿Será una emisaria que nos trae soluciones a los problemas que padece la humanidad? Si nadie habla, y todos cantan sus ideas...

 Si los políticos cantasen sus intenciones... ¡Tal vez sean poseedores de voces prodigiosas sin saberlo! Y todos sus actos se conviertan en éxitos rotundos... 



domingo, 7 de junio de 2020

Divergencias entre hermanos



El abejaruco cantaba
Y tanta pasión ponía
Que en el monte un oso pardo
Sus canciones escuchaba.
Y con ellas se divertía.
Fue y le dijo a sus hermanos:
Hagamos los tres un grupo
Y hagamos los tres juntos
Lo que hace el abejaruco.
Lo que hace el abejaruco
No lo podemos hacer
Le dijo el que era más bruto
Si comemos las abejas
No comeremos más miel
Y luego vendrán las quejas.
¡Si yo digo las canciones!
Dijo el de la voz cantante
Con un tono irritante
Dando las explicaciones.
¡Está bien, está bien!
Dijo el más tonto del grupo
Yo os voy a proponer
Comer al abejaruco
Y cantaremos después.

sábado, 6 de junio de 2020

Pirigilo es un ratón



Mariquita patas largas
Vive en un campo de coles,
Y reparte su comida
Con algunos caracoles.
Después de los desayunos
Todos se echan la siesta
Y si Pirigilo canta
A casi todos molesta.
Pirigilo es un ratón
Que además de ser cantante
También es muy peleón.
Y nadie quiere que cante.
A Mariquita le gusta
Cuando canta el Tico Tico
Y todos los días le busca.

La casita de la hormiga Cin



La hormiga Cin vivía en su linda casita. Todo era perfecto hasta que Canulo, un perrito caprichoso, tenía puesto su empeño en guardar su hueso dentro.
Cin, como es natural, no estaba de acuerdo.


 ¡Esta casa es mía!, decía Cin. Yo la vi primero y con duro esfuerzo la acondicioné.
La abejita Libalda vino en su ayuda. Recriminaba a Canulo su fea acción.

 
La hormiguita Cin tiene razón, Canulo. Yo la vi pintando los lunares de su casa setita. No hay derecho a que tú, sin haber trabajado pretendas apropiarte de los logros de la hormiguita Cin. 
 Y así, Canulo comprendió que cada uno es dueño de lo que logra con su esfuerzo y que nadie se lo puede arrebatar. 
Dejó su hueso en un terreno que no era de nadie.

 

viernes, 5 de junio de 2020

brujita Escarpina



Da Da Da
Mil estrellas se me dan.
Te las voy a regalar.
Siendo yo una brujita
En mi escoba he de viajar.
Mi cielo ya no es azul
Tiene color de naranja
Como a mí me gustan tanto
Les busco la semejanza.
Naranjitas de mi Murcia
Que todo lo hace bueno
Todas las frutas que existen
Y hasta el pan de centeno.
¡Toma estrellitas naranja!
Toma estrellitas limón
De Murcia de mil amores...
«¡Murcia de mi corazón!»



jueves, 4 de junio de 2020

Dónde estará mi isla



Mi velero va surcando
Ese mar embravecido
Las gaviotas le acompañan
Llevando un pez a su nido.
El mar es todo de mi barco
Y yo navego con él
Buscando voy una isla
Con cocos y dulce miel.
Con una franca ensenada
Donde anclar mi barquito
Y mecido por las olas
Virar hacía lo infinito.

 

El conejito robot



 Este lindo conejito

Parece de otro planeta.

Está en el campo solito

Y no tiene hierva fresca.

¡Pobrecito conejito!

Lo han fabricado robot.

No sabe dar ni un pasito

Ni sentir qué es amor.

Amor de padre y de madre.

Amor de hermanos ni amigos.

¡Pero siempre serás joven!

«Nunca sentirás el frío»

Siempre te verás feliz

Aunque no des un pasito.

Sin comer la hierva fresca

Y estés siempre solito.

martes, 2 de junio de 2020

El mejor regalo



Margarita estaba triste. Era el cumpleaños de su amiga Rosa y no tenía dinero para comprarle un regalito.
Salió del cole pensativa. Caminaba hacía casa por el camino de la arboleda.
Una mariposa cruzó volando ante ella y fue a posarse sobre unas margaritas silvestres.
Quedó admirada de sus alas con lindos colores.
Hizo un alto en el camino para observar qué hacía.
Entonces, tuvo una brillante idea: ♫ Cogeré un ramo de estas lindas margaritas, les pondré un lindo lacito, y se las llevaré a mi amiga Rosa, le daré un besito, y le desearé feliz cumpleaños.
Así lo hizo.
Rosa, cuando vio aquél ramito tan lindo quedó encantada.
Los mejores regalos que podemos hacer a nuestros amigos son nuestro cariño y amistad. 

lunes, 1 de junio de 2020

Los dibujos de Pan


Pan era un niño bueno. Siempre obedecía a sus papas. Le encantaba dibujar, cosa que está bien, siempre que no se haga en las paredes  de casa.
Una mañana que por un momento se había quedado solo, hizo un dibujito en la pared de su cuarto.
Él estaba feliz, pues le había quedado bonito.
Cuando llegó su mamá y vio la pared pintada casi se puso a llorar.
—¡Pero niño!—le dijo—, sabes que mamá no quiere que pintes en las paredes. Ahora te castigaré a no jugar con el gato en todo el día.
Pan no dijo nada. Pero se escondió detrás de la puerta y se tapó los ojos con las manos.
Todo se quedó a oscuras. No veía nada. Asustado llamó a su madre:
¡Mamá, mamá, no veo nada, todo está oscuro!
Su mamá lo tomó en sus brazos, lo besó y lo perdonó.
« Así de buenas son las mamas».  

Picolo ya no está solo



El gusanito Picolo buscaba donde guarecerse. Sentía que algo misterioso le perseguía. 
Desde la noche anterior corría sin cesar por el campo desierto. Tenía miedo de las brujas y de los caracoles.
Vio a lo lejos una casita que echaba humo por la chimenea, pero también le daba miedo el hombre gruñón que vivía allí. Él bien le conocía. Un día quiso fumigarlo con insecticida para que muriera.
Pobre Picolo. No tenía padre ni madre, ni hermanos ni hermanas. Estaba solo. Se decía a sí mismo para darse ánimos: corre Picolo no pares. Tienes que llegar al remanso del río. Allí hay muchos gusanitos escondidos en los matorrales de la orilla. Serán tus amigos y juntos pasaréis muy buenos ratos jugando y olvidarás las pesadillas que por la noche te persiguen.
Así fue como Picolo se hizo su casita junto al río y vivió con muchos amigos que le querían y le daban cariño y amistad. 

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...