domingo, 21 de noviembre de 2021

Pasión loca

  








 ¿Quién eres?

 Soy la vida, la luna y el sol.
También soy las estrellas, el azul del cielo...
Y la respuesta a la llamada del amor.
¡Qué linda respuesta!
¡Si, así soy yo!
¿Quién puede dejar de amarme?

Todos podrán dejar de amarme...
Pero mi madre, no.

María Encarna Rubio



















miércoles, 17 de noviembre de 2021

Los amigos de Luisito

 


 Luisito era un niño muy querido por sus papás. Le cuidaban y le daban muchos caprichos, pero también le educaban y querían que fuera un hombre de bien cuando fuese mayor.

—Hijito—le decían—tienes que descubrir tus talentos para desarrollarlos, eso te hará un hombre feliz cuando seas mayor.
—Pero, papá... ¿Cómo sabré los que son mis talentos? —decía Luisito.
Yo no entiendo qué son talentos ni sé buscarlos.
—Tus talentos—le aclaraba su padre—son todo lo que tú haces y te hace feliz y no te cuesta trabajo hacerlo.
—¡Bueno, eso lo sé! —decía Luisito con gran gusto y alegría.
—¡Qué bien! Dime pues, ¿Qué haces que no te cuesta trabajo y te hace feliz?
—¡Ay, papito! jugar con mis amigos no me cuesta nada de trabajo y me hace muy feliz.
—Eso ya es sabido, mi hijito. Hay otras cosas, como leer, escribir, ayudar en la cocina, o otras cosas de trabajar.
—Papito—decía el niño con seriedad—mis talentos solo son los de jugar con amigos.
—Seguro que tienes otros talentos. Los tienes que descubrir haciendo otras cosas que no sea jugar. Verás cuando los descubras que será igual que cuando estás jugando, no querrás hacer  otra cosa y también ahí encontrarás a muchos amigos que les gusta lo mismo que a ti seguirás jugando. Yo descubrí que tenía talento para pintar y soy pintor. Paso el día pintando y no quiero hacer otra cosa. Para mí es el más lindo de los juegos y tengo muchos amigos que son pintores como yo.
Esa noche, Luisito soñó que estaba jugando con sus amigos a fútbol y que para seguir siempre jugando sería futbolista de mayor.
—¡Papá, papá! ya sé qué es lo que me gusta, seré futbolista.
—No tengas prisa mi hijito, yo también quería ser futbolista, pero no metí nunca ni un gol. Para eso no tenía ningún talento. Tú juega y estudia, estudia y juega. Es seguro que todo lo sabrás a su debido tiempo.
Y colorin colorado, este cuento se ha acabado.😄 

María Encarna Rubio

 

lunes, 1 de noviembre de 2021

La bruja Rogelia y su gato Flas

  

 Rogelia era una bruja, pero una bruja buena. Siempre reía feliz y a todos quería, sobre todo a los niños y niñas pequeñitos.

Un día marchó de viaje sobre su escoba voladora. Llevó consigo a su querido gato Flas para que no quedara solo en casa.

Iba saludando a todos con su sonrisa incesante, no sabía que le esperaba una gran sorpresa: 

Al poco rato de haber salido se formó un fuerte huracán y una ráfaga de viento fuerte arrastró su escoba a toda velocidad hacía un lugar desconocido.

Rogelia casi no podía controlar su escoba. Subía y subía hacía lo alto y ya se encontraba más alta que las nubes y todos los picos más altos de las montañas. Su gato Flas tiritaba de frío.

Estaba asustada, pero al mismo tiempo se encontraba feliz, pues ella, estando con su gato no sabía estar de otra manera.

Aterrizó en un planeta muy extraño, tenía cuatro soles y muchas ranas voladoras. Allí no había pajaritos, ni mariposas, las ranas estaban por todas partes y no dejaban de croar.

La bruja Rogelia estaba muy sorprendida, pues las ranas al croar cantaban a coro muy lindas canciones.

Los niños reían y bailaban en la plaza del pueblo. La bruja Rogelia bajó de su escoba, la dejó en un rinconcito escondida, le dijo a Flas que cuidara de ella y se fue a bailar con los niños.

Daba saltos sin cesar y corría de acá para allá igual que si estuviera loca.

Al rato de estar bailando se le acercó un conejo que estaba tendido sobre un banco de la plaza y le habló con una claridad que dejó a la bruja Rogelia extrañadísima.

—¿Tú eres una bruja terrícola? —le preguntó —o vas disfrazada para Halloween.

La bruja Rogelia no sabía qué contestar. Miró al conejito y le dijo:

—¿Y tú, vas disfrazado de conejito para Halloween?

—¡No! Yo soy un conejo de verdad —le contestó mientras estornudaba con mucha fuerza, pues era alérgico a las brujas terrícolas.

—Pues yo también soy una bruja de verdad y no voy disfrazada. Y viendo que en aquel planeta todo era muy extraño, buscó su escoba y  a Flas para intentar volver a casa, pero no los encontró. Unos niños los habían cogido y estaban volando por todo el pueblo junto con un enjambre de ranas voladoras que los iban siguiendo.

Entonces, la bruja Rogelia se acordó de una canción mágica que le cantaba su abuelo mientras trillaba el trigo en la era, que decía:

                                      Vamos a cantar, 

canciones para las ranas.

Que no dejan de croar, 

por noches ni por mañanas.

Las siestas yo quiero echar,

y ellas me cantan las nanas.

Cómo la canción tenía mucha magia, al escucharla las ranas, arrebataron la escoba y a Flas a los niños y los llevaron a donde estaba la bruja Rogelia que se fue volando a su casa contenta de aquella aventura, pero nunca más salió a volar con tiempo huracanado. 

"Y colorín colorado, este cuento se ha acabado"

María Encarna Rubio






 

 


miércoles, 20 de octubre de 2021

La tortuguita Vereta

 

La tortuguita Vereta no era feliz. Vivía en un bosque encantado. No había pinos ni enjambres de abejas.

Tenía siempre la mirada fija en el horizonte, por si veía a los pajaritos volar, pero tampoco los había desde hacía mucho tiempo. Todos se habían marchado. Cómo los árboles del bosque no tenían hojas, los pajaritos no podían hacer allí sus nidos.

Un día despertó decida a marcharse. No tenía que hacer mudanza, pues ella llevaba su casita a cuestas, igual que los caracoles.

Su abuela le decía: 

—No te vayas, Vereta. Lo mismo viene una lluvia de Sol naciente y todo vuelve a florecer igual que antes. Las aventuras son eso, aventuras. Nunca sabes qué te sucederá. Aquí estamos todos los que conoces y te queremos. Nos ayudaremos unos a otros y trataremos de ser felices con lo que tenemos.

Vereta estaba decidida a marchar. Se sentía capaz de salir adelante sola y estaba dispuesta a enfrentar los peligros que se fueran presentando.

Se marchó antes de salir el sol. Andaba despacito, como lo hacen las tortugas, pero anduvo sin parar y al llegar la noche ya estaba muy lejos de su bosque de árboles sin hojas. Se ocultó en su concha a esperar el nuevo día.

Cuando despertó, llena de extrañeza, pudo comprobar que se hallaba metida en el bolsillo de una mochila. Un senderista la había capturado y la llevaba a sus espaldas. Cada paso que daba la mochila daba un fuerte traqueteo y ella se encontraba muy mareada.

Notó un golpe y después fue depositada en un terrario. Había más tortugas allí. Todas dormitaban ya que casi no se podían mover, el terrario no era muy grande. 

Estaba aterrorizada. ¡Cómo echaba de menos estar libre en su bosque sin hojas!

Pasaban los días y todo seguía igual. No pensaba en nada que no fuese escapar de allí, pero no veía la forma. De pronto, se acordó de un truco que su abuela le enseño, dejando de respirar un tiempo entraba en catalepsia, se ponía de color verde y parecía muerta.

Así lo hizo. Cuando su cuidador la vio creyó que había muerto y la tiró a la basura. 

Y así fue que se vio libre. Recorrió el camino hacía el bosque encantado. Cuando llegó no salía de su asombro, el bosque había florecido, las abejas zumbaban de flor en flor y los pajaritos cantaban.

¡Qué razón tenía mi abuela! Se decía. Tenemos que trabajar para que florezca la tierra donde hemos nacido.

María Encarna Rubio 



   

viernes, 8 de octubre de 2021

Un corazón que late






 Año dos mil veintiuno. 
Siento, mi corazón late.
Me estremezco.
 Sale mi lengua de fuego
Arrolla y destroza lo que toca
Allá por donde pasa.
¡No me culpo!
¡Soy madre!
No estoy llorando, ni gimiendo...
Solo sigo las reglas de lo establecido...
Solo estoy alumbrando.
Y lanzo al espacio la esencia de la vida
Con sus desechos y sus cenizas.
Y todo sigue su curso...
Algo muere...
Para que algo viva.

María Encarna Rubio






 


 


jueves, 16 de septiembre de 2021

El que es elegido

 


 Así, nace un elegido
Fresco y exuberante
En secarral baldío.

Se alimenta del rocío
Un nublado le da sombra
Vive con calor y frío.

María Encarna Rubio




 


lunes, 13 de septiembre de 2021

El cielo azul de fondo


  Caminar, caminar, caminar...
Otros han hecho camino
Para  poder transitar.

Camino yo, caminas tú, camina él
Hay parques tan frondosos
Que son puro vergel.

Mi corazón peregrino va transitando.
Por plazas y parques floridos
Va reposando.

La luz del aura que emana de su hermosura
Va tornando el hastío
En gran ternura.

Hay caminos bien marcados con albero.
Tortuosos por los montes
Bien los prefiero.

En parque elaborado y bien medido
No hay plantas que salvajes
Hayan crecido.

Todo está limpio en los parques y bien cuidado.
No hay rocas milenarias
Con un pasado.

La naturaleza viva tiene su gracia.
Los parques bien cuidados...
Tienen su magia.








María Encarna Rubio

 

sábado, 11 de septiembre de 2021

La cabra Maruja y el sapito Nicasio


 



 El sapito Nicasio tenía su casita construida en unas calabazas junto a la casita de la cabrita Maruja, que era de roca lisa.  
La casa de Nicasio era grande y espaciosa para ser de un sapito. Tenía grandes ventanales y jardín con enredaderas.
Todas las mañanas veía pasar a la cabrita Maruja, con las ubres tan grandes que casi arrastraban por el suelo. Siempre llenas de leche.
Cuando la cabrita Maruja pensaba que el sapito Nicasio no la veía, se paraba a mordisquear las enredaderas que Nicasio tenía en su jardín, siempre tiernas y floridas, pero Nicasio acechaba desde su ventana y salía dando saltos y croando con enfado.


La cabrita Maruja seguía comiendo sin hacer caso de los insultos que le dirigía el sapito Nicasio, lo veía tan pequeño que no le daba ningún miedo.
El sapito Nicasio pensó la manera de vengarse de la cabra mala y loca que le arruinaba el jardín.


 


—Ya sé de qué manera voy a conseguir que esta cabra loca no se coma mis plantas. 
Fue en busca de su amiga la mofeta Cleta y le pidió por favor que fuera a pasar una temporada en su jardín. Como su casa de calabaza era grande, le cedió la mitad a la mofeta para que se instalara allí cómodamente.
 Al poco tiempo de mudarse la mofeta Cleta a su nueva vivienda, la cabrita Maruja estaba aburrida, pues llegaba hasta su casa un fétido olor insoportable.


Entonces, la cabrita Maruja, al no poder vivir allí soportando aquel olor tan desagradable, tuvo que marcharse a otro lugar y dejar su linda casita de roca lisa.
 En lo sucesivo llevó cuidado en comportarse bien con los vecinos, ya que no está nada bien ir molestando. Por otra parte, pueden tomar
represalias.
Ya lo decía mi abuela: "No hay enemigo pequeño"

María Encarna Rubio

lunes, 6 de septiembre de 2021

El día que yo muera

 


 El día que yo muera, en mi lecho de muerte,
pensaré que haber vivido ha sido gran aventura.
Seguro estaré expectante,
 esperando el salto a lo desconocido.
O tal vez no... pudiera suceder que todo fuera conocido,
que también allí hubiesen luces y sombras, altos y bajos y apareciesen ante mí mis sueños: los que se realizaron y los que quedaron a la espera.
Pudiera suceder que encontrase a mi ser interior gemelo a mí, mi voz interior, hecha realidad ante mis ojos, y juntas paseáramos por los sueños no realizados sintiendo la inmensa alegría de vivirlos.

El día que yo muera será la experiencia más grande de mi vida. Dejaré para siempre la obra de ingeniería más inmensa que se haya inventado, un cuerpo humano... Mi perfecto corazón dejará de latir después de tantos años. Mis brazos articulados quedarán inertes y mis maravillosas manos quedarán lacias, a nadie servirán del modo tan fantástico como me han servido a mí. Tantos años me he servido de mi cuerpo que le amo, le cuido lo mejor que sé, algo de semejante envergadura
no se puede maltratar. Me dolerá separarme de algo tan perfecto y maravilloso. Maravillada me iré de todo lo que he visto y he vivido, el día que yo muera.

María Encarna Rubio 







domingo, 5 de septiembre de 2021

Canto Gregoriano

 


 Sombras y luces, luces y sombras.
Flor que floreces, sol que la quema.
Canto que eleva, abrazo de hermano.
Y Tú, que arrancas tu mano de la Cruz,
para bendecir el espíritu del cristiano, 
cuando el coro del Canto Gregoriano
eleva su espíritu hasta donde estás Tú.

María Encarna Rubio

lunes, 9 de agosto de 2021

U














 ¿Sabías que, sabios y sabías, sabían?

Un sabio de la antigüedad 

 sabía... "Que no sabía nada".

Aún no sabiendo nada...

Se propuso acabar con una Época.

 Lo consiguió después de morir por ello.

Otro, el más sabio de todos los sabios, decía: "Mi Reino no es de este mundo"

También se propuso cambiarlo todo en este mundo, a pesar de no ser el suyo.

También lo consiguió después de morir por ello.


Todos los males que me aquejan derivan de saber...

¡Que no sé nada!

¿Cómo sabré que algo sé? si he de morir.

😕


María Encarna Rubio



 







lunes, 2 de agosto de 2021

Ellos eran ellos





   Ellos eran ellos... Nosotros... nosotros.

Tú, eras tú... Yo, era yo.

 Te esperaba...  Venías.

Largas eran nuestras charlas,

pero, no me conocías...

Tampoco te conocía,

a pesar de que a diario...

te veía.

Ellos eran ellos... Nosotros... nosotros.

Hasta que llegó aquel día...

que ellos eran aquellos

que su mano nos tendía.

Para enlazar nuestras manos,

nuestros cuerpos, nuestra vida.

Y por su acuerdo oportuno...

Nosotros dos fuimos uno.

Y fue así que me amaste...

Y fue así que te amé.

Mi deseo deseaste.

Tu deseo deseé.

No fue que me abandonaste.

No fue que te abandoné.

Fue que entraste y te quedaste

para vivir en mi ser.

Y por tu acto oportuno...

Para siempre somos uno.

María Encarna Rubio





lunes, 26 de julio de 2021

Poema al abuelo Juan

  


 En la casita de campo
Vivía el abuelo Juan.
Trillaba el trigo en la era
Y luego lo hacía pan.

Me paseaba en la era
Sentada sobre su trillo.
Y dando vueltas cantaba
Canciones sin estribillo.

Sus pantalones de pana
Al andar hacían ruido.
Se le oía desde lejos
A mi abuelo tan querido.

Hacía sus espardeñas 
Con esparto de la sierra.
Lo buscaba entre los riscos
Saltando de piedra en piedra.

María Encarna Rubio


Narcisos



 






De qué nos sirve estar en este mundo, si no perseguimos un sueño... Sea el que sea.

Anoche soñé que soñaba.
Y soñando desperté.
Estaba tan aturdida...
Que mi sueño olvidé.

  De una cosa estoy segura
No tengo duda ninguna...
En mi sueño estaba el mar,
También estaba la luna...

Tus brazos ya no me abrazan
No me pueden abrazar
Porque son células mías
Y mi aíre al respirar.

 María Encarna Rubio
 


viernes, 12 de marzo de 2021

Los libros del alma





 No mires, no mires...
Lo pasado, pasado queda
en el libro del alma.
Libro que cuenta batallas ganadas,
batallas perdidas, lloradas batallas.
Y vamos llenando las hojas en blanco
 con nuestras vivencias que vamos pasando.
Se borran las tintas, se borran las letras,
y quedan retazos, y quedan secuencias.
Nadie lo atisba, nadie podrá verlo
que solo nosotros podemos leerlo.
 Yo tengo mi libro en mi pensamiento.
A veces a trozos a alguien lo cuento.
Y quito, y pongo cosas que me invento.
Porque soy autora del libro que tengo
escrito sin tinta en mi pensamiento.
A nadie he podido leer su verdad.
En eso radica nuestra libertad.
La más grande que Dios ha creado.




María Encarna Rubio

 

 





 

 

martes, 9 de marzo de 2021

Un corazón vacío

 


Tengo mi corazón vacío.
 Se diluye, se hiela en él
 el recuerdo de tu sombra.
A la eternidad llevaré tu brisa en el estío.
Y para llenarme de alegría en el recuerdo, buscaré,
 buscaré el rincón que me inspiraba,
 que animaba a mi pobre corazón vacío.
Me arrebatan los años los amores míos.
Se llevan uno a uno, mis sueños y fantasías.
Y para no llegar al final de mi contienda,
con el corazón sin sueños ni alegrías,
inventaré rincones que me devuelvan
las mismas ilusiones de otros días.
No cederé en el empeño.
Lucharé por gozar sin temor y sin arrobo,
la suave brisa y la acariciadora sombra
que brinda la otra parte de mi rincón, 
al abrigo de la otra cara del algarrobo.

María Encarna Rubio


  

domingo, 21 de febrero de 2021

Vestía de blanco


 —¡Dalam, dalam!, ¡Dalam, dalam!

—¿Qué sucede?, ¿Por qué suenan las campanas a estas horas de la madrugada?

Esta es la pregunta que se hacían los vecinos del  pueblo perdido entre un mar de limoneros.

La madrugada era fría y una espesa niebla todo lo invadía; a pesar de ello, un aroma intenso de azahar saturó el olfato de los vecinos que vivían próximos a la iglesia del pueblo. 

Habían abandonado su descanso para salir a averiguar por qué tañían las campanas a horas tan intempestivas.

Atemorizados, se acercaron al antiguo portón del templo: permanecía entreabierto... 

El tumulto penetró en la iglesia. La niebla los seguía. Pronto las imágenes en sus hornacinas quedaron veladas por un halo de misterio.

El Cirio Pascual que permanecía encendido junto al Sagrario, hacía su llamita tintineante casi invisible.  

Al instante, en el coro de la iglesia, el antiguo órgano dio comienzo a ejecutar la

´Marcha Nupcial F. Mendelssohn´

Quedaron todos petrificados. Hacía años que había quedado mudo con sus ancianos tubos enmohecidos.

¡Y eso no era todo: estaba funcionando solo, nadie había sentado en el banquillo!

Y fue entonces, cuando apareció su imagen frente al altar mayor, velada por la niebla... Iba vestida de blanco.

Fue bajando los escalones con pausa. Se situó frente al pasillo central que forman los bancos que ocupan el recinto de la nave central de la iglesia.

El silencio se hacía palpable. Nadie era capaz de pronunciar palabra:

´La novia de la niebla´ era un vestido flotante, sin manos y sin rostro.

 Entre paso y paso, transcurría un minuto. 

Al llegar al final del pasillo anduvo más a prisa. Llegó hasta la salida y atravesando el anciano portón, salió a la plaza al tiempo que el tañer de las campanas modificó el significado de su mensaje:

¡Dinn... Donn!, ¡Dinn... Donn!

«¡Duelo!»

La novia sin rostro anduvo ligera. Fue por las calles oscuras veladas de Boria. Llevaba tras de sí a la comitiva de curiosos que la seguían en silencio.

De pronto se detuvo. Volviéndose, quedó frente a frente a sus acompañantes: 

—¿Recuerdan cuando a estas horas se levantaban para rezar el Rosario de la Aurora?

Su voz sonaba como de ultratumba. Siguió recorriendo plazas y calles. 

Llegó silenciosa hasta una casa apartada, con verja y jardín.

Su vestido blanco se fue llenando de rosas carmesí.

—¡Mi amado!, ¡Su nombre debió ser Ilustre!

Pero nunca será ilustre. Ni acudirá a mi boda.

Soy la novia de un Ilustre que esta noche en esta casa ha sido abortado. 


María Encarna Rubio





416 palabras












sábado, 13 de febrero de 2021

Perolo vuelve cambiado

Hello Rufina. My photo with fog. I love you.

             

  —¡Rufina, soy yo, Perolo!  — Como no sabes inglés, traduzco la frase de arriba: 

"Hola Rufina. Mi foto con niebla. Te quiero".

Ya ves que llevo puesta la falda escocesa. En inglés se llama Skirt.

Ya hemos regresado de nuestro viaje. He visitado lo más importante de Londres. Me ha impresionado el puente sobre el río Támesis,  y la torre del reloj Big Ben en la Abadía de Westminster. Es impresionante, Rufina. 
Te puedo asegurar que he llegado hasta dónde nadie lo ha hecho antes... Los obreros si habrán llegado, pero la demás gente no, Rufina, estoy seguro. 
Paseé por las repisas de los bellísimos vitrales que hay en la cúpula mayor. 


Creo que Dios se recrea todos los días en tan valiosa obra de arte.
 Lo vi todo muy bien, Rufina. Me descuidé, y me quedé encerrado dentro del templo. 
No pude salir hasta el  día siguiente.
Si hubiese durado un poco más nuestro viaje, yo vuelvo sabiendo hablar inglés. No es tan difícil como dicen, Rufina. Solo es cosa de aprenderlo.

Deseo que pronto volváis a la casa de la ciudad.


Espero que tu anciana escritora de cuentos no haga muchas locuras en el campo. Debe volver pronto. El campo es para gente joven. La gente mayor está mejor al calor de los amigos. 

Los psicólogos recomiendan mucha animación y mucha actividad social para mantener una buena percepción cognitiva en los abuelos.
 No sé qué quiere decir percepción cognitiva, pero lo acabo de oír y en cuanto termine de escribirte, iré al Diccionario de la Lengua Española y lo miraré.
Adiós Rufina...
I love you

María Encarna Rubio




jueves, 11 de febrero de 2021

Las brasas de la barbacoa


   —¡Rufina!, ¡Dónde estás! —gritaba la anciana Consuelo con todas las fuerzas de sus pobres cuerdas vocales y sus gastados pulmones —.

¡Ven pronto!

 ¡Vamos a celebrar una fiesta!


— ¿Una fiesta? —Pensó Rufina al escuchar a su ama— iré a ver que se le ha ocurrido.


Cuando Rufina bajó del jacarandá y se presentó ante la anciana, esta estaba haciendo brasas en la barbacoa con una gran fogata encendida. 

Había una bandeja con carne fresca encima de la mesa del cenador... y con algo más que dejó perpleja a Rufina... ¡Sardinas! 

Rufina nunca antes había visto aquellos peces que parecían montones de escamas de plata.

—¿Qué pretenderá hacer con eso?—pensó con recelo—. Acto seguido, y atraída por un raro olor que desprendían aquellos peces extraños, se acercó despacito a husmear en el pescado.

—¡Son sardinas, Rufina!, ¡Las he comprado para ti!, hoy es San Valentín, patrón de los enamorados, y como tú y yo no tenemos a ningún enamorado...

¡Pues vamos a celebrar que estamos vivas!

Rufina solo sabía una cosa: no pensaba comer sardinas.

Ella ya no era una gata de campo. Solo comería... 

"Carne enlatada para gatos"

Entre idas y venidas de la anciana, los leños prendidos en el hogarcito de la barbacoa, se habían convertido en brasas incandescentes.

¡Todo un lujo de belleza que atraía a Rufina de modo poderoso!

Comenzó el ritual de la preparación de los alimentos para asar en la parrilla.

Cuando los efluvios que desprendía la sardina invadieron todo el jardín, Rufina sintió tal deseo de probarlas, que saltó sobre la parrilla que se hallaba aún en las brasas.

Por suerte, la anciana Consuelo estaba cerca. La agarró de la cola y de un fuerte tirón la salvó de quedar asada como una sardina.

Rufina creía que lo mejor del mundo era la carne enlatada para gatos, pero ese día de San Valentín aprendió que las sardinas asadas a la parrilla también le gustaban mucho.

Estaba ella saboreando su banquete, cuando de improviso, vio que la anciana escritora de cuentos descorchaba una botella de champan.

—¡Ah, eso sí que no lo haré!, ¡no beberé otra cosa que no sea agua!—mascullaba Rufina sin sacar el hocico del plato.

Cuando la copa de champan estuvo llena, la anciana Consuelo, para gran sorpresa de Rufina, se dirigió hacía el pino al que le había dado el nombre de su difunto marido, lanzó la copa con fuerza contra su tronco. Se rompió en pedacitos. Al tiempo que el champan se deslizaba tronco abajo,  besaba y besaba a su árbol favorito con besos sonoros. 

Después buscó su guitarra y cantó una canción dedicada a su amado y difunto marido:

¡Amado mío!

Te quiero tanto...

No sabes cuánto...

Ni lo sabrás...

Entre tanto Rufina, con la ingesta de sardinas que llevaba dentro, subió sobre el jacarandá a dormir una siestecita.




María Encarna Rubio


  


Las brasas de la barbacoa






   —¡Rufina!, ¡Dónde estás! —gritaba la anciana Consuelo con todas las fuerzas de sus pobres cuerdas vocales y sus gastados pulmones —.

¡Ven pronto!

 ¡Vamos a celebrar una fiesta!


— ¿Una fiesta? —Pensó Rufina al escuchar a su ama— iré a ver que se le ha ocurrido.


Cuando Rufina bajó del jacarandá y se presentó ante la anciana, esta estaba haciendo brasas en la barbacoa con una gran fogata encendida. 

Había una bandeja con carne fresca encima de la mesa del cenador... y con algo más que dejó perpleja a Rufina... ¡Sardinas! 

Rufina nunca antes había visto aquellos peces que parecían montones de escamas de plata.

—¿Qué pretenderá hacer con eso?—pensó con recelo—. Acto seguido, y atraída por un raro olor que desprendían aquellos peces extraños, se acercó despacito a husmear en el pescado.

—¡Son sardinas, Rufina!, ¡Las he comprado para ti!, hoy es San Valentín, patrón de los enamorados, y como tú y yo no tenemos a ningún enamorado...

¡Pues vamos a celebrar que estamos vivas!

Rufina solo sabía una cosa: no pensaba comer sardinas.

Ella ya no era una gata de campo. Solo comería... 

"Carne enlatada para gatos"

Entre idas y venidas de la anciana, los leños prendidos en el hogarcito de la barbacoa, se habían convertido en brasas incandescentes.

¡Todo un lujo de belleza que atraía a Rufina de modo poderoso!

Comenzó el ritual de la preparación de los alimentos para asar en la parrilla.

Cuando los efluvios que desprendía la sardina invadieron todo el jardín, Rufina sintió tal deseo de probarlas, que saltó sobre la parrilla que se hallaba aún en las brasas.

Por suerte, la anciana Consuelo estaba cerca. La agarró de la cola y de un fuerte tirón la salvó de quedar asada como una sardina.

Rufina creía que lo mejor del mundo era la carne enlatada para gatos, pero ese día de San Valentín aprendió que las sardinas asadas a la parrilla también le gustaban mucho.

Estaba ella saboreando su banquete, cuando de improviso, vio que la anciana escritora de cuentos descorchaba una botella de champan.

—¡Ah, eso sí que no lo haré!, ¡no beberé otra cosa que no sea agua!—mascullaba Rufina sin sacar el hocico del plato.

Cuando la copa de champan estuvo llena, la anciana Consuelo, para gran sorpresa de Rufina, se dirigió hacía el pino al que le había dado el nombre de su difunto marido, lanzó la copa con fuerza contra su tronco. Se rompió en pedacitos. Al tiempo que el champan se deslizaba tronco abajo,  besaba y besaba a su árbol favorito con besos sonoros. 

Después buscó su guitarra y cantó una canción dedicada a su amado y difunto marido:

¡Amado mío!

Te quiero tanto...

No sabes cuánto...

Ni lo sabrás...

Entre tanto Rufina, con la ingesta de sardinas que llevaba dentro, subió sobre el jacarandá a dormir una siestecita.




María Encarna Rubio



  












  


martes, 9 de febrero de 2021

Unos lindos regalos




 Querida gata preciosa Rufina: con mucho amor he recibido tu mensaje.
Tengo que recriminarte que no puedes ir lanzando a los cuatro vientos que el mundo es inmundo. ¡No señor!, ¡No lo es!
Desde que salí de la biblioteca del colegio he visto y vivido cosas geniales y maravillosas.
 Te recomiendo que rectifiques.
¡Vivir es maravilloso!, el mundo está lleno de buena gente, y el que hoy es malo, mañana puede ser bueno y capaz de las acciones más encomiables.
Te muestro los regalos que tengo preparados para llevarte.
Besos grandotes de tu ratoncito Perolo.

María Encarna Rubio



 

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...