viernes, 16 de enero de 2015

EL ROCÍO TAMBIÉN NUTRE

En los resecos montes de mi tierra, a pesar de las escasas lluvias, crecen los tomillos, los romeros, y gran variedad de plantas y arbustos.

 A veces, me asombro al ver que sólo con el rocío, subsisten y aguantan hasta que alguna nube trasnochada y perdida, deja algunas gotas de agua y refresca sus raíces llenando sus hojas de sabia nueva.

 Así como las plantas aguantan con el rocío hasta que llueve, resistimos los humanos con el rocío de nuestros hermanos, cuando por la calle nos sonríen, nos besan, y aprietan nuestras manos.

jueves, 15 de enero de 2015

A LA MADRE TIERRA

Todas las mañanas al despertar, yo, abría mi ventana. Ante mis ojos aparecía un mar inmensamente azul; unas veces en calma, con una calma de ensoñación; otras, embravecido, como si quisiera entrar tierra adentro y arrasar la costa. Mar y cielo, en una misma identidad, se perdían en el horizonte. 
La suave brisa movía la espuma de las cadenciosas olas, y viajaba con las nubes blancas recorriendo continentes, islas con volcanes, alientos incandescentes que nos dicen: 
-- ¿ Oís cómo suena mi voz? ¡Flotáis en mí, encima de mí! ¡Soy de fuego, es mi corazón de ardiente palpitar...,y mi cabeza y mis pies..., de hielo!

martes, 13 de enero de 2015

QUÉ BONITO SERÍA













 El automóvil, se deslizaba por la calzada de la carretera secundaría, solitaria y con algún socabón que otro. Dos ocupantes charlaban animadamente; disfrutaban de una mañana espléndida de sol. Entre grandes pinadas, montes lejanos asomaban sus cumbres tímidos y solitarios.



--¡Qué preciosidad! ¡Mira qué paisaje se nos muestra, Antón! Antes, en otros tiempos, ya habríamos aparcado y cogido sendero para caminar un rato. --Le decía Marisa a su marido que conducía tranquilo, sin prisa. Ellos, conocían bien el entorno. 




--Bien, si tú quieres, vamos a caminar un rato. --Dijo y, acto seguido, aparcó el coche a la orilla de la carretera. No había mucha circulación por ella, ni casas, ni signo de vida humana en muchos kilómetros a la redonda. Se pusieron los chaquetones y cogieron los paraguas, el cambio del tiempo era imprevisible por allí.



Se adentraron por una senda limpia de maleza y anduvieron largo trecho entre los helechos de la pinada llena de morrenas que fuera dejando a su paso el glaciar que en tiempos remotos cubría el entorno. Éstas, cubiertas de musgo, daban al paisaje un toque de encanto y ensoñación. Los dos se habían amado en este lugar de encanto sublime. Difícil olvidar los momentos de feliz unión de sus almas gemelas en tantas y tantas salidas a disfrutar de la naturaleza en solitario. Conscientes del gran regalo que la vida les había otorgado al permitirles encontrarse, reían felices, cuando, de pronto, una sombra fugaz se cruzó en el sendero. Desapareció al instante, y cientos de flashes intermitentes, disparaban sus destellos sobre todo el bosque. Perdieron el sentido. 


Cuando recuperaron la conciencia, se hallaban en sendos sillones, tumbados y sujetos a ellos por fuertes cinturones que les impedía cualquier movimiento. Tenían ante sí una pantalla gigante que mostraba sin cesar diapositivas tan perfectas, que era imposible saber si era la realidad o la ficción.


Lo mismo mostraban secuencias de hombres primitivos cazando y pintando en las cuevas, que a las tropas romanas en pleno combate. Vieron a Napoleón en su terrible retirada de la nación rusa. También vieron las tres carabelas a su llegada a las costas americanas, la batalla de Trafalgar... 


 Entre secuencia y secuencia, llegó la gran sorpresa: apareció un equipo de científicos; hacían experimentos con dos primates, en un laboratorio ultra-moderno adelantado en el tiempo. Se veía en unos monitores, cómo les modificaban su A. D. N. con unas sustancias inyectadas sacadas de otros seres que parecían estar en hibernación.




 Vieron cómo esos simios procreaban evolucionando hasta el punto de llegar a desintegrarse para luego reunir sus moléculas y aparecer en otros planetas a millones y millones de años luz de distancia. Después, la pantalla quedó en blanco.



 Despertaron sentados en los asientos de su coche. Nunca supieron si fue realidad o fue un sueño. Se compenetraban tan bien, que no les sorprendía tener sueños por separado con idéntico contenido.   












  


domingo, 11 de enero de 2015

SÓLO EL HOY EXISTE

 La gallina Patueca andaba un poco desconcertada. Sus ansias por saberlo todo, a pesar de sus años, no habían disminuido. Buscaba gusanos y, antes de comerlos, les hacía una disección para comprobar qué habían comido el día anterior. 

--¡Patueca, Patueca! --Le decía Gaspachón, que pasaba de todo y sólo pensaba en..., bueno, en lo que piensan los gallos. 
--¿Para qué quieres saber a tu edad lo que comen los que comes?

--Porque, si no estoy bien alimentada, estoy más perdida que una rata. Tú, ¿no has oído decir que somos lo que comemos?

--Sí, y veo a las claras que, si como un gusano, no me transformo en gusano --decía Gaspachón.

--¡Qué falto estás de conocimientos! --Le decía Patueca-- Yo no he perdido el interés por aprender. Necesito encontrar a gallos o gallinas que no hayan perdido el interés por enseñar. Tú no te encuentras entre ellos. Adiós, Gaspachón.








sábado, 10 de enero de 2015

HAGAMOS UN PUENTE

 Hagamos un puente,
 Entre la alegría y la tristeza,
Un puente que una,
La abundancia y la pobreza.
 Hagamos del mundo,
 Un lugar mejor,
 donde no haya pena,
y reine el amor.

jueves, 8 de enero de 2015

FENÓMENO EN LA PISTA

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¡Quién pudiera!
Deslizarse por la pista,

Entre pirueta y pirueta,
Hallar consuelo,

También quisiera volar,
Y navegar en el viento,
Surcar las olas del mar,
Sentir de su brisa aliento.

miércoles, 7 de enero de 2015

SIN SOL NO HAY SOMBRA

  Un día nublado y triste, meditaba Julio sobre el misterio de la existencia. Pasaban los días y su estado de ánimo era tan inestable como los cambios del tiempo. Si lucia el sol, su melancolía desaparecía igual que las nubes desaparecían del cielo.

 Salía de casa un día de los que se le hacía cuesta arriba superar su abulia con intención de tomar unas copas para de alguna manera alegrar su existencia. Solía hacerlo con más frecuencia de lo deseable, pero algo iba a suceder que cambiaría su vida para siempre:

 Allí, en el mostrador del bar, apareció ella. Con su sonrisa contagiosa y su belleza sin par. Se conocían desde la infancia, pero hacía tiempo que dejaron de verse. Los avatares de la vida alejan y acercan a las personas de un modo caprichoso y desconcertante:

--¡Julio! Lo saludó, como si se hubiesen visto el día anterior.
--¿Qué haces bebiendo a estas horas de la mañana? 
A Julio, casi se le escapa una lágrima indiscreta.

--Los días nublados ejercen sobre mí una sombra, que solo soporto bebiendo. Le dijo.

--¡No me vengas con esas! Le dijo su amiga. --A ti, lo que te faltan son inquietudes, proyectos. Prueba a hacer algo positivo que te satisfaga y comprobarás que si no hay sol no puede haber sombra. 

Sintió una atracción hacia ella que antes no había sentido. Algo en su interior había sufrido una metamorfosis inexplicable: un proyecto nuevo. También comprendió que las peores sombras son las de nuestro interior. 


lunes, 5 de enero de 2015

LA CASA VERDE

 ¿Quién vive en la casa verde?

¿Acaso vive la castañuela? ¿El tambor o la pandereta?

--No, allí vivo yo. Soy la ilusión, la alegría de vivir. ¿Quieres comprobarlo? Dime, ¿Quieres visitar mi casa? 

Permanece abierta siempre. Me llamas y vengo. Pero he de hacerlo con el sentimiento porque tengo mis 
pies y manos clavados en un madero. Ni me duele, ni lo siento.
 Lo hice así para que sepas que nunca 
podré marcharme si el demonio me tentara.  


Vuela libre gaviota.
¡Qué nadie corte tu vuelo!
Protege  tus bellas alas,
De la suciedad del suelo.

QUE SI O QUE NO

 --Mamá, ¿yo soy un pollito, sí o no?
--Vamos a ver: ¿Tú, qué quieres ser?
--Yo, un pollito.
--Pues eso serás, y ninguna otra cosa.
--¿Y si envejezco antes de conseguirlo?
--No te preocupes, si estás en ello, hasta que no lo consigas no envejecerás.

EL CONDUCTOR

 El microbús estaba estacionado en lugar permitido esperando a los pasajeros tal como estaba previsto. Apuntaba el alba y el día se presentaba en inmejorables condiciones: sereno, espléndido. Habían ocupado sus respectivos asientos todos los componentes del grupo. Era la hora acordada para la salida y el conductor no aparecía. 

El jefe de la expedición estaba atacado de los nervios, pues habían encontrado el microbús abierto pero allí no había nadie.
Pasaba ya medía hora de lo acordado, se disponía a llamar a la central cuando apareció un hombre de mediana edad de aspecto dudoso. Vestía uniforme rojo y gorra verde. Sus ojos eran tan pequeños que apenas se veían y su boca, grande, ocupaba su cara.

--Buenos días señores y señoras. --Saludó. Acto seguido puso el vehículo en marcha y salió del aparcamiento con dirección a la autovía.

Sin saber por qué, el misterio se cernía en el ambiente. Como era costumbre, el jefe de expedición se puso al micrófono para cumplir con los protocolos pertinentes para la ocasión, pero éste no funcionaba. Volvió a ocupar su asiento y el silencio se hizo patente. El microbús, más que correr, volaba. Los pasajeros se acomodaron y casi todos quedaron dormidos. 

Una intrusa ávida de aventuras se había colado en el grupo. "Ciudadana del mundo" (que así se calificaba ella) hacía poco que se había integrado en el coro de aficionados, sólo por vivir la experiencia. Todos quedaron dormidos menos ella. Impresionada por la fisonomía del conductor, le observaba a través del retrovisor.

Su estupor llegó a límites insospechados al comprobar que, cada vez que se cruzaban con coches de cierta marca específica..., ¡cambiaba su fisonomía! Ahora era un adonis de ojos azules con pelo color zanahoria, para al rato aparecer un moreno de pelo rizado con ojos de infarto. La "ciudadana del mundo" ni se inmutó.

Siguió observando calladita, sin ruido que la pudiese relevar de la experiencia. Se levantó con sigilo, y se colocó junto al conductor. Éste, en aquel preciso momento, acababa de transformarse en el bellezón de un actor de moda que todos conocemos... (a vuestra imaginación corresponde averiguar de quién se trata,  "arrasa en las pantallas"). Él, le dirigió una mirada seductora y le dijo: 

--Abróchate el cinturón, que despegamos. Acto seguido, como si de un reactor se tratase, salieron a todo gas hacia el espacio infinito.

No habían pasado más de dos minutos cuando habían aterrizado en un pueblo andaluz. Se celebraba un encuentro de conjuntos musicales aficionados, allí se dirigía la expedición,  estaban invitados. 

Los componentes del conjunto, ni se habían percatado de lo sucedido, pues el conductor, lucía su físico de entrada, según observara nuestra ciudadana, no había coches de aquella marca por allí.

sábado, 3 de enero de 2015

LLUVIA EN LA PINADA

--Unas gotitas de lluvia nunca vienen mal. --Decía Antón, que buscaba setas bajo los pinos.

Buscó un lugar para guarecerse pues empezaba a llover fuerte. Vio una cavidad en una roca oculta entre pinos y maleza. Abrió paso entre las zarzas y espinos y se acomodó en cuevita, dispuesto a dar buena cuenta del bocadillo de calamares que llevaba en la mochila. 

Disfrutaba viendo los pinos que se desperezaban y se mecían acariciados por la lluvia y el viento. En sus pensamientos, danzaban preguntas sin respuesta y sueños sin realizar. De pronto, intuía miles de ojos que le miraban y voces que le hablaban. Eran los pinos que le decían con sus bocas de sabia y verde clorofila:

--¿Qué hace un anciano en estas soledades? Sabemos que las setas no te gustan. Son muchos años los que te vemos merodeando por aquí. Escuchamos tus pensamientos y te conocemos. Cada año te despides como si fuese el último que vienes.

 No te despidas más. Volverás siempre, pues tu esencia queda plasmada en el viento. ¿No oyes cómo sopla y mece nuestras ramas? Así se mecen tus acciones en las almas que te han transitado en tu caminar por la vida. Queda esparcido tu trabajo y sentimiento, fructificará, se hará un bosque de fresca y verde pinada viva.

--Estoy comiendo mi bocadillo con tanto placer que, eso que me decís me suena a chino. ¿No estaréis confundidos? Os aseguro que, a mí, las setas me gustan, y, no me despido de nada. Voy a apurar mi vaso hasta el último sorbo. Daré de mí mismo hasta que me quede algo que dar. Cuando no pueda dar otra cosa, daré buen ejemplo. 

viernes, 2 de enero de 2015

DUELO A MUERTE

 Una mirada torva y una mirada diáfana se batían a esgrima en duelo a muerte:
--¡Soy dueña de tus sentimientos! --Decía la mirada torva blandiendo su sable con maestría tal que causaba espanto.
--¡Nadie es dueño de mi voluntad sino yo! No seré dueña de mis sentimientos, pero sí de mis actos! ¡Lucharé hasta rendirte en una estocada a muerte! --Decía la mirada diáfana. 
Una rata de cloaca observaba la contienda asomada por una tapadera rota de una alcantarilla. 
--¡Qué buenos maestros han tenido! --Decía asombrada del hábil manejo de las armas de ambas. 
--No me marcharé de aquí hasta ver cuál de las dos clava la estocada.  

UN LIBRO ABIERTO Y DOS AZUCENAS

El brillo de dos velas,
Un libro abierto,
Y dos azucenas. 
Bonita composición,
Para con luz cenital,
Alumbrar las penas. 
 

SUSPIRO Y MEDIO

 Con su falda de medio suspiro, y sus piernas de suspiro y medio, imposible pasar desapercibida. La niña, que ya no es tan niña, abrió con brío, un poco inapropiado, la puerta de su flamante coche.

 Sentó sus posaderas en el asiento, y con ademán estudiado, metió sus dos piernas juntas dentro del coche. Cerró la puerta, y, tal como lo haría aquella persona que sabe que la están mirando, arrancó. Dirigió su mirada hacía su lado derecho y fue un momento mágico: sus miradas se encontraron; fue entonces cuando pensó: "qué peligro tenemos, tú y yo". 

Apenas se conocían. Asistían a clase de inglés, y casi no hablaban entre sí, pero, cuando sus miradas se cruzaban, una corriente eléctrica le daba la gran sacudida, con la certeza de que a él le sucedía otro tanto.

Los debates entre alumnos solían ser frecuentes alentados por el joven profesor. Ella, nunca participaba, su timidez se lo impedía.
Aquella mañana de enero, con vientos racheados, habían coincidido en el bar desayunando. No compartían el mismo barco.

AVENTURAS DE DOS SUPERVIVIENTES

Se calentaba el agua en un puchero. Dos bacilos asustados se decían: 
--¡Tenemos que escapar de aquí!
--¿Y, cómo?

Pronto la solución a su problema se presentó en forma de dedo. Vieron cómo una mano levantaba la tapadera del puchero e introducía en el agua una uña grasienta... Quizás para comprobar la temperatura del agua. Se agarraron a ella como náufrago al madero que flota a meced de la marea. 

--Espero que el dueño de este dedo no use mucho el jabón-- decía el superviviente número uno.

--Quizás ni lo conoce; el aspecto de esta uña denota su completa ausencia-- decía el segundo superviviente.

--Nosotros, por si acaso, nos meteremos en el primer resquicio que se nos presente a tiro. No me gustaría desaparecer sin multiplicar mi especie.

Aquel dedo, pertenecía a su vez a una mano que, también ella, a su vez, pertenecía a un brazo que pertenecía a una anciana. Ésta, vivía hace muchos, muchos años, en una casita de adobe en el bosque junto al río.
Ella, se comportaba según le enseñaron los mensajes culturales que sus ancestros fueron transmitiendo generación tras generación. 

Cuando sentía la comezón en un oído, introducía su dedo índice en el orificio que se encontraba en su oreja, allí mismo donde la comezón fastidia, y  lo agitaba con vehemencia hasta lograr alivio.

Esta situación hizo acto de presencia para regocijo de nuestros dos bacilos. Se quedaron enganchados en el cerumen que protege al oído interno de microbios y bacterias.

Nuestros supervivientes, pronto cayeron en la cuenta de que aquél, no era, el lugar adecuado, pues cada vez que la anciana llamaba a sus gallinas dispersas por los alrededores para agregar un poco de cereal a su dieta: --¡Piula!--¡Piula!-- sentían como martillazos directos que hacían peligrar su seguridad bacilona.

Decidieron que lo más sensato era espabilar; cuando apareciese el dedo por allí, se marcharían a un lugar más tranquilo.

No tardó el dedo inquieto en aparecer. Preparados como estaban, se acomodaron en su uña y salieron de una para meterse en otra, pues el dedo fue directamente hasta la nariz. El cambio no fue acertado, pues aquello era una corriente vertiginosa que pretendía arrástralos hacia no sabían donde.
El superviviente número uno se lamentaba:

--Más nos valdría  haber quedado en el puchero. Oí decir a mi abuelo que el agua hirviendo no puede con nosotros.      






1! 

  

jueves, 1 de enero de 2015

PASO INCIERTO


La gata Saufina tenía problemas de convivencia. Vivía en una casita del bosque, donde se supone que tendría que ser feliz, pero no lo era. 
Tenía escritas en su cara sus frustraciones. A Saufina se le habían caído los bigotes.  Decidió marcharse un día de sol. Caminaba triste sin saber a dónde ir. La noche se echaba encima y no encontraba cobijo.

 De pronto, en la orilla del camino, apareció ante sus ojos la casita "zanahoria". Le pareció un encanto. 
--Voy a probar suerte aquí-- se dijo a sí misma. Cuando entró dentro fue de sorpresa en sorpresa, pues, junto a la chimenea, sentado en un sillón de orejas, se hallaba un conejo con gafas que leía el periódico. Lo más chocante era que lo tenía con las letras hacia abajo. Con sigilo, nuestra gatita se escondió detrás del sillón.

 Casi al momento, apareció una gallina, que, muy placenteramente, se acercó al conejo y, justo delante de él, abrió sus alas, se agachó y puso un huevo. Acto seguido, al huevo le salieron patas y salió corriendo. Parecía que se dirigía  fuera de la casa, pero no. Se metió en la sartén y se hizo una tortilla.

 Una vez hecha, acudieron cuatro ratoncitos que comían con avidez de ella. Según tragaban se encogían y encogían hasta quedar del tamaño de una hormiga. Se acabaron la tortilla y quedaron desaparecidos.

Una niña, vestida a la antigua, salió de un armario que había en el pasillo.
 Se dirigió hacia la chimenea donde estaba sentado el conejo y, cogiendo el periódico, se lo puso con las letras hacia arriba. El conejo, dando saltos, lloraba y pataleaba. 

Los ratones empezaron a crecer y crecer. La gallina también hizo aparición. Empezó a poner huevos uno tras otro. Éstos a su vez, según les iban saliendo sus patitas se ponían a jugar al corro con tal algarabía, que se hacía imposible entenderse allí. 

--¿Estaré soñando?--Se decía para sí Saufina.
La niña se le acercó y alargó su brazo para cogerla. Saufina, quiso salir corriendo, pero cuanto más corría, el brazo de la niña se alargaba y alargaba, hasta cogerla por la cola.

Saufina, le dio un mordisco en la mano a la niña y escapó.
Volvió corriendo a su casa. 
--Aquí tengo que estar y procurar ser feliz.   




MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...