Año dos mil veintiuno.
Siento, mi corazón late.
Me estremezco.
Sale mi lengua de fuego
Arrolla y destroza lo que toca
Allá por donde pasa.
¡No me culpo!
¡Soy madre!
No estoy llorando, ni gimiendo...
Solo sigo las reglas de lo establecido...
Solo estoy alumbrando.
Y lanzo al espacio la esencia de la vida
Con sus desechos y sus cenizas.
Y todo sigue su curso...
Algo muere...
Para que algo viva.
María Encarna Rubio
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