lunes, 29 de junio de 2020

La gran sorpresa

Recorriendo el mundo en trenes legendarios. - Viajar es para siempre

 

Lilia se dispuso a pergeñar con desgana los preparativos de un viaje imprevisto, había recibido la noticia de que su tía Nola había fallecido.

Ella se encontraba tan gris como un día lluvioso, desde que quedó viuda no levantaba cabeza. 

 

No estoy para duelos—se decía—. Estarán los primos de Madrid, los de Málaga… hace años que no los veo y mis ánimos no están para cumplidos.

Debería decir que estoy indispuesta, pero…  no puedo dejar de ir. Los sobrinos somos los herederos directos. Habrá hecho testamento, supongo. La finca con las colmenas se la dejará al primo Eladio.

 Siempre tuvo predilección por él. Cualquier deseo que él manifestaba se apresuraba a complacerlo. Un día le vio manipulando una colmena: "le compró un libro de apicultura y lo necesario para comerciar en esa especialidad". Decía que el negocio de la miel era legendario y lucrativo. Seguro que lo ha nombrado su único heredero.

Cuando tuvo hecha la maleta, se sentó a descansar, la depresión se adueñaba de ella con cualquier esfuerzo.

Miró sus piernas y pensó que para su edad, se conservaban muy bonitas.

¡Cuánto le gustaban mis piernas a mi Adolfo! —pensaba—, ¡me quería tanto! Era tierno y dulce conmigo. Hasta el día de su fallecimiento me llenó de cariño y de halagos. Sus últimas palabras fueron: «Eres lo mejor que me ha sucedido».


 Con estas cavilaciones se fue a la estación a coger el tren que la llevaría al pueblo donde había vivido la tía Nola.

El trayecto fue transcurriendo con toda normalidad. Le tocó asiento junto a la ventanilla y fue mirando el paisaje sin ningún interés, simplemente para no tener que entablar comunicación alguna con la pasajera que tenía enfrente, no dejaba de masticar chicle y no le caía bien.

Al llegar al pueblo nadie la estaba esperando. Cogió un taxi, que por cierto olía a muy usado, y sin mediar palabra con el conductor llegó a casa de su tía.

Pensaba que la encontraría de cuerpo presente, pero no, ya la habían enterrado. Todos los primos esperaban junto al abogado para la lectura del testamento.

Llegado el ansiado momento el impacto fue impresionante: en el testamento se les comunicaba que la tía Nola había sido madre soltera, y que Lilia era hija suya.

Para evitar la deshonra de Nola, maestra de escuela, a la niña la crio su hermana Cándida, por lo cual, Lilia era heredera universal de todos sus bienes.

Lilia no supo qué pensar. Todo era muy extraño. Había cuchicheos entre los presentes incapaces de ocultar su decepción. 

Se fueron pronto. La sorpresa los había dejado muy confusos. Solo mediaron unos cumplidos protocolarios y un adiós apresurado.

El abogado le dio las llaves y las cuentas, y quedó sola en el vetusto caserón.

Anduvo revisando toda la casa. Estaba limpia y muy cuidada, como corresponde a una maestra de escuela.

El dormitorio principal la dejó anonadada, de estilo medieval con incrustaciones de marfil, había pertenecido a la princesa de Éboli. Las sábanas y la colcha eran un primor digno de una noche de bodas.

Estaba impresionada de la herencia que le había dejado la tía Nola. 
 
No pensaba en ella como si fuese su madre, nunca podría hacerlo. Ella había disfrutado de una madre perfecta y amorosa y todo lo demás no le preocupaba lo más mínimo.

Se cercioró de que la cama estaba bien dispuesta para dormir en ella y se dispuso a pasar la noche allí, en su casa, donde  debió crecer y vivir.

Se puso el camisón y quedó extasiada, las sábanas con olor a jazmín y espliego competían con las de «Marilyn con Chanel nº5». 

En su sueño recibió la visita de Adolfo, el amor de su vida; este hizo gala de su habilidad para los juegos amorosos: «pasaron juntos una  fantástica  noche de amor»  

 María Encarna Rubio 


 
 


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