Sonaba la marcha nupcial en el órgano del coro de la iglesia. El misterio se cernía por todos los rincones. En todos los bancos vacíos había partituras esparcidas con la composición de la música que sonaba. Era de madrugada y nadie se sentaba en banquillo del órgano.
Los vecinos alarmados salían somnolientos a averiguar qué pasaba en el templo. Llevaban varías noches escuchando en la madrugada los sonidos de las notas musicales que salían con fuerza inusitada hasta el punto de saltar en pedazos las vidrieras de las ventanas ojivales.
De pronto, una campanilla sonaba y una voz potente decía desde lo alto del campanario:
--¿Porqué ya nadie viene a rezar el rosario de la aurora? --
Cesó la marcha nupcial y todos vieron salir del templo una comitiva de novias vestidas de blanco. Ninguna tenía rostro, y sus ramos de novia eran de flores negras iluminados con los destellos de cientos de luciérnagas. El fantasmal cortejo se detuvo y formadas en circulo gritaban:
¡¡Somos las novias de los niños abortados!!
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