Estaba el conferenciante en el estrado, estático, imperturbable, metido de lleno en su papel de comunicador. Se expresaba con la soltura que lo hace la persona ducha, con años de experiencia en ese cometido. El tema le fascinaba. Miraba sin mirar, y salían las palabras con perfecto siseo:
Señores, el gran manipulador menosprecia la capacidad de captación de sus manipulados. Piensa que son un rebaño fácil de conducir al redil pretendido. Dice sus discursos. Todos le creen y callan, aplauden, asienten..., según cree él.
Los manipulados saben que lo son. Se dejan manipular por que así les conviene: Yo manipulo, tú manipulas, él...
Éste es el verbo mejor conjugado del idioma universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario