jueves, 9 de febrero de 2023

Fue en Sumeria

 


 Hace muchos años, en un pueblo donde se adoraba a muchos dioses falsos, vivía un hombre casado, cuyo padre se ganaba la vida haciendo imágenes de dichos dioses. También reparaba aquellas imágenes que por accidente o cualquier otro motivo se rompían o estropeaban. 
Él, se conmovía y extasiaba viendo las maravillas creadas en la naturaleza, el cielo estrellado con la luna y el sol... 
Un día que su padre había reparado a un ídolo poniéndole una cabeza nueva, se dio a meditar sobre el hecho: "¿Cómo puede ser que este al que mi padre arregla la cabeza cuando se rompe pueda crear cosas tan maravillosas y grandiosas? " Después de mucho pensar y deducir decidió contar a su padre y hermanos que no trabajaría más en el taller, ya que esos dioses que ellos hacían eran falsos, que el creador de todas las cosas era otro Dios más poderoso que aquellos. 
Recibió muchas reprimendas y hasta lo querían echar de casa. 
Una noche, cuando todos dormían, rompió con una estaca todos los ídolos menos el más grande de todos, al que le puso en la mano aquello con lo que había roto a todos los demás. 
Cuando a la mañana siguiente entraron y vieron aquel destrozo, él les dijo dirigiéndose al ídolo armado: "¡Mirad! !Ese es el culpable"! 
Todos dijeron que era imposible, que ese no podía hacer nada. 
Y fue entonces, que marchó a las soledades del desierto en busca del Dios verdadero. Anduvo y anduvo hasta que en la cima de un monte vio una zarza que ardía y nunca se consumía... Una voz sonora traída por los vientos le habló:
"¡Abraham!" Deja Sumeria, y a tus padres y hermanos, y ve con tu familia a la tierra que yo te daré. Serás el padre de una gran nación y tus descendientes serán más que las estrellas del cielo.
De esta manera, dio comienzo el largo camino seguido por los hombres y mujeres que prepararon el camino del Pueblo de Dios. Historias y relatos apasionantes descritos en el libro más leído de todos los tiempos:
"La Biblia"
 


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