viernes, 10 de febrero de 2023

El hijo de Abraham


 Abraham fue obediente al mandato de Dios y marchó con su mujer Sara, sus esclavos y todas sus pertenencias, en busca de la tierra que le había prometido Dios. Fue trabajoso y de grandes dificultades, pero siguiendo las instrucciones que recibía del mismo Dios, llegó a un valle fértil y allí se instaló. 
En aquellos tiempos, era muy normal que los hombres tuvieran varías esposas, pero Abraham, que era de una honestidad asombrosa, solo amaba a su mujer y no quería a otra, a pesar de que no habían tenido ningún hijo. 
Sara le rogó muy encarecidamente que probase a tener hijos con una esclava egipcia que ella tenía, cosa que también en aquellos tiempos era de lo más normal.
Abraham, por tener descendencia, así lo hizo, y le nació un hijo que fue su alegría, pero Dios tenía otros planes para él. Un día recibió la visita de tres enviados por Dios que le anunciaron que su mujer, Sara, tendría un hijo al que le pondría de nombre Isaac. 
Sara, que de lejos escuchó al visitante, no pudo por menos que echarse a reír, pues ella ya tenía cien años y Abraham algunos más.
El visitante la increpó diciendo que para Dios no hay nada imposible y al año siguiente tuvo un hijo, al que sus padres amaron y cuidaron con esmero.
Abraham educaba a Isaac en la honestidad y en la adoración del Dios verdadero. Dios quiso probar la fe y la sumisión de Abraham pidiendo de su viva voz que le ofreciera a su hijo en sacrificio. 
Abraham, que confiaba en Dios, se dispuso a consumar su mandato y Dios detuvo su mano ofreciéndole un cordero para la ofrenda.



                                       





 


 

 

 

 

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