El ratoncito Perolo estaba muy preocupado, a su amiga la gatita Rufina le estaba sucediendo algo extraño, muy extraño: cuando él la conoció tenía un pelo sedoso que daba gusto
verlo, con un color intenso, brillante y .Ahora en cambio, tenía un aspecto sucio y desnutrido. Y no era que ella no se alimentaba bien. Estrella, la niña que vino a la casita del bosque acompañada de la cabrita Maruja, traía comida rica todos los días.
Rufina no superaba la fechoría que le hicieron abandonándola en el bosque un día de lluvia. Siempre estaba agresiva y erizada, ba la defensiva.
Perolo se lo advertía:
Rufina, esos arrebatos te van a destrozar. Tus nervios se alteran tanto que se encogen. Serás raquítica y decrépita siendo como eres joven y bella.
No hay cosa más dañina que los pensamientos negativos.
Sonríe, sé feliz. Sal de casa y verás cuan bella es la naturaleza. El bosque nos regala frescor y el Sol un calorcito que anima.
Si quieres encontrar un amor que te reconforte tienes que cuidarte. Son raros y muy escasos los gatos que quieren a gatas escuálidas.
Y como Perolo todo lo hacía con poemas, le compuso este que os voy a decir por escrito:
Qué tendrá mi gata bella
Que le ha cambiado el color.
Hasta sus lindos bigotes
Causan un gran estupor.
Sus ojos se ven orlados
De un círculo carmesí
Sin su brillo esmerilado
De alegría de vivir.
¿Qué rondará el pensamiento
De mi gata tan querida
Que sin faltarle el sustento
No disfruta de la vida?
Si no cambia sus maneras
Y su genio no controla
Dándome algún cariño...
¡Tendré que dejarla sola!
María Encarna Rubio
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