lunes, 16 de noviembre de 2020

El día a día de una octogenaria 2

 Ayer a las cinco de la tarde fui a la consulta de la podóloga, por este motivo no pude hacer la siesta. A las ocho de la tarde estaba agotada. Me fui a la cama a descansar a las ocho y media, cosa inusual en mí, nunca me acuesto antes de las doce de la noche.

Me sorprendió sobremanera la joven que me hizo la limpieza de mis durezas en los pies, se mostró comunicativa y natural, me fue sacando poco a poco empatía al mismo tiempo que me cortaba las uñas y me sacaba los callos. Antes de salir de casa había hecho el propósito de mostrarme lacónica y discreta, nunca me siento bien después de explayarme ante extraños, pero la sencillez de la joven dio al traste con mi intención. Hablamos sin parar durante hora y medía que duró el proceso.

Se tocan muchos temas en hora y media. Me dijo que tenía veintitrés años. Como comprenderéis, una niña, comparada conmigo; " Un libro con casi todas las páginas en blanco"; una historia sin relatar apenas. Es increíble la experiencia que se tiene almacenada a los ochenta años. Lo averiguas cuando lo contrastas con alguien que tiene todo por vivir. La juventud es maravillosa, pero al final de la charla llegamos a la conclusión de que la mejor edad es a partir de la jubilación... Si has llegado a ella en condiciones óptimas para poder disfrutarla. ¿Es cosa de la genética? Algo intervendrá, pero la trayectoria del camino recorrido es lo más importante. Tengamos la edad que tengamos no se puede vivir sin proyectos y sin ilusión, aunque sepamos que solo nos queda un día.

Hoy, como es natural, me he despertado a las siete de la mañana, fresca y descansada después de tantas horas en la cama, durmiendo. Me he levantado a dar comienzo al nuevo día, quedé con unos amigos para salir a dar una caminata por los alrededores del pueblo a las nueve de la mañana. Es algo que me encanta. 

El lugar dónde vivo es una maravilla. Tiene la zona Sur limitando con la vega del río Segura, que no es muy caudaloso, pero va dejando tras de sí un vergel de verdor y de vida. Me maravilla ver los bancales recién labrados abancalados para los plantíos de las hortalizas, que ya crecidas, son un espectáculo de perfección y de belleza: las coles, las lechugas, las plantas aromáticas tales como el cilantro, la hierba buena y el perejil, que perfuman el ambiente a poco las mueva la brisa.

La zona Norte era campo secano, pero la pericia del hombre ha subido el agua y lo ha convertido en una continuación de la huerta, en su gran mayoría al cultivo del limonero. Son famosos  nuestros limones que invaden las plazas de muchas partes del mundo derramando salud y vida.  

 

  

 

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