Es normal y natural: si el ambiente que respiras está cargado de impurezas, las funciones vitales no pueden ser perfectas, y la consecuencia se traduce en una mayor debilidad ante las enfermedades y una vejez prematura... (`muchos problemas´); por consiguiente, te recomiendo un cambio: realiza un giro radical hacia una vida más sana, y el poder autoregulador de tu organismo le devolverá a tus funciones vitales el ritmo y rendimiento normales.
Sensio, después de escuchar las recomendaciones de su amigo el doctor Pemae, se dispuso a seguir sus consejos. Lo primero que haría sería dejar de fumar. Había llegado a un punto, que de seguir así, tendría que dejar el trabajo, y eso..., era grave.
Caminaba cabizbajo. Hacía repaso de sus actividades y de su modo de vida. Las compañías que frecuentaba, todos y todas, contaminaban su vida más que el aíre que respiraba. Nada podía seguir como hasta entonces. Se sentó en un banco del paseo que transitaba y sacó de su bolso una agenda. Canceló varías reuniones previstas desde su móvil.
Justo enfrente de donde estaba sentado, un rótulo en letras muy grandes, anunciaba: S. F. Gimnasio 24 h. (SPA).
Se levantó del banco y se dirigió en aquella dirección con intención de entrar en recepción. Esta misma tarde empezaría a trabajar para una mejor forma física. Justo cuando abría la puerta, sintió que alguien le asía por el brazo: Era Calista, la chica que había conocido unos días atrás. Le sonreía de aquella forma tan excitante que le hacía vulnerable y lo dejaba a merced de sus deseos. Desde su divorcio había conocido a muchas mujeres, pero como ella, ninguna. No había tenido ningún prejuicio en irse con él a la cama el mismo día que se conocieron y le proporcionaba gran placer su presencia.
A punto estuvo de dar al traste con el cambio que se había propuesto y aceptar la invitación que le estaba proponiendo Calista, pero al ir a dar la vuelta, un látigo despiadado se disparó hacía sus lumbares y quedó inmovilizado por un corto espacio de tiempo. Fue corto, pero suficiente, vino a su memoria la pensión que tenía que pasar a Dijela, su ex, para sacar adelante a Mico, su hijo; el alquiler de su reducido apartamento, y todo lo que tenía pendiente...
—Calista, ya nos vemos otro día, pequeña —dijo algo compungido, ya que su gusto hubiese sido marcharse con la chica... ¡Tan mona ella! ¡Con aquella boca de dientes perfectos!
En aquel momento, cruzó como un relámpago su mente, la imagen de los feos dientes que tenía su ex, Dijela... Pero, ahora..., no sabía ni cómo, ni cuando... ¡Bueno, si lo sabía! Ésta, le había dicho que Mico necesitaba ortodoncia y le había sacado un pastón; pero, había optado, porque el dentista le pu siese la ortodoncia también a ella. Ahora lucía una boca tan perfecta como la de Calista. Mira por donde, la única cosa que no le gustaba de ella la había hecho desaparecer ahora que él no estaba en su vida. Y lo peor de todo era que lo había pagado él con el dinero de sus vacaciones. Su madre tenía razón cuando le decía que él nunca se iba a espabilar.
Se marchó Calista, y Sensio entró resignado a registrarse como nuevo usuario de aquel gimnasio que le prometia: S. (salud). F. (fuerza). Y que consumiría todo su tiempo libre fuera del trabajo. Músculos a cambio de las salidas a lugares de ambiente contaminado por los alientos de gentes que contaminan cuando hablan, cuando miran, cuando ríen y cuando besan, aunque luzcan una perfecta dentadura.
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