miércoles, 27 de junio de 2018

MIS QUERIDOS JUBILADOS


En la hermosa casa de los cactus gigantes, antes, en tiempos relativamente cercanos, todo era alegría y bienestar: la alegría y bienestar que proporciona la buena posición económica y la buena marcha familiar en todos los sentidos; pero, la sombra de los cactus se había hecho "alargada" y, todo eran sombras:  

 Recientemente jubilado, a Arturo le habían detectado en el intestino delgado una anomalía peligrosa. Ese mal que da miedo pronunciar. 

El golpe, duro de asimilar por todos, tenía a toda la familia sumida en la más triste desesperanza.  ¿Cómo se reacciona en un caso así? Los amantes de la vida y con gran sentido positivo nunca se rinden. Siempre encuentran la manera de salir adelante. 

Después de todo el proceso que requiere la fatal enfermedad, no  quedó en casa esperando a que todo su sistema vital fuese aniquilado, puso en acción su sentido práctico de la vida y se dispuso a disfrutarla sin perder ni un segundo de su tiempo. Buscó calor humano entre amigos. Es primordial el contacto social para mantener buen estado anímico. Los amigos son la sal de la vida.

Arturo era un hombre divertido,  sobresalía por su ingenio contando chistes; a veces,  se subían de tono y resultaban de mal gusto y hasta obscenos, cualquier persona con algo de pudor se sonrojaría oyéndolo, pero los amigos respondían con grandes carcajadas, y él, se hacía el centro de la reunión. Pinceta, su mujer, ejercía de apuntadora. Cuando veía que se le agotaba el repertorio, que siempre era el mismo, le señalaba alguno de la lista que no lo había pronunciado, y así, se alargaban las veladas de los encuentros casi siempre concertados alrededor de una buena mesa en restaurantes de pueblos vecinos. 

En tiempos de su adolescencia, Arturo tomó clases para aprender a tocar el laúd, y no es que fuese un virtuoso sacando notas al instrumento, pero algo se defendía con él. Ahora, en esta circunstancia...,  le estaba sacando producto a aquel trabajito que se tomó en su tiempo: había formado grupo con unos cuantos amigos jubilados y se lo pasaban en grande. Después de la comida o cena en feliz convivencia, cogían sus  instrumentos musicales y cantaban canciones ya casi olvidadas por todos, pero siempre muy gratas de recordar.

¡Qué importante es almacenar la máxima cultura en las primeras etapas de la vida, y a lo largo de toda ella! De todo nos podremos servir siempre;  es un equipaje muy ligero que llevamos con nosotros. 





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