jueves, 26 de marzo de 2015

AROMAS PARA SENTIR



¡Hay aromas que despiertan los sentidos.  Aroma a melocotón maduro, a manzanas… a rosas de jardín; pero el más delicioso de los aromas es el que desprende la tierra cuando la lluvia la nutre, la penetra hasta lo profundo. También el aroma del mar invade los sentidos, cura los sentimientos negativos y aflora el llanto de amor a la vida. Es, como si el Espíritu Divino se diluyera y penetrara en nuestro ser. No existe cosa más bella que sentir que Dios está y te sonríe, te llena de música celestial y te dice:
Toma la esencia del amor, aspira el aroma de lo bello, vive las notas de los cantos celestiales, todos están hechos para ti. No escuches las malas estridencias que de lo infecto salen. Llora con quien llora: por tus pesares y los de tus hermanos; son los sufrimientos retos para templar los sentimientos; pero date una tregua y mira; todo lo bello está hecho para el que vive.


   

EL FRÍO DEL ALMA


Suri y Sora, eran dos pingüinos muy inquietos. Siempre que el verano se hacía notar en en el Polo, sentían ansias de viajar y ver mundo. Una mañana, a pesar de que ellos podían recorrer nadando kilómetros y kilómetros sin cansarse, decidieron montar en un iceberg y marchar viendo los paisajes. 
Sus vidas, habían transcurrido siempre entre la rutina, y el duro trabajo de sacar adelante al vástago de turno.
--¡Ya está bien!-- Decía Sora-- ¡Quiero tener aventuras fantásticas! Ver lo que hay lejos de los hielos infinitos que nos enfrían hasta el alma. 

  

La luz se hizo camino. Junto con la Aurora Boreal,  apareció la diosa Haía. Los grandes deseos de Sora se hicieron tangibles. Un maravilloso procesador de datos, y un disco de memoria, como por arte de magia, apareció en su cerebro. Fue grabando paisajes de belleza sin igual.

Sus bellos ojos de pingüino, se fueron acostumbrando  a la visión de valles y quebradas.
--¡Oj! diosa Haía, tus poderes sobre mí son grandes; pero más lo son, sobre las maravillas que veo.
Dame la facultad de sentir, de ver más adentro tus misterios. Quiero ver los colores que se ocultan bajo la capa impoluta de la nieve.

El compañero de Sora dormía. Nada de lo que estaba sucediendo lo podía contemplar. Soñaba con grandes bancos de peces. Sus sueños no se hacían realidad, porque, para que un sueño se haga realidad, hay que estar muy despierto.

...Y, Sora, vio la primavera...




...Y, quiso ser una niña...


...Y,crecer..., pasear por el parque...


Formar parte de todas las maravillas... Pero... Suri dormía, y el amor de Suri...

 ¡Era mejor que todas las maravillas del universo!








martes, 24 de marzo de 2015

EL HALLAZGO





Marcos se había levantado trabajador. Era un hombre perfecto. Su día de descanso lo dedicaba a cavar la zanja para hacer la cerca de su jardín. Esa mañana, se desperezaba acariciado por los rayos del sol naciente al nuevo día. Romántico y espiritual, odiaba todo lo mundano, y según él, los bienes terrenos le tenían sin cuidado alguno. Odiaba a los codiciosos, y no transigía ante la excesiva concupiscencia.


 Trabajaba de celador en un sanatorio de enfermos contagiosos allá por los años donde los antibióticos aún no habían hecho su aparición. Salía a dar paseos por el bosque con los enfermos en vías de recuperación. Tenía grandes conocimientos de botánica y conocía toda la variedad de setas comestibles y las no comestibles también.


Era domingo. Su mujer,Vera, se había quedado en la cama. Los madrugares no le gustaban tanto como a su marido.

Tenía en la cocina una cesta llena de setas dispuestas para ser cocinadas. Marcos, algunas veces gastaba bromas a Vera. Hacía simulacros para sacarla de la cama. Esa mañana, llamaba a Vera a gritos de tal manera que tenía a los vecinos expectantes:
--¡Vera, mira lo que he encontrado dentro de la zanja! ¡Baja, que me ayudes, que no puedo subir ésto solo!

Vera, que ya estaba acostumbrada a las bromas de Marcos, se levantó y haciendo caso omiso, se puso a cocinar las setas y a preparar el desayuno. El vecino que estaba intrigado por los gritos de Marcos se le acercó a ofrecerle su ayuda. Llegó a la altura de donde se encontraba Marcos, y cual sería su sorpresa que quedó mudo ante el hallazgo. Había encontrado Marcos un cofre lleno de monedas de oro enterrado en la zanja. El vecino no articuló palabra, pero Marcos vio en su semblante la sombra de la codicia


El vecino no se anduvo con rodeos. Expuso en pocas palabras lo que pretendía. Dijo que aquel cofre lo había enterrado su abuelo y que le pertenecía. Marcos que odiaba a los codiciosos, se abalanzó sobre el vecino y de no ser por Ada, la mujer de éste, lo mata con el pico con el que habría la zanja.

Ada, se interpuso entre ambos. Llena de iluminación y buen juicio les dijo:

--Si seguís por este camino, el cofre no será para ninguno pues vendrán las autoridades y se lo llevarán.

Esas monedas tienen apariencia de ser muy antiguas. Si bien a bien os las repartís, ya que se encontraban en terreno medianero, todos saldremos ganando.
--¡Las he encotrado yo, y no las reparto con nadie!--Dijo Marcos-- ¡No es por lo que valen, es porque odio a los codiciosos!  






        

EL EXTRAÑO



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Estaba tendido al pie de una cascada suave y fría. El agua burbujeante refrescaba su rostro macilento. Había caminado sin descanso todas las horas del día. El intrincado bosque, pleno de exuberante vegetación, no le había brindado ni tan siquiera el alivio del más simple de los arroyos. Parecía que la lluvia incesante alimentaba aquel milagro de vida vegetal. Nada más alejado de la realidad. Las lluvias eran casi nulas en aquellos lugares próximos al gran desierto.

 Él, había querido tener una experiencia sin igual aventurándose por el gran parque protegido. . 
Salió muy de mañana. El hotel donde se hospedaba estaba sumido en el silencio. A nadie notificó su salida ni le vieron partir con su mochila y su bastón. Se dio la caminata hasta llegar a las inmediaciones del parque y se adentró confiando en su brújula y su buen sentido de la orientación. Según caminaba, iba grabando los parajes absorto y extasiado de la maravilla que se le ofrecía a cada paso.

 De pronto, una enorme grieta se abrió a sus pies. Cayó rodando. Apareció en una gruta húmeda y oscura. Algo sorprendente se le hizo esconder su presencia en el lugar con el máximo sigilo. Se celebraba un extraño ritual alrededor de un pequeño estanque. Estaba éste en el centro, rodeado de unos extraños seres cubiertos por algo parecido a líquenes y musgo. Emitían una luz verde y un fuerte olor a moho. 

La cosa más bella que sus ojos vieran jamás, emergió de las aguas. Una bella joven ataviada con traje dorado y alas de hada portaba en sus manos una joya que ofrecía a los danzantes. En ese momento, ella, alzó la mirada y le vio. De sus ojos, salieron dos rayos de luz cegadores.


 Él, con la adrenalina a tope, su instinto le decía: --¡Corre, corre!--. Dio giro sobre sus pasos, y anduvo corriendo por el intrincado bosque perseguido por aquellos rayos de luz que parecían jugar al escondite.


Cayó exhausto al pie de la cascada y perdió el sentido. Nunca pudo precisar el tiempo que permaneció en el estado de inconsciencia. Despertó con el estímulo del sonido de la más dulce de las sinfonías. Abrió los ojos... y, allí estaba ella. emergía de las aguas del remanso y le miraba con su luz cegadora:


--¡Hola! --. Le dijo-- ¿Me conoces? Soy Laurisilva, la hija del misterio de la bruma y del bosque. Mis lágrimas fructifican en miles de dragos y de volcanes. Amo lo bello, la bondad, y la vida. Sumérgete conmigo para vivir en este planeta hecho con el polvo de miles de estrellas.

Cegado por su hermosura, cedió a sus deseos, y desapareció con ella en el fondo del remanso.
Le dieron por desaparecido, pero ellos se encuentra cerca de todo aquél que admira lo bello lo sano y hace la vida agradable a quienes se encuentran cerca de sí.






jueves, 19 de marzo de 2015

HACIA LO INCIERTO


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--Mi remanso, mi paz..., mi casa. --Críspulo ansiaba disfrutar del descanso del guerrero. Dormitar al calor del fuego, sin ruidos, sin alborotos que perturben su somnolencia infinita. 
Ristolina,su mujer, al contrarío, quería verle picando en el túnel que años atrás comenzara, queriendo atravesar el monte que les separaba de la ciudad incipiente.

--¡Levanta, Críspulo! Te has hecho viejo, y el túnel está sin acabar. ¡Qué triste, dejar la vida con los retos impuestos sin terminar! Cuando mueras, no encontrarás la paz. Querrás volver a terminar lo que dejaste a medio.
--¡Calla  ya, mujer del demonio! Si no me importa ahora, ¿crees que me importará luego?
Así pasaban los días. Ristolina tenía que subir el monte y luego bajarlo para recoger los pertrechos necesarios para la vida diaria.

Una mañana de Mayo Críspulo se levantó muy temprano decidido a terminar el túnel; quería ir a la ciudad incipiente. Él nunca había estado  allí, siempre era Ristolina la que subía y bajaba el monte.
También era Ristolina la que cuidaba las cabras, las ordeñaba, hacía el queso, calentaba el horno y hacía el pan. También ayudaba en la siembra del trigo, y en la siega. A veces, tenía que sacar a rastras a Críspulo de debajo de la higuera. Hacía un descanso para echar un cigarrillo y se quedaba traspuesto con el fresquito de la sombra en los calores del estío.

--¡Es una mujer de armas tomar! --Se decía críspulo cuando le obligaba a cortar la leña y organizarla para el invierno.
--¡Qué hombre me ha tocado! --Se lamentaba ella a veces--. Mis hermanas y mis primas prosperan, disfrutan, van a las fiestas, y yo, aquí me tienes, ¡ni hijos me ha dado Dios!
Esa mañana de Mayo oyó  Ristolina los golpes del pico y el azadón.

--¡Dios mío! ¿Se habrá producido el milagro?
Críspulo trabajó sin descanso. Se hizo realidad la ilusión de Ristolina. Por fin, el túnel, que había de conducirla a la ciudad incipiente, desembocaba justo en las inmediaciones de la iglesia del convento de las Hermanas Trinitarias.

Hizo Ristolina una fiesta para inaugurar el túnel. Fueron invitadas sus primas y hermanas, que le llevaron ricos presentes. Desde aquel día, Ristolina hacía visitas a sus familiares y amigos. Paraba poco en casa.

Críspulo, mientras tanto, disfrutaba del descanso merecido del guerrero: 
--Mi remanso, mi paz..., mi casa. 
  
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miércoles, 18 de marzo de 2015

EL SUSPIRO DE LOS ÁLAMOS

Paseaba yo disfrutando de la suave neblina y la llovizna tamizada. Cerraba los ojos y veía danzar ante mi las sombras encubiertas de sueños y anhelos secretos que a nadie he contado. Los días nublados a veces producen placeres serenos y sueños de luz y esperanza. Los olivos y las palmeras que adornan las coquetas plazuelas parecen querer absorber la dulce melancolía que se desprende de las nubes oscuras y envolventes. De pronto, escucho lamentos y suspiros que salen del patio del un colegio silencioso y vacío. La llovizna lo impregna de humedad y de charcos. No hay niños jugando. Los niños se han ido. Miro una vez y otra, no veo a quién 
llora. Reparo en los álamos que bordean el patio y veo sus hojas que lloran la falta de gritos y risas.  --¡No lloréis!-- Les digo. Los niños, volverán mañana. 

martes, 17 de marzo de 2015

LA PRUEBA


Estaba el conferenciante en el estrado, estático, imperturbable, metido de lleno en su papel de comunicador. Se expresaba con la soltura que lo hace la persona ducha, con años de experiencia en ese cometido. El tema le fascinaba. Miraba sin mirar, y salían las palabras con  perfecto siseo:


Señores, el gran manipulador menosprecia la capacidad de captación de sus manipulados. Piensa que son un rebaño fácil de conducir al redil pretendido. Dice sus discursos. Todos le creen y callan, aplauden, asienten..., según cree él. 

Los manipulados saben que lo son. Se dejan manipular por que así les conviene: Yo manipulo, tú manipulas, él...
Éste es el verbo mejor conjugado del idioma universal. 
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lunes, 16 de marzo de 2015

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...