lunes, 28 de marzo de 2016

EL DON DE LA PALABRA





Resultado de imagen de casas con cupulasPasaba horas y horas hablando...,¡ consigo misma!.  No había ser viviente en cien kilómetros a la redonda; pero ella se consolaba diciendo todo lo que se le ocurría en alta voz. Bevo, su perro, estaba acostumbrado a sus discursos y locuciones más inesperadas y disparatadas llenas de alusiones y vocablos, desconocidos unas veces, otras, perfectamente descifrables para su entendimiento perruno. Éste, bajo el frondoso árbol que daba fresca sombra a toda la fachada de la casa en los días del estío dormitaba vigilante. Él tenía su criterio sobre su misión en la famosa casa solariega de la cúpula. 

Estaba ésta considerada la de mayor antigüedad y valor arquitectónico de los contornos. En realidad estaba valorada por expertos en la materia como monumento digno de ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Su cúpula increíble cubría todo el techado de la enorme casa con cimentación poderosa, capaz de soportar el grandioso peso de aquella mole. Los muros de base medían cuatro metros de anchura. Y sus ventanas eran aberturas perpendiculares por las que apenas cabría un niño de dos años. Esto, la convertía en una fortaleza tan segura, que cuando se cerraban sus dobles puertas, nadie podía penetrar en la casa sin el consentimiento de su dueño.  
Nadie jamás supo del autor de aquella obra de arte arquitectónico. Ladrillos y argamasa magistralmente dispuestos en forma de espina de pez formaban aquella maravilla que daba a todo el conjunto una fresca y confortable habitabilidad en clima de tórridos veranos que se extendían desde la primavera hasta pasado el otoño.

Allí en el solitario monumento vivía Cleta. Su única compañía eran sus animales de corral y su perro Bevo. Éste era consciente del hecho y  siempre parecía dormir, pero saltaba cómo un león al menor ruido a defender su territorio. También tenía la misión de escuchar a Cleta cuando ésta le hablaba. El animal movía la cola en señal de asentimiento y lamía sus pies con entrega absoluta.

A Cleta para describirla, no hay que hacer gran esfuerzo ni derroche de alusiones. Era mujer bella, pero ella no lo sabía. Su indumentaria no dejaba adivinar las proporciones perfectas de su físico con las que la madre naturaleza la había dotado. Siempre cubría su hermosa cabellera con un tosco pañuelo negro. Sus faldas de burdo percal cubrían su figura hasta rozar las alpargatas de hiriente esparto que ella misma hacía con técnicas  de padres a hijos desde tiempos inmemoriales.
Todo lo hacía con esa materia prima que con gran abundancia crecía y se prodigaba en los montes que circundaban el lugar. Sólo había que alargar las manos doblando la cintura y coger aquella planta prodigiosa que desde la prehistoria había utilizado el hombre para confeccionar toda clase de utensilios con los que poder hacer la vida posible y llevadera. 

--Mira, Bevo, --decía a su perro que la seguía por el monte mientras recolectaba los matojos--, si yo no tuviera esparto, no tendría los capazos, ni las espardeñas, ni los cestos de guardar los caracoles. No tendría los marguales ni las polleras, donde las gallinas cluecas incuban los huevos y nacen los polluelos. Soy la mujer más rica del mundo, Bevo. Porque sé bastarme a mí misma y todo cuanto necesito sé hacerlo. No tengo a hombre alguno que trabaje para mí ni me defienda de malhechores y depravados que busquen satisfacer en mí sus instintos de animales. Te tengo a ti, es cierto, pero tú, no tienes el don de la palabra. ¿Con quién hablaré yo? ¿A quién daré las caricias de amor que siento hay en mí? ¡Ay, Bevo! Que mi angustia no tiene fin. Yo sería feliz viendo aparecer un hombre por el camino. Bevo gimió y lanzó un lamento que se oyó a larga distancia. Y es que Bevo, no tenía pies, ni manos, ni el don de la palabra...¡Lo que sí tenía Bevo, era...¡El don del amor desinteresado con entrega absoluta!

lunes, 14 de marzo de 2016

IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA



El tema de la autoestima, en los últimos tiempos, es muy comentado y discutido; sin ella, no hay ser humano sobre la tierra que pueda gozar de una perfecta salud y armonía con su entorno ni consigo mismo. 

Está más que demostrado que incide de modo categórico sobre el estado anímico y mental del individuo. 

Para una integración social aceptable hemos de valorarnos. De ello depende nuestra felicidad.  Es imprescindible conocernos. Saber nuestras limitaciones. Reconocer también nuestro potencial como seres humanos para desenvolvernos en la sociedad. Nuestra autosuficiencia y disponibilidad para ser útiles al conjunto de nuestro contemporáneos. 

De nosotros depende, de nuestro esfuerzo por avanzar siempre hacia la superación de nosotros mismos, gozar de una alta autoestima.

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MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...