martes, 31 de diciembre de 2013

ADIOS

Érase un vez, un anciano que veía sus horas contadas. En sus ojos cansados brillaba una luz de esperanza. El moría al tiempo que un hijo nacía. Ocuparía su lugar como venía sucediendo desde hace muchísimo tiempo. Tendría que soportar las vicisitudes del invierno, con sus ventiscas y sus nieves, a la inestable primavera, al tórrido verano, que a veces se hace insoportable, al lánguido otoño, que de triste se pasa a agorero.
- Ahí te dejo mi herencia, hijo mío. Que no se
 cumpla el dicho : "Otro vendrá, que bueno me hará"

lunes, 30 de diciembre de 2013

ME GUSTA EL MAR

-Me gusta el mar, el sol, los montes, las flores....-
Los pensamientos de Sara siempre estaban por las nubes. Trataba de ocultarlo a toda costa, era una romántica empedernida; en su entorno no se usaba serlo. Siempre tenía un amor platónico al que  escribía poemas que luego se apresuraba a romper por si alguien los leía; la pobre chica era como una margarita nacida en un estercolero. Soñaba con ser pianista. Esto también era raro, ¡pianista nada menos! Esta chica es más sosa que un pan sin sal, decían sus familiares que la veían emocionarse oyendo a Chopin, Lizt, y a todos los grandes de la música clásica de todos los tiempos. 
Se sentía extraña y también trataba de ocultarlo. ¿Seré yo normal, o tendré alguna tara psicológica? 

Las dudas, las desdichas, la soledad  de sentirse diferente le hicieron reflexionar. 

-He de vivir de acuerdo conmigo misma. Ser feliz como soy, amar del modo que sé hacerlo. Disfrutar del sol, de las flores, y de la vida a mi manera. ¡Todo lo bueno de la vida, para mí!  

Y..., se sintió contemplada desde lo alto. 

-¡Nunca más, sola!

jueves, 26 de diciembre de 2013

UNOS SEÑORES CONTENTOS

El señor y la señora Perales, vivían en el barrio del Peral. Tenía este nombre porque, lo había construido el señor Perales. Como es natural, su casa era la más bonita. La piscina era enorme; basta con decir que en el centro había una isla.
En la plaza central del barrio el señor Perales había plantado un peral, que se había hecho tan grande, que las ramas entraban por las ventanas y balcones de todas las casas colindantes. En la época de cosecha había tantas peras que el barrio entero las disfrutaba a placer.

Sucedió que, como es costumbre española hacer fiesta a las cosas que gustan, decidieron los vecinos celebrar el día del peral.

Fue bonito ver con qué unión hicieron los preparativos. La diversión estaba asegurada para grandes y pequeños. Trajeron hasta payasos; un conjunto musical... y lo más sorprendente, "Un mago".

Y llegó el día de la fiesta. El peral estaba rellenito de fruta, más que hojas tenía. Lo adornaron con banderillas de colores y hasta peluches.

Comieron, bebieron, bailaron, y hasta ahí todo bien; y llegó la actuación del mago: sacó conejitos de la manga, palomas del sombrero,y...¡Sorpresa!, el mago cogió su bastón, lo convirtió en paraguas y salió volando hasta posarse en lo más alto del peral. ¡Todas las peras se iluminaron! Los peluches cobraron vida. Con voracidad, comían y comían de los luminosos frutos; crecían sin parar; los vecinos, presas del pánico, veían cómo ellos se empequeñecían a un ritmo sorprendente. Pronto se vieron como simples ratonescos rodeados de monstruos gigantes que los querían devorar. Corrieron despavoridos, y, como si se hubiesen puesto de acuerdo, todos se refugiaron en la isla de la piscina del señor Perales.
Los monstruos, en su empeño de darse un banquete con ellos, no dudaron en lanzarse al agua. Al contacto con el líquido elemento, fueron perdiendo sus poderes volviendo a ser los simples peluches que eran.
Los vecinos volvieron a su tamaño natural. Como fue de golpe, también hubo problemas, pues eran muchos y no cabían en la isla.
Se recuperaron del susto y todavía hubo quien se quedó bailando.

martes, 24 de diciembre de 2013

GRACIAS SEÑOR

Gracias Señor, por el don de la palabra. Hay palabras maravillosas que cuando las pronuncias, se abre una ventana a la imaginación !Fantástica! Qué palabra tan bella. Nunca sugiere cosas negativas. Yo quisiera en este día, encontrar un rosario de palabras fantásticas y bellas para lanzadlas al viento. ¡que fantástico sería, amados míos, que vosotros pudierais escucharlas.  

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA GRAN OPORTUNIDAD


El pánico fue  general. El avión había sido secuestrado y navegaban hacia un destino incierto. El océano infinito quizás sería la ultima morada de aquellos viajeros que llenos de ilusión partieran de un seguro y apacible hogar.
Los acontecimientos se sucedían  del modo más inesperado. La tripulación de a bordo, dando muestras de su gran profesionalidad, transmitía tranquilidad al pasaje. La angustia colectiva cada vez iba en aumento. Por fin, como si de un milagro se tratara, sonó una voz que gritaba "tierra". Quedaron solos  en un lugar extraño. Desembarcaron a la mitad del pasaje en un claro  de una selva  inhóspita y emprendieron vuelo dejando a unas personas aterrorizadas sin  viandas ni equipaje.

Entre el grupo de veinte personas se hallaban un científico y un periodista. Fueron en su día compañeros de universidad y, por cosas del destino, se hallaron juntos en esta tremenda circunstancia. Se unieron para hacerse cargo de la situación. En el grupo había hombres y mujeres de diversas edades, por suerte no había niños. Todos se agruparon queriendo arroparse unos con otros. El profesor tomó la palabra y  les habló : 
-Señores, en estos momentos difíciles, es cuando más hay que conservar la calma. Pronto llegará la noche, es preciso encontrar un lugar seguro y agua. Debemos hacer grupos de tres e inspeccionar un radio de quinientos  metros. Todos volveremos  al punto de partida.

Cuando vemos los maravillosos paisajes selváticos, a todos nos parecen idílicos. La realidad es otra cuando te encuentras en la situación de nuestros protagonistas. Todos volvieron desolados, faltaban por llegar el profesor y su amigo periodista. Ya empezaban a alarmarse cuando les vieron llegar. 
-Señores, tengo que comunicarles que ya sabemos dónde estamos con toda seguridad -dijo el profesor- vamos a hacernos un cobijo para pasar la noche y mañana, seguro que encontraremos solución a nuestro problema.
Con el profesor como guía, llegaron a un lugar donde una "especie de pinos" habían crecido en círculo haciendo un habitáculo donde cabían todos holgadamente, no eran muy altos, pero sí muy tupidos, tenían las hojas blandas y un verde claro. 
-Estamos en "Tasmania" -dijo el profesor- esta especie de pino sólo  crece aquí, es el pino "Huon" de crecimiento muy lento, puede llegar a vivir diez mil   años. Por estos contornos debe haber un guarda por ser éste un espacio protegido.
Encendieron una hoguera. Nadie llevaba fuego, pues en los aviones no está permitido. Con sus lentes y  hojarasca, el profesor hizo el fuego aprovechando los últimos rayos del sol. Hicieron lechos con hojas secas que transportaban con sus propias camisas y acordaron hacer turnos de guardia.
Todos dormían. Estaba por llegar lo más sorprendente. Hacían guardia el profesor y su compañero, cuando una nave no identificada la vieron posarse no lejos de allí. Con curiosidad y sigilo fueron acercándose. Largo rato anduvieron observando, llegando a la conclusión de que era dirigida a distancia. Por pequeñas aberturas,  algo así como rayos láser salían dirigidos hacia varios pinos de la variedad Huon diseminados por el entorno. La curiosidad del profesor pudo más que su prudencia, fue acercándose y apoyó su mano en una hendidura y una puerta se abrió; sorprendido, no lo dudó un instante, penetró en el interior. La nave circular estaba rodeada de una  máquina ordenador. Su alto grado de preparación pronto le puso en aviso de lo que estaba sucediendo. Descifró códigos y llegó a la conclusión de lo que la contraseña "eliminar" quería decir. La máquina estaba leyendo la evolución de miles de años del planeta y de la raza humana. Había recibido respuesta a los mensajes enviados y, en esa respuesta había una orden: "Humanos corruptos sin solución, ELIMINAR" Con la velocidad que da el instinto de conservación, cambió el código "eliminar" por el de "autodestrucción en diez minutos"; salieron a toda prisa  y se ocultaron tras un montículo. La explosión no se hizo esperar, despertando la alarma de todos.  No dieron detalles de lo sucedido, ambos hicieron  juramento de llevar su secreto a la tumba.

A la mañana siguiente formaron una expedición que salió en busca del guarda forestal. La supervivencia  por un tiempo era posible, pues no lejos había un arroyo de aguas cristalinas con un remanso donde los peces habían proliferado. También  encontraron un árbol  del pan, muy propio de esas latitudes.


Los expedicionarios tuvieron éxito y todos fueron repatriados a sus lugares de origen. Pasará mucho tiempo antes de que tengan ganas de volver a viajar.

viernes, 13 de diciembre de 2013

LA ABUELA PITUCA

La abuela Pituca  reía por todo, hasta que un día se le cayó un diente .Toda su preocupación estaba centrada en conseguir dinero para un implante.
-Dios mio, rezaba, Tú, que siempre me ayudaste en todo,  haz que yo consiga ese dinero. La triste pensión que tengo apenas me llega para lo más básico... y..., aún así, este mes me la han bajado cincuenta euros. Los implantes están muy caros, no me lo puedo permitir.

Todo era pensar y pensar. De pronto creyó dar con la solución. Sin más dilaciones, puso su plan en marcha.
-Nadie se va a enterar -decía.
Preparó lo necesario y tomó el autobús para Barcelona. Gracias a Dios no tenía dificultad física.


La llegada fue trágica, pues saliendo de la estación de autobuses le quitaron el maletín con ruedas y por poco la tiran al suelo. Se dirigió a la iglesia de la Merced por Gran Vía hasta Universidad, Pelayo, y la siguiente la "Merced".

Estaban celebrando Misa. Llorosa se dirigió al padre celebrante una vez que hubo terminado. Le contó su problema. La compasión del Padre la llevó hasta el convento de las "Hermanas de la Caridad" que  le dieron acogida. 

Todo vino rodado. Las Hermanas de la Caridad tenían influencias poderosas por medio de un familiar, pronto la noticia se hizo eco. Fue de dominio público de lo que era capaz por ponerse un diente.   Tuvo ofertas múltiples de los profesionales del ramo, unos por caridad, otros por oportunismo. 

En menos de tres meses volvía Pituca al pueblo con una boca de cine.. Coqueta, siempre había sido a más no poder. Las amigas decían "qué cambio ha sufrido Pituca,  ¡Qué feliz se siente con sus dientes nuevos! 

jueves, 12 de diciembre de 2013

LA SALA MISTERIOSA

Una noticia se hacía eco en los medios de comunicación  mundiales. El extraño suceso había puesto en jaque a los científicos más acreditados. Sucedió en un pueblo: Ni grande ni pequeño, "ni abandonado de la mano de Dios" donde había pobres y ricos, cultos y menos cultos, como en todas partes. Se le podía tachar de "Pequeña Ciudad"  Se  encuentra en ella, todo lo que en los tiempos actuales se necesita para vivir a la altura de las circunstancias. Colegios, institutos, Casa Consistorial, y un precioso "Hogar del Pensionista" donde los mayores encuentran un lugar de ocio y esparcimiento. Aquí se dio el extraño suceso. De un modo inesperado, apareció lo que se dio en llamar "La Sala Misteriosa" Se halla, casi camuflada, entre dos columnas junto a la puerta de entrada. Todo un misterio. Los que entraban allí, gente normal del pueblo, conocidos por todos...."Ya no se les veía salir."  Otros componentes desconocidos se iban incorporando al grupo. En sus coloquios hablaban en cualquier idioma. Parecían  eruditos en los temas que tocaban. Si miras en los percheros de la sala misteriosa, verás las ropas de los que entraron y no salieron.
Los investigadores agotaron todos los medios a su alcance para dilucidar  el caso. Una fuerza desconocida hasta entonces se hacía manifiesta. ¿Radio actividad? Estaba demostrado que no. ¿Una mutación natural de la evolución? Imposible.
Un investigador del Ocultismo hizo una observación: "Señores, estamos ante un caso insólito y sin precedentes"
No se puede demostrar la fuerza que lo causa; pero haí  está el resultado...¡En conclusión!.. 
Estos señores, entran como fueron y salen como quisieran haber sido. FIN
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL MISTERIO DE LAS COINCIDENCIAS

No pasaba día que no se llevara una regañina. Andrés no era malo, pero le gustaba hacer lo que quería. Gritaba por cualquier cosa y le gustaba mucho dormir. Un día se empeñó en que no iba al colegio. Su padre le decía  "nadie hace lo que quiere, sino lo que debe hacer, y tu debes ir al colegio, porque de eso depende tu felicidad futura". Marchó a regañadientes, pero no llegó hasta la escuela, se dio la coincidencia de que encontró en su camino a un transeúnte que le preguntó: "¿Puedes decirme donde está la iglesia?"  Cuando le miró a los ojos para contestarle, sintió como un vahído, y  ya no tuvo conciencia del lugar ni del tiempo.
Le despertó un ruido ensordecedor, tenía frío. Quiso averiguar donde se hallaba y se asomó por un ventanuco al que apenas alcanzaba. Un mar embravecido se estrellaba contra las rocas en la oscura noche.
Aterrado, gritó pidiendo socorro, pero, aunque hubiese alguien cerca, imposible que le oyesen con el bramar de las olas. Sacó fuerzas de flaqueza, y aunque desde que hizo la primera comunión no había rezado, alzó una plegaria al cielo pidiendo ayuda y perdón para sus pecados.
Amanecía. Una tenue claridad se hacía en el habitáculo. Por el ventanuco, una especie de ratones con alas, se introducían y se colgaban del techo con la cabeza hacia abajo. Vislumbró una escalera que subía y se dispuso a inspeccionar el  lugar. No cabía duda,  se hallaba en una torre anexa a un castillo, del cual se desprendía un fuerte olor a humedades del mar. Tenebroso y frío, encontró un salón con una gran chimenea.
Había en él  lo necesario y encendió fuego. La estancia se iluminó y pudo  ver la gran biblioteca; por primera vez en su vida, pensó que quizás en los libros podría  hallar la solución a sus problemas. Buscando encontró un manual de "Morse" .Nunca había
puesto tanto interés en una lectura. Cuando lo tuvo asimilado, subió a la torre e hizo señales en Morse con una antorcha por el ventanuco.
Se dio la coincidencia de que pasaba un barco cuyo capitán descifró las señales y dio parte a la policía.
El caso tuvo repercusión a nivel mundial. La policía, en sus pesquisas, no encontraba medios para dilucidar el caso. La naturaleza humana de Andrés sufrió un cambio espectacular. Crecía un centímetro diario, y lo más sorprendente era que, cuando llegaba la noche, como si de un interruptor se tratara, presionaba en el lóbulo de su oreja y de sus ojos salía tal chorro de luz, que era como si se convirtiesen en dos faros de alto voltaje. Cuando había competición nocturna de fútbol, le ponían en alto ..., ¡Iluminaba el campo!
-¡Andres, despierta, se te hace tarde!
¡Hojj!... ¡Dios mio! ... ¡Gracias a Dios que es un sueño!  

lunes, 2 de diciembre de 2013

YA TENEMOS GUITARRA

Manolo, la verdad sea dicha, muy ordenado no era; pero estaba en ello. Se dispuso a guardar el uniforme que le sirvió de disfraz. Metió en el bolsillo secreto la poesía a Santomera, quién sabe si algún nieto suyo volvería a encontrarla.

Era un día de lluvia y viento. A Manolo le gustaba sentir la lluvia en su cara. Con el uniforme de las Milicias Españolas en Cuba bajo el brazo, eso sí, bien empaquetado, llamó a la puerta de su abuela Clara. Cuando Clara abrió la puerta, lloraba, no lo pudo disimular.
—¿ Que te pasa, abuela, ¿estás enferma?


—¡No hijo, estoy bien!, pero algunas cosas que oigo en la tele me ponen mala. No puedo soportar que les hagan daño a los niños. ¡Señor!, que son lo mejor del mundo...  Pasa hijo, que te he hecho la tortilla de patatas con cebolla que tanto te gusta.

Manolo, en el desván, guardando el uniforme, vio algo en lo que no había reparado antes: un laúd y una guitarra. Tenían que ser de un antepasado muy lejano, a juzgar por el estado en que se encuentran.

Llamó con su móvil con gran regocijo:
—¡Juan, ya tenemos guitarra! —El mensaje de Manolo puso a Juan al corriente del feliz hallazgo. Ni diez minutos pasaron cuando la escalera del desván retumbaba como tambores en semana santa... Juan subía a toda pastilla.
—¡A ver! ¿dónde están?  —Todo fue coger la guitarra, y esta no salió volando por los aires porque Juan se contuvo, una camada de ratones salía de su interior. Uno casi se le cuela por la manga. Quiso golpearlos...

 Manolo, en el colmo de la excitación, decía:

—No los mates, —gritó Manolo consternado— que serán hijos de mis hamsters, tenía una pareja y se me escaparon. Podría ser que hayan   criado dentro de la guitarra.

    

sábado, 30 de noviembre de 2013

JUAN Y MANOLO EN TABARCA

Juan y Manolo eran amigos inseparables. Desde la guardería siempre habían estado juntos en clase. Con frecuencia la abuela Clara les invitaba a comer. A Juan le encantaban las comidas que ella hacía.

Tenía Manolo gran ilusión de hacer un viaje en barco. Había escuchado que en la Isla de Tabarca todavía se conservaban las mazmorras donde encarcelaban a los piratas que en otros tiempos surcaban los mares en busca de botines que les hicieran ricos. 
Quería que su abuela le regalara para su cumpleaños una excursión a ese lugar; pero tendría que venir también Juan.  Por fin, la abuela que no sabía negarle nada y que también a ella le hacía ilusión hizo los preparativos y, llegado el día, se pusieron los tres en marcha en su coche Mercedes que ella conducía con bastante pericia.
De camino hacía el puerto de Torrevieja, ciudad costera de donde salían ferris con dirección a la isla, la abuela cantaba mientras conducía.

Llegados al puerto embarcaron en el ferry.
Todo fue genial, desde el barco se podía ver el fondo del mar.

 Llegados a la isla alucinaban viendo las fortificaciones y las mazmorras donde encerraban a los piratas. Llegada la hora de comer, la abuela encargó una paella en un chiringuito que estaba a rebosar de clientela.

Cuando terminaron pidieron permiso a la abuela para hacer una inspección por la isla y marcharon por el sendero que bordeaba la costa. Había algunos yates anclados.
Anduvieron un rato y se sentaron a contemplar el mar.
Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, Juan fue a levantarse, tropezó, y cayó por el pequeño acantilado al fondo del mar. 
Manolo sufrió tal  impacto que no pudo articular palabra. Juan no sabía nadar. Quiso la buena fortuna que, en ese preciso momento, anduviera por allí un buceador que sacó a Juan a la superficie y Manolo vio al instante salir a su amigo sano y salvo. 
La abuela sufrió un desmayo del susto cuando vio al chico empapado y demudado por la impresión sufrida.
A la vuelta a casa quedaron en no contar lo sucedido; pero al día siguiente todos quedaron enterados por las noticias de los telediarios que daban toda clase de detalles de lo sucedido. 
¡Vaya! —se quejaba la abuela—, no puede haber nada oculto en los tiempos que corren.



lunes, 25 de noviembre de 2013

AÑORANZA

La abuela Clara era anciana, pero ella, ni se daba cuenta. Salía  arreglada, lo mismo si hacía frío o calor. Tenía amigas veinte años más jóvenes que ella, era alegre y siempre estaba de buen humor. Su debilidad era su nieto Manolo, a pesar de molestarle sus travesuras. 
Un día, subió Manolo al desván, tenían fiesta de disfraces y  sabía que la abuela lo guardaba todo y que algo encontraría por los baúles  que había allí. Después de remover dos baúles encontró algo que le llamó mucho la atención, y, sin pensarlo dos veces, se lo puso. Bajó corriendo la escalera gritando: "¡Abuela, abuela, mira!"
 La abuela, al verlo, soltó una carcajada y dijo: 
—"Ven, que te cuente una historia...
 Eso que llevas puesto, es el uniforme de mi abuelo, que hizo la mili en Cuba. En aquellos tiempos, Cuba era española. A algunos mozos españoles los mandaban a esas lejanas tierras para hacer el servicio militar. ¡Pobrecitos! tenían que hacer siete años de mili, lejos de su familia y de su tierra. Pues bien, mi abuelo, no hizo siete sino catorce:
 Resulta que entonces se podía  hacer sustituciones. Tenía
el abuelo un hermano al que querían mandar también a Cuba.  Él, generosamente, se brindó a sustituir a su hermano. Estuvo catorce años en la preciosa isla. Dejó en Santomera a su novia que cansada de esperar, se casó con el comodón del hermano al que había librado de viaje tan alargado. Cosas de la vida, hijo mío.

Llegó el día de la fiesta. Manolo hizo furor con su uniforme blanco de rayas y su gorra. Al buscar en el bolsillo su pañuelo, vio que dentro había  otro bolsillo secreto, metió la mano y allí encontró un papel escrito. Con cuidado lo desdobló muy emocionado, pensando que sería algún escrito del abuelo, que después de tantos años llegaba a sus manos; era un poema  y lo leyó:

 

Amor a mi tierra

Santomera la llana:
Del campo y de la huerta
Eres hermana.
Gentes sencillas 
Labraban tus tierras.
El sudor de su frente
Regaba los surcos
Donde sembraban 
Sus sueños y sus penas.
Y con tan rico sustento...
Florecía el azahar, 
Crecía el pimiento.
Mis más profundas raíces
Se hunden en tu tierra.
Con amor quiero decirte 
Que te añoro Santomera.
Y si la vida ingrata  
De tu lado me destierra...
¡Qué en el surco abierto 
Siembren mis cenizas...
 Santomera...!


miércoles, 20 de noviembre de 2013

LA AVENTURA DE JUAN


Todo empezó como una broma, "no te atreverás a pasar ni una noche solo". Juan y sus amigos estaban comentando sobre un programa de supervivencia de la Asociación de Orientación.  Los amigos porfiaban a Juan a pasar unos días él solo en las inmediaciones del pantano. 

Él conocía bien esta zona. Todos los senderos y caminos cortafuegos los tenía bien paseados,  pues, desde niño, solía subir al monte con sus abuelos. Cerca de la torreta (antena de telefonía) hay una cueva que pasa desapercibida. Para encontrarla hay que saber dónde está.  Se encuentra en un peñasco saliente y tiene un balcón desde donde se divisa un paisaje de verdes pinadas que se pierden en el  horizonte. Un día de marcha les sorprendió una tormenta y se refugiaron en ella. A juan le hacía ilusión volver a vivir allí una aventura ... Pero no, solo. Su inminente adolescencia hizo presa en su lado infantil. ¿Y por qué no?, se dijo.
   
Salió con sigilo sin más avituallamiento que una botella de agua y unos frutos secos, sin móvil y sin dejar nota alguna. Ya en el monte, la noche era oscura. De vez en cuando, a ráfagas, a lo lejos se veían las luces de algunos coches. A los amantes furtivos les gustan aquellas soledades.

Sorprendido de no tener miedo, una emoción extraña le invadía. Ya estoy cerca, se decía, dejaré el camino y cogeré el sendero que lleva hasta la cueva. Sólo pensaba pasar allí aquella noche para vivir la experiencia. Llegó, y, casi a tientas, subió por los riscos hasta la entrada. Eufórico por sentir que tenía mucho valor, se dispuso a tomar posesión de su conquista. De pronto, algo saltó frente a él, perdió el equilibrio y cayó de bruces sobre los pedruscos esparcidos por el suelo. Pasó inconsciente muchas horas, cuando despertó era de día. Quiso incorporarse. Un dolor tremendo y una gran náusea casi le sumen nuevamente en la inconsciencia. Como pudo, buscó su botella de agua y bebió un trago. Pensaba pedir socorro, pero él sabía que no era fácil que pasara alguien por allí..., quizás algún pastor, solían llevar los rebaños a pastar por allí. Una vez encontraron una cabrita en la cueva. Si están enfermas las dejan sueltas por el monte... en manos de la madre naturaleza.

Llegó nuevamente la noche. La esperanza de que salieran a buscarle le mantenía los ánimos. Había terminado el agua y los frutos secos, tenía una pierna rota y un hambre voraz. De pronto, vio algo que se movía entre la maleza. Sintió miedo. Pronto se dio cuenta de que no tenía nada que temer. La suerte estaba de su parte. La cabrita volvía a su guarida con las  ubres llenas. Aguantando el dolor, con mucha dificultad, pudo saciar su hambre y su sed. A vuestra imaginación corresponde averiguar de qué modo.

La noche fue de pesadilla. Una tormenta repentina azotaba los pinos, el agua caía a raudales. Los truenos parecían querer derrumbar la cueva. Los relámpagos iluminaban los montes haciendo más patente la soledad en que se hallaba. La cabrita, tumbada junto a él, le dio compañía y abrigo. Cuando amaneció, lo mismo que vino se marchó.

Serían las doce cuando llegaron a sus oídos unas voces que se acercaban. "¡Sabían que estaba aquí!"
Entre risas y suspiros le abrazaban y besaban. Le llevaron en helicóptero, pues no hay otra manera de sacar a un accidentado de allí.

Nunca olvidará su aventura..., ni las reprimendas que tuvo que sufrir.

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...