sábado, 28 de febrero de 2015

CUENTO DE AMOR PARA SIEMPRE



Y, saltar, bailar, y tener madre,

 Que te mime y que te quiera,
 No tener madrastra mala,
 Como tuvo Cenicienta.
Y si acaso la tuvieras, 
 Que un príncipe bello te salve
 Y te convierta en princesa. 
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¡Vivir en un castillo!
Donde no existan las penas
Donde vuelen las palomas,
Libres, por el aire de amor llenas.
Y con arrullo nos canten,
Y nos digan sus poemas.
¡Qué ilusión nacer niña!
Y, tener madre que te quiera.

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¡Tener las puertas cerradas!
Y que el maligno no entre.
Y que todo sea un cuento,
Cuento de amor para siempre.

TRISTE DESPEDIDA

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Adiós, Febrero. Que tengas buen viaje. Si no volvemos a vernos, sé bueno y pórtate bien en lo sucesivo. Yo, ni te quiero ni dejo de quererte. 
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miércoles, 25 de febrero de 2015

EL TESORO OCULTO





 Todo el misterio se cernía sobre la cueva de los sarmientos. Sólo se veía cuando estabas tan cerca de ella, que corrías peligro de despeñarte por sus riscos y sus salientes. Única como emplazamiento para guarida de maleantes y amantes furtivos.


 Era bello el enclave, rodeado de pinada y malezas de monte, que, hay que ser insensible y burdo para no admirarlo. Los días de viento era temeroso visitar la cueva. Además del riesgo de caer despeñado por la fuerza de éste, daba pavor escuchar los silbidos y lamentos que se oían.

Resultado de imagen de fotos ilustraciones infantiles A pesar de todo, había quien se aventuraba a subir por la empinada cuesta y adentrarse entre riscos y matorrales. Era Margarita, la hija de Pontón el "fraile" que, éste era su apodo, en aquel lugar. Vivían justo en la ladera del monte, en una casa centenaria, hecha de piedra y troncos de árboles.

 La joven, siempre desaparecía los días de tormenta y viento para ocultarse en la cueva secreta que nadie sino ella conocía. Tenía ésta un pequeño manantial, un hilo de agua insignificante que lo mismo que aparecía, desaparecía en una hendidura de la roca. La chica se desnudaba y se lavaba con el agua fría como el hielo. 


Toda ella sufría una transformación, su ser se diluía y escapaba por la hendidura por donde se iba el agua. Aparecía en un lugar donde había un estanque ocupado todo él por nenúfares gigantes y jalonado de flores de loto. El embriagador perfume de las flores atraía a enjambres de abejas y mariposas que pululaban sin cesar componiendo con el zumbido de sus alas una sinfonía deliciosa que acariciaba los sentidos.


Allí, en una una islita en el centro del estanque, estaba el tesoro oculto. Una casita con forma de seta con dos chimeneas y sus ventanas con flores. Margarita se decidió a entrar un día. Entró a hurtadillas, como iba desnuda se hizo un traje de flores de loto. Parecía una hada.

--Margarita, mi dulce niña, hace siglos que te espero.  Sabía que hoy vendrías. Tengo guardado para ti el más bonito de los regalos. Siempre que te internes en tu interior, sentirás que el cielo se ilumina y una lluvia de estrellas brillaran para ti. Guarda el regalo en la fuente de tu vida. Podrás transmitirlo  si no lo estropeas con sucios pensamientos y feas acciones. 

Terminada su aventura, volvió  a casa Margarita, la hija de Pontón el fraile. Éste pensaba que su hija siempre estaba en las nubes; él, no sabía que ella subía más alto.

PATISA EN APUROS


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 La gallinita Patisa se hallaba en apuros, estaba lejos de casa y no sabía dónde depositar el huevo. Y, todo, por hacer caso a Gazpachón, dueño y señor del gallinero. Se daba la circunstancia de que en el corral vecino había llegado una gallina de Guinea; Gazpachón  había formado una comitiva para ir a visitarla. 

Ella, en un principio, pensó que era arriesgado salir sin poner el huevo  antes, pues sólo había puesto uno y no tenía experiencia ni recursos para salir del problema si llegaba el momento con apremio; no quería poner sus huevos en nidos ajenos; pero Gazpachón en su empeño de que se agregara al grupo, la había amenazado con repudiarla si no lo hacía, y, claro..., ella...

¡Pobre Patisa! ¡Co, co,coroco! -Y nadie venía en su ayuda. De pronto, al ver que era pollita tierna, se acercó el gallo del corral vecino:
--¿Qué te pasa, clarita pinita? Dile tú, a gallo Tuscón, 

¿qué necesitas? Verás que amable y atento sabe ser con las pinitas pularditas como tú. --Corrió Patisa con sus dos patitas a toda prisa en cuyo esfuerzo y trasiego el huevo se le escapó y se rompió. El gallo Tuscón que corría tras ella, dio un frenazo, paró en seco, y se lo comió. --Ésto es seguro, -dijo para sí-, lo demás vendrá después. 
Moraleja para gallos de corral: Cuida  a tus gallinas ante gallos de otros gallineros.

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...