¡Cómo me gustaría!
Empaparme en tu bruma,
en tu silencio.
Subir hasta tu cumbre,
contemplar la lejanía,
que se extiende...,
se dispersa entre campos
tachonados de cipreses y palmeras;
pero no me atrevo.
Me invade el temor
de internarme en tus soledades;
que la belleza de tu entorno
evada mi espíritu y este me abandone
y me deje a merced del maligno que acecha
y convierta mi hermosa mañana
en una triste noche de invierno.
Es un día lluvioso;
Para mí, el sol resplandece
como en un día espléndido de primavera.
Siento cómo si Tú, allá en lo alto,
me mirases y sonrieras.
Preludio de que pronto nos veremos.
María Encarna Rubio
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