En cambio, tenía la cochinilla Pepeta, un vientre descomunal y una figura de anchuras insospechadas.
La libélula Tilisa, reía de buena gana al verla caminar con torpeza y buen naneo.
Pepeta refunfuñaba y siempre decía la misma poesía:
¡Oye, mira, soy gorda, soy fea,
y te quieto hablar.
No quiero pensar si sobra una coma,
o sobra una a.
Soy gorda, soy fea, esa es la verdad.
Me sobra una, coma,
Me falta una, a.
Si ves que camino, con dificultad,
yo amo la vida,
y la libertad.
Si estoy en el mundo, por algo será.
Me sobre la, coma,
o me falte la, a.
Sencillamente genial Encarna. Me imagino a la libélula con esos colores y belleza con que me transmites. La alegría y las palabras también hiladas por tus dedos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga.
Qué alegría me proporcionan tus elogios y qué ánimos me infunden para seguir el camino que me he propuesto. Gracias. Besos.
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