El Salón de Actos estaba lleno a rebosar. Los vecinos del pueblo, andaban bastante expectantes e interesados por lo que allí se iba a decir, y..., ¡por quién!
--¡Dios mio, se habrá visto algo semejante! --Decían entre risas y sarcasmos.
Por fin, apareció la coferenciante por el fondo del pasillo central. No describiremos su aspecto físico, sólo diremos que..., le ayudaron a subir al extrado dos de sus veinticinco biznietos, guapetones ellos, y de muy relevantes Carreras Políticas. Y..., es que la señora Aldira tenía un carácter de mil demonios. Hacia veinte años que nadie la había visto por la calle. Pero ella, sin salir de casa, estaba muy viva. La sorpresa la dio a sus vecinos cuando vieron los carteles anunciando que: "Aldira de Pintuerto" hablaba de política en el Salón de Actos del Ayuntamiento.
¡Allí estaba ella! Agarrada a sus biznietos y..., pidiendo permiso a una pierna para mover la otra.
Sentada frente al atril, levantó la mirada con gesto grave, y sacando algún espasmo a su lejana voz, ante el asombro de todos, se puso en pie. Ya no temblaba ni su voz, ni sus manos y, agitándolas con vehemencia, comenzó su discurso. Lo traía preparado, pero su visión, al ponerse de pie ya no le daba alcance a su escrito. Sin inmutarse, comenzó a hablar de aquello que quería decir, tal cómo le salía al momento:
--¡Queridos vecinos! ¡Muchas caras vuestras me son conocidas! Unas,
porque son de vecinos míos de toda la vida; otras, porque me comunico con
ellas por el Facebook. No estaría aquí si la crisis griega no me hubiese abierto
los ojos y me hubiera sacado de mis casillas...,(" y de mi casa")
Esta situación de nuestros vecinos nos demuestra que, los funcionarios y los
pensionistas, tenemos montada nuestra Sociedad Anónima en La Moncloa,
que..., de lo que allí se cuece comemos nosotros. Es importante que olvidemos
colores y zarandajas, y sepamos elegir al mejor gerente para nuestro negocio.
Dicho esto, la pobre cayó destrozada por el esfuerzo. Por más que lo
intentaron, no pudieron reanimarla. Todos se agruparon y cuchicheaban.
Unos decían:
--¡Es una santa, ha dado la vida por nosotros!
Otros pensaban:
--¡Ya está bien... Una menos para cobrar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario