—¡Fuera de mi vista! No quiero verte más. Ensucias lo que limpio y estoy harta de ti.
Éstas y otras increpaciones eran frecuentes en casa de Ariana. Hablaba sin piedad cuando lo veía deambulando por el salón.
Él, cuando esto sucedía, la miraba y seguía con displicencia, con absoluta carencia de alteración por las increpaciones. Era el rey de la casa y buscaba el mejor sitio para él, sin importarle si el piso aún estaba mojado después de haberlo fregado.
Ella en el fondo disfrutaba de su compañía y admiraba su belleza, pero aquel día, sus increpaciones habían subido de tono y en su corazón deseó lo que decía: «¡No verlo nunca más!»
Marchó Ariana a los recados que tenía previstos. Cuando regresó, él no estaba: «Se había marchado y no volvió a verlo nunca más». Desde entonces el misterio la abruma...En adelante cuidaré lo que deseo...
Con frecuencia se pregunta:
¿Qué habrá sido de aquel lindo gatito?
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