lunes, 25 de noviembre de 2013

AÑORANZA

La abuela Clara era anciana, pero ella, ni se daba cuenta. Salía  arreglada, lo mismo si hacía frío o calor. Tenía amigas veinte años más jóvenes que ella, era alegre y siempre estaba de buen humor. Su debilidad era su nieto Manolo, a pesar de molestarle sus travesuras. 
Un día, subió Manolo al desván, tenían fiesta de disfraces y  sabía que la abuela lo guardaba todo y que algo encontraría por los baúles  que había allí. Después de remover dos baúles encontró algo que le llamó mucho la atención, y, sin pensarlo dos veces, se lo puso. Bajó corriendo la escalera gritando: "¡Abuela, abuela, mira!"
 La abuela, al verlo, soltó una carcajada y dijo: 
—"Ven, que te cuente una historia...
 Eso que llevas puesto, es el uniforme de mi abuelo, que hizo la mili en Cuba. En aquellos tiempos, Cuba era española. A algunos mozos españoles los mandaban a esas lejanas tierras para hacer el servicio militar. ¡Pobrecitos! tenían que hacer siete años de mili, lejos de su familia y de su tierra. Pues bien, mi abuelo, no hizo siete sino catorce:
 Resulta que entonces se podía  hacer sustituciones. Tenía
el abuelo un hermano al que querían mandar también a Cuba.  Él, generosamente, se brindó a sustituir a su hermano. Estuvo catorce años en la preciosa isla. Dejó en Santomera a su novia que cansada de esperar, se casó con el comodón del hermano al que había librado de viaje tan alargado. Cosas de la vida, hijo mío.

Llegó el día de la fiesta. Manolo hizo furor con su uniforme blanco de rayas y su gorra. Al buscar en el bolsillo su pañuelo, vio que dentro había  otro bolsillo secreto, metió la mano y allí encontró un papel escrito. Con cuidado lo desdobló muy emocionado, pensando que sería algún escrito del abuelo, que después de tantos años llegaba a sus manos; era un poema  y lo leyó:

 

Amor a mi tierra

Santomera la llana:
Del campo y de la huerta
Eres hermana.
Gentes sencillas 
Labraban tus tierras.
El sudor de su frente
Regaba los surcos
Donde sembraban 
Sus sueños y sus penas.
Y con tan rico sustento...
Florecía el azahar, 
Crecía el pimiento.
Mis más profundas raíces
Se hunden en tu tierra.
Con amor quiero decirte 
Que te añoro Santomera.
Y si la vida ingrata  
De tu lado me destierra...
¡Qué en el surco abierto 
Siembren mis cenizas...
 Santomera...!


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