A la vaquita Felisa
cuando salía a pastar
siempre le daba risa.
Todas las moscas del prado
tenían la preferencia
de posar sobre su rabo.
Ella al verlas lo movía;
ver como ellas saltaban,
¡lo que más le divertía!
Ciclusa que era una mosca
venida de la ciudad,
le pareció cosa tosca.
Fue y le dijo a su vecina
que la vaquita Felisa
pecaba de no ser fina.
Que teniendo invitadas
era mal comportamiento
hacerles vapuleadas.
Pues les faltaba al respeto
y sería más adecuado
dejar ese rabo quieto.
Con mucha serenidad
Felisa le ha aconsejado...
¡Que se vaya a la ciudad!
María Encarna Rubio
La mosca era muy fina, y seguro que está mejor en la ciudad alejada de la vaca Felisa
ResponderEliminarBesos Encarna
Puri
Gracias por comentar, Dulcinea. Besos para ti.
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