Ambrosio... ¡Tenía los ojos cuadrados! ¡Sí, cuadrados de risa y de admiración! Porque DIOS así lo quiso, Cleta su mujer, estaba dando a conocer su facultad, oculta durante años, para ser una actriz de primera categoría. Las palabras acudían a su boca a borbotones. Ya no era que se sabía el texto de pe a pa, sino que lo expresaba con todas sus pausas, sus acentos, puntos y comas. --¡Pero, si lo haces muy bien! --Le decía Ambrosio, que se había convertido en su mejor director para ayudarle en la ardua tarea que había emprendido de ser actriz a los setenta y cinco años.
Al principio, ella, era un mar de dudas, pero según fue entrando en la materia, fue quedando prendida en la aventura y era la admiración de los compañeros y de los paisanos que asistían a las representaciones. Al principio, sólo le daban papeles de poca importancia, pero pronto fue la primera actriz y siempre era la protagonista de la obra.
Ambrosio le decía:
--En una obra teatral, el autor ha construido una pieza musical; tienes que interpretar la canción con sus altos, bajos y pausas. Cuando tú sepas poner las notas tal como el autor las ha marcado, con los puntos y las comas, puedes decir que la obra es tuya. Y, así fue cómo Cleta se hizo con la admiración de todos sus paisanos, interpretando de modo magistral, a los clásicos de la literatura mundial a una edad en que... otros optan por la retirada.
--En una obra teatral, el autor ha construido una pieza musical; tienes que interpretar la canción con sus altos, bajos y pausas. Cuando tú sepas poner las notas tal como el autor las ha marcado, con los puntos y las comas, puedes decir que la obra es tuya. Y, así fue cómo Cleta se hizo con la admiración de todos sus paisanos, interpretando de modo magistral, a los clásicos de la literatura mundial a una edad en que... otros optan por la retirada.
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