La abuelita Dora
se encomienda a Dios
se duerme la siesta
y un solo día lo hace dos.
Se rejuvenece, le da mucha vida
si hace una siesta
después de la comida.
Su mente descansa
del propio ajetreo
renueva las fuerzas
después del recreo.
No hay que fastidiarse
y por nada pretender
que el cuerpo resista
horas sin parar de hacer.
No hay caminata
después de comer
que te de más fuerzas
te hará envejecer.
Te pones cremita,
te haces la siesta
te levantas nueva
y te vas de fiesta.
María Encarna Rubio
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