lunes, 22 de julio de 2024

La batalla de Ai

        


 La batalla de Ai, descrita en el libro de Josué, fue la segunda que libraron los israelitas en el curso de la conquista de Canaán. En la primera incursión fueron derrotados. Dios no les brindó su protección como castigo por no cumplir con su mandato de no tomar cosa alguna de la ciudad de Jericó. Así se lo hizo saber a Josué, quien tras arduas investigaciones descubrió a quien había guardado valiosas joyas para sí en la contienda. El incauto fue ajusticiado sin piedad. Aplacada la ira de Dios, les brindó sus mercedes y en la segunda incursión Ai fue conquistada y destruida.  


miércoles, 17 de julio de 2024

La conquista de Jericó

 


 La ciudad de Jericó estaba rodeada de gruesas murallas inexpugnables. Su conquista fue de lo más sorprendente y espectacular. Los israelitas sitiaron la ciudad después de cruzar el río Jordan, cuyas aguas hicieron camino separándose al mandato de Josué que dio un golpe con su vara desde la rivera sobre el caudal y pasaron a camino seco, todo el pueblo con sus enseres y sus animales, cabras, asnos, bueyes... 
Acamparon. Jericó se veía a lo lejos, encima de una loma. El ejército que mandaba Josué por la orden de Dios, estaba preparado para ir a la carga, habían entrado en secreto dos soldados en la ciudad. Cerciorados estaban de lo difícil que sería conquistar el lugar. Solo con la ayuda Divina podrían hacerlo.
Josué oró en silencio ante el Arca de la Alianza. Dios le reveló la estrategia que habían de seguir: «Una vuelta alrededor de la ciudad todo el ejército durante seis días, con el Arca de la Alianza conducida por los jueces haciendo sonar trompetas. Al que hacía siete días habían de dar siete vueltas y gritar con todas las fuerzas que sus pulmones pudiesen resistir». 
 Así lo hicieron, y ¡oh milagro! Las murallas comenzaron a agrietarse a lo largo y ancho de todo el recinto cayendo derrumbadas quedando la ciudad a merced de los israelitas, que por mandato divino, exterminaron toda la ciudad sin dejar ser viviente ni piedra sobre piedra. Dios maldijo aquel lugar de perdición y dio la orden de que jamás fuese reconstruida. 

miércoles, 3 de julio de 2024

Josué

    




 Los israelitas, a pesar de vagar por el desierto, eran un pueblo organizado, con altos valores morales, siempre intentando ser fieles a los mandamientos de Dios, y nunca una comunidad ociosa. Las mujeres curtían pieles y tejían cumpliendo siempre con sus deberes de amas de casa y los hombres con sus labores habituales para ellos. Moisés era el jefe y dirigía al pueblo de Dios siempre con su mandato. No prospera donde reina el desorden y la anarquía. El ejército estaba bien reglamentado y estaban preparados para formar una gran nación en la tierra prometida.

Josué era lugarteniente de Moisés y Dios lo tenía destinado a ser su sucesor por sus actitudes de alta calificación. 

A la muerte de Moisés ya se hallaba el pueblo hebreo divisando a lo lejos la ciudad de Jericó. Gentes sumamente corruptas de proceder deplorable la habitaban. Costumbres de una aberración sin límite parecidas a las de Sodoma y Gomorra. Tal era la repulsa que Dios sentía hacía ellos, que dio a Josué la orden de que todo ser viviente tenía que ser sacrificado, no coger de allí nada, todo había de ser destruido para borrar su huella de la faz de la tierra.

      

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...