sábado, 11 de abril de 2020

HOY SÁBADO 11/04/2020


Esto que os cuento no es un cuento.
Esta mañana, después de diez horas de sueño seguido, he despertado pensando en hacer frente al día 30 del más estricto aislamiento por la pandemia. Los suministros se van agotando, y no tengo pan ni huevos en la nevera. En realidad está vacía. Cierto que la familia se ocupa de traer lo que necesito, porque tengo edad de alto riesgo y quieren protegerme, pero a mí me gusta que me hagan la compra cuando van a hacer la suya, y me he dispuesto a salir del atropello por mis propios medios: he cogido harina y levadura en polvo, y he preparado una rica masa con su aceite. La he amasado con el último botellín de cerveza del frigorífico. La he dejado fermentar. Mientras tanto, con unas albóndigas del congelador que en su momento no me gustaron y no les veía buen futuro, una cebolla hermosa, y el último bote de tomate que me quedaba, he preparado una vianda que me ha quedado muy pero que muy apetitosa. A todo esto, la masa ha fermentado. He seguido los pasos pertinentes de estirado de la masa y le he puesto tomate salchicha y queso rallado, orégano y la he metido al horno. Ha salido esponjosa, muy grande. La he cortado en porciones y he guardado en el congelador la que no me voy ha comer hoy porque tengo para cuatro días. También me he preparado unas galletas con arroz, almendras y un resto de coco rayado que dormitaba en la nevera. Lo he molido todo y lo he ligado en el zumo de un limón y unas cucharadas de margarina, porque os recuerdo que huevos no tengo. He recordado que mi madre ponía limón a la masa de las albóndigas porque decía que ligaba muy bien; también le he añadido un poco de azúcar y canela. No puedo explicar con palabras lo deliciosas que han quedado. He pesado los ingredientes y puesto la receta en mi libro. Me suele suceder que haga cosas improvisadas y después no las pueda sacar igual. Por ello he tomado precaución y plasmado bien la nota. Total, he pasado la mañana cocinando, he sacado buen provecho de restos que hubieran tenido un final nada ventajoso, voy llenando el congelador, he pasado, de no tener nada para comer, a saciar mi hambre por varios días de modo sumamente nutritivo y apetitoso. Antes de ayer rellené unos canelones con restos de una pechuga, trozo de longaniza desmenuzada y de unas habichuelas guisadas, le hice su bechamel y le puse queso rayado. Me quedó rico. Una bandeja de horno grande. Guardé en el congelador porciones. Voy cocinando y guardando. Siempre he tenido la misma norma. El ahorro y el aprovecharlo todo a sido mi lema. He sido feliz llevando mi casa, cuidando de mi familia y haciendo feliz al hombre de mi vida al que amé mucho. Saludos. 

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