El gallo Picotín lucía con orgullo su cola de brillante plumaje y su maravillosa cresta. Paseaba el corral con pavoneo tal, que todas las gallinas alucinaban esperando sus favores. Hacía desapariciones esporádicas y nadie sabía de su paradero. Volvía a aparecer con su andar displicente y su mirada altanera.
La gallina Sipcotona, su preferida, si sabía de sus andanzas, o por lo menos, lo sospechaba. Y..., es, que el gallo Picotín, tenía vicios inconfesables. Pronto sería imposible ocultarlos, pues, la pérdida del brillo de su plumaje, y el rojo vivo de su cresta, le delatarían.
Que gallo tan coqueto y Galán. Un cuento precioso Encarna. Un beso
ResponderEliminarGracias Mila. Un beso grande para ti.
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