domingo, 21 de junio de 2015

SUPERPODERES

Truenos y relámpagos, negros nubarrones. Ese, era el panorama que encontró Felisa en su pueblo el día de su nacimiento. Niña con superpoderes, lo tenía grabado en su memoria tal como lo oyera cuando salió del útero materno.

--¿A qué mundo me han traído? --Se dijo para sí. No quiso pronunciar palabra, consciente del impacto que ello causaría en aquellas mentes primarias que la rodeaban llenas de regocijo al verla completita y sana, sin ninguna anomalía aparente. Gritaban al verla con sus ojitos abiertos, redondos como avellanas, que todo lo miraban y todo lo entendían. 
--¡No habla, porque no quiere! --Decía su abuela materna que fue la que la tomó en sus brazos nada más salir, toda redondita, como una bolita de sebo.
--¡Y, no ando, porque..., tampoco quiero! --Pensaba para sus adentros Felisa, que se dedicaba a pasar revista a todos los presentes en el acto del parto de su madre.

Se desarrolló éste en el lecho conyugal de sus padres, ya que Felisa no dio tiempo a traslado alguno a parte alguna. Dijo:
--¡Quiero salir!... --Y, salió.
Ella, en brazos de su abuela, la miraba y decía:
--¡Ésta, es..., la que manda en casa de mis padres!
Luego, viendo a su madre tendida y de piernas abiertas, pensó:
--¡Ésta, es..., la que manda en mi padre.
Después, posó la mirada en la sombra que había al fondo..., ¿Qué vio? ...vio a un muchachote, fornido y bronceado por el sol.
--Éste..., --Y sintió gran ternura al contemplarle tembloroso y emocionado, como el pintor que acaba de pintar su primer cuadro y queda extasiado al contemplar su obra terminada...,
--Éste..., es..., ¡el que obedece a las dos!  

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