La gallina Patueca andaba un poco desconcertada. Sus ansias por saberlo todo, a pesar de sus años, no habían disminuido. Buscaba gusanos y, antes de comerlos, les hacía una disección para comprobar qué habían comido el día anterior.
--¡Patueca, Patueca! --Le decía Gaspachón, que pasaba de todo y sólo pensaba en..., bueno, en lo que piensan los gallos.
--¿Para qué quieres saber a tu edad lo que comen los que comes?
--¿Para qué quieres saber a tu edad lo que comen los que comes?
--Porque, si no estoy bien alimentada, estoy más perdida que una rata. Tú, ¿no has oído decir que somos lo que comemos?
--Sí, y veo a las claras que, si como un gusano, no me transformo en gusano --decía Gaspachón.
--¡Qué falto estás de conocimientos! --Le decía Patueca-- Yo no he perdido el interés por aprender. Necesito encontrar a gallos o gallinas que no hayan perdido el interés por enseñar. Tú no te encuentras entre ellos. Adiós, Gaspachón.
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