lunes, 5 de enero de 2015

EL CONDUCTOR

 El microbús estaba estacionado en lugar permitido esperando a los pasajeros tal como estaba previsto. Apuntaba el alba y el día se presentaba en inmejorables condiciones: sereno, espléndido. Habían ocupado sus respectivos asientos todos los componentes del grupo. Era la hora acordada para la salida y el conductor no aparecía. 

El jefe de la expedición estaba atacado de los nervios, pues habían encontrado el microbús abierto pero allí no había nadie.
Pasaba ya medía hora de lo acordado, se disponía a llamar a la central cuando apareció un hombre de mediana edad de aspecto dudoso. Vestía uniforme rojo y gorra verde. Sus ojos eran tan pequeños que apenas se veían y su boca, grande, ocupaba su cara.

--Buenos días señores y señoras. --Saludó. Acto seguido puso el vehículo en marcha y salió del aparcamiento con dirección a la autovía.

Sin saber por qué, el misterio se cernía en el ambiente. Como era costumbre, el jefe de expedición se puso al micrófono para cumplir con los protocolos pertinentes para la ocasión, pero éste no funcionaba. Volvió a ocupar su asiento y el silencio se hizo patente. El microbús, más que correr, volaba. Los pasajeros se acomodaron y casi todos quedaron dormidos. 

Una intrusa ávida de aventuras se había colado en el grupo. "Ciudadana del mundo" (que así se calificaba ella) hacía poco que se había integrado en el coro de aficionados, sólo por vivir la experiencia. Todos quedaron dormidos menos ella. Impresionada por la fisonomía del conductor, le observaba a través del retrovisor.

Su estupor llegó a límites insospechados al comprobar que, cada vez que se cruzaban con coches de cierta marca específica..., ¡cambiaba su fisonomía! Ahora era un adonis de ojos azules con pelo color zanahoria, para al rato aparecer un moreno de pelo rizado con ojos de infarto. La "ciudadana del mundo" ni se inmutó.

Siguió observando calladita, sin ruido que la pudiese relevar de la experiencia. Se levantó con sigilo, y se colocó junto al conductor. Éste, en aquel preciso momento, acababa de transformarse en el bellezón de un actor de moda que todos conocemos... (a vuestra imaginación corresponde averiguar de quién se trata,  "arrasa en las pantallas"). Él, le dirigió una mirada seductora y le dijo: 

--Abróchate el cinturón, que despegamos. Acto seguido, como si de un reactor se tratase, salieron a todo gas hacia el espacio infinito.

No habían pasado más de dos minutos cuando habían aterrizado en un pueblo andaluz. Se celebraba un encuentro de conjuntos musicales aficionados, allí se dirigía la expedición,  estaban invitados. 

Los componentes del conjunto, ni se habían percatado de lo sucedido, pues el conductor, lucía su físico de entrada, según observara nuestra ciudadana, no había coches de aquella marca por allí.

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