El pollito Picotín venía especialmente contento de la escuela, había aprendido el significado de la palabra "locución".
Quiso contarlo a su madre y ésta, sin escuchar lo que decía, lo mandó a buscar lombrices al estiércol del vecino.
Picotín no lloró, porque los pollitos no lloran, pero piaba mucho y fuerte.
Cotina, que así se llamaba su madre, le mandó callar con un verbo imperativo, o por lo menos eso dedujo Picotín al analizar la frase que de pico de su madre había escuchado. Él, estaba muy atento a educarse para el día de mañana, pasase lo que pasase. Le hubiera gustado tener una madre como la de su amigo Puzón, que le ayudaba en los deberes y le lavaba la cresta con acicalado de plumas para ir a la escuela. La madre de Picotín le daba un picotazo y le decía: "espabila, y lávate tú"
No dejaba Picotín de pensar mientras buscaba lombrices que a él no le iba a arredrar nadie. Aprendería a ser un buen jefe de corral, y estaría atento a no hacer lo mismo con sus hijos. Y pensando y calculando se decía a sí mismo para consolarse: "Será necesario que estas cosas sucedan así para una mejor evolución" Los obstáculos de cualquier tipo, siempre nos hacen más fuertes si sabemos superarlos.
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