miércoles, 15 de octubre de 2025

Un encuentro fortuito




 La gata Rufina salió de paseo muy de mañana. Gustaba ver la salida del sol en el horizonte. De manera fortuita, encontró al saltamontes Nicasio enredado en los matojos del sendero. No pudo controlar su sorpresa y lanzó un maullido con estrépito inaudito:
—¡Nicasio, qué te ha pasado, a qué has venido a este lugar lejano de  casa! 
También Nicasio sufrió gran sobresalto al ver a Rufina frente a él.
—¡Qué alegría, Rufina! Como ves me encuentro en gran apuro. Tengo una patita rota y no puedo salir del forraje. Ayúdame, por favor.
Rufina no tardo en coger con sus dientes a Nicasio igual que si fuese un bebito. Lo subió sobre su lomo y se dirigió a la biblioteca en busca del Ratoncito Perolo.

El ratoncito Perolo estaba en ese momento de reunión con varias hormigas que habían hecho su hormiguero en el sótano de la biblioteca. Perolo las estaba increpando. No estaba de acuerdo con la permanencia de estas en lugar tan poco apropiado para ellas. Allí no había comida ni cualquier otra cosa que ellas pudieran acarrear para su almacenamiento. —Los libros no se comen, se leen. Váyanse a otro lugar. Aquí no encontrarán viandas almacenables —argumentaba Perolo muy alterado.
Rufina, para atraer su atención prolongó un ronroneo. Perolo pronto dejo su contienda con las hormigas y se dirigió hacía ellos con premura. Atendieron a Nicasio, le dieron alojo y cariño tal como hacen los buenos amigos. 

María Encarna Rubio



   

 

martes, 7 de octubre de 2025

Besitos tiernos

 

¡Qué lindo día hace esta mañana!
Lucen brillos de rocío
por mi ventana.
Siempre abrigo en mi regazo
con mucho amor
a mis retoños amados
y a mi ordenador.
Escribo cuentitos lindos
y ocurrentes
cuando mis nietos pequeños
no están presentes.
Ellos esperan leerlos
con ilusión,
cuando es pertinente 
la ocasión. 
Caminan emocionados, 
llegan corriendo
a mirar el cuentito
que voy escribiendo.
Unos viven muy lejos
otros más cerca,
ellos llenan mi vida
de brisa fresca.
La abuelita Dora
que escribe cuentos
para hacerles felices
y verles contentos.
Besitos, besitos tiernos
de amor profundo
dedico a mis nietecitos
de todo el mundo.
💓💔💓💔

María Encarna Rubio




 

domingo, 21 de septiembre de 2025

Rufina en tinieblas

 La gata Rufina veía el bullicio de la calle y se molestaba. No le gustaba ser perturbada en su descanso de la siesta. Su gusto sería pasar en el campo las fiestas del pueblo, pero la anciana Consuelo, desde que abandonó el nombre de Dolores no perdía ninguna ocasión de festear a la más mínima ocasión en el recinto del jardín de Manolo tomando refrescos con amistades peculiares, tan festeras como ella. Rufina echaba de menos al ratoncito Perolo, sumido en sus estudios en la biblioteca municipal. —¡Ay, Perolo! — Pensaba Rufina— si tuviese un móvil y supiera manejarlo y tú ídem de lo mismo, te mandaría mensaje de voz para decirte que huyamos juntos a la casita del bosque. No soporto los ruidos en fecha de fiestas. Mi paz se ve distorsionada y mi siesta se entorpece. 
Una mañana Perolo se presentó de modo sigiloso. Traía una sorpresa para Rufina. En la biblioteca se anunciaba un recital de poesía y de cuentos infantiles con motivo de las fiestas patronales. Era seguro, la anciana Consuelo constaba entre los participantes, él había leído su nombre en la lista. También estaba el nombre de su amiga escritora de poemas infantiles denominada «La abuelita Dora».
Rufina no salía de su asombro. —¡No lo puedo creer, Perolo!—Manifestó Rufina con vehemencia—en la conducta de la anciana Consuelo no he notado alteraciones en su rutina diaria.  
—Busca en su carpeta de archivos—adujo Perolo— ahí tendrá los títulos de los cuentos para participar.
—¡Qué me pides, Perolo! No tengo ni idea de cómo se hace tal cosa.
—¡Si pensaras en algo que no fuese dormir la siesta sabrías!—Replicó Perolo con los bigotes erizados. —Ponte al día y estudia o te quedarás imposibilitada para vivir los tiempos que se avecinan. Habrán cambios tan sustanciales que a los atrasados en conocimientos le va a resultar difícil. 
Rufina quedó reflexionando. Perolo tenía razón. Ella perdía el tiempo durmiendo y cotilleando con las amigas. Ahora que había descubierto que en el piso contiguo vivía Taíta, una gatita joven y muy buena pasaban tiempo persiguiendo escarabajos en el parque de Manolo. Hacían competiciones de subida a lo alto del tronco seco del ficus centenario 



—Bien, Rufina, cada día es una oportunidad para cambiar. Empieza ya. Verás que bonito es saber hacer cosas nuevas y relacionarte con la cultura y la superación personal. Yo miraré los archivos de la anciana Consuelo a ver qué encuentro. 
Perolo sacó sus gafas. Sin obstáculo alguno encontró lo que buscaba.
Su sorpresa fue aplastante: "La abuelita Dora y la anciana Consuelo eran la misma persona" Ante sus ojos apareció un poema que él conocía de La abuelita Dora. No comprendía como haría la anciana para participar por partida doble sin ser descubierta. Quizá pensaba disfrazarse, o buscar una cómplice que se preste a suplantarla. 
—¡Esto no me gusta nada! —Replicó Rufina al borde de un ataque de
histeria—Perolo, por favor, lee el poema. La curiosidad me atosiga.
—Vale, lo leeré, pero has de saber hacerlo tú en la próxima ocasión. 
Dice así:

Soy La abuelita Dora
la que quiere ser feliz
y no le importan los años
para amar y sonreír.

Amo a los que me aman
y si no me aman también
y si quieren que me calle
caigan por un terraplén.

Ni el invierno ni el verano
van a matar mi ilusión
aun sin usar minifalda 
ni zapatos de tacón.

Tampoco soy de pintarme
me gusta lo natural
ahorro todo lo que puedo
en gasto superficial. 

Me hicieron prueba de fuerza
 me dijo el doctor un día
que tenia por delante
doscientos años de vida.

El proyecto es cosa hermosa
para la abuelita Dora 
 marcharé sin hacer ruido 
y a otra cosa mariposa. 

—¡Dios mío, Dios mío! Qué cosas escribe la pobre mujer. A perdido la cabeza—criticó Rufina asustada. Si le faltaba la anciana Consuelo estaba perdida. 

María Encarna Rubio

  

 



 

sábado, 6 de septiembre de 2025

La abuelita Dora ni ríe ni llora


 La abuelita Dora

ni ríe ni llora.

Espera que venga

su nieto Manuel

para sorprenderle

con fiesta y pastel.

Le pone contenta

verle sonreír

es su alegría 

hacerle feliz.

Su vecina Lola

que nietos no tiene

con el nieto de Dora

también se entretiene.

Son buenas vecinas

 comparten la risa

para ser felices

se dan mucha prisa.

María Encarna Rubio





 

sábado, 2 de agosto de 2025

La gata Rufina sueña con la casita del bosque



 Tiempo hacía que la gata Rufina ansiaba volver a la casita del bosque. Añoraba los amaneceres con las estrellas pululantes en el cielo que poco a poco se iluminaba con los rayos del sol naciente. Noches había que ella paseaba los intricados caminos del bosque buscando algún roedor despistado, solo para asustarle, desde que conoció a al ratoncito Perolo había decidido no merendar con ningún ratoncillo malaventurado que tropezase con ella. 
El hastío de vivir encerrada en el piso de la anciana Consuelo casi se le hacía insoportable, pero no había solución, la anciana cada día necesitaba más de su compañía. Ella envejecía y los familiares se olvidaban de que ella necesitaba cariño y compañía. ¡Ingratos! Andaban alocados disfrutando de lo que la pobre anciana había logrado atesorar a lo largo de su vida llena de avatares y duras pruebas. 
Una mañana que la nostalgia la violentaba decidió tomarse un día libre y marchó sigilosa camino de su ansiado lugar hogareño.
Anduvo el largo trecho ocultándose entre los matorrales que crecían en ambos lados del camino. 
Llegó a la casita, sudorosa y sucia de malezas adheridas a su pelaje. Se dispuso a alcanzar con un salto el alfeizar de una de las  ventanas cuando el sonido de un cencerro venía de dentro de la casita. Un sobresalto aceleró su corazoncito de gata solitaria. ¿Será posible que dentro esté la cabrita Maruja? — Pensó la gata Rufina esperanzada. Sería gran alegría encontrarla.
 Ella solía frecuentar el lugar dando alimento a la gata y al ratoncito Perolo con la leche de su ubres rebosantes del delicioso 
sustento líquido almacenado. 
Y sí, allí estaba, pero no estaba sola, sobre su lomo se encontraba el saltamontes Nicasio que al ver a la gata saltó y se posicionó frente a Rufina que le recibió con un ronroneo festivo.
—¡Amiga mía! Sé bienvenida. Hace mucho que añoramos tu presencia. ¿Qué te trae por aquí?—Nicasio, que hacía tiempo no articulaba palabra, se volvió parlanchín y dicharachero.
—Me ha traído la nostalgia. Echo de menos la brisa del bosque y los amigos que tanto consuelo me prodigaron —aclaró Rufina. Sintió la fría penuria del momento que fue abandonada en la cuneta del camino. Aquél recuerdo puso un velo de rencor en su corazón borrando de un plumazo la alegría del encuentro. Todo su ser se convulsionó y la furia la hizo dar un bufido. La cabrita Maruja le asestó un lamido con su lengua y Rufina entró en un momento de calma.
—Olvida el pasado, Rufina—propuso la cabrita Maruja—olvida y perdona de corazón—argumentó—quién sabe si todo fue para tu bien. Ten en cuenta lo funesto que debe ser vivir rodeado de desidiosos y beligerantes con vicios que denigran y tornan facinerosos. ¡Mejor en la cuneta! 

María Encarna Rubio 

 

 

domingo, 27 de julio de 2025

La noche ha llegado


 Descansa, alma mía
la serena noche ha llegado
el susurro del viento está dormido
sobre la tenue luz de luna reclinado.
Las flores descansan sin rubor del sol ardiente
se nutren del frescor amoroso que el rocío les regala 
y en sus pétalos sedosos dormita indolente
la bella mariposa de hermosas alas.
Descansa, alma mía,
descansa hasta mañana.
El viento está dormido,
la luna calla.

María Encarna Rubio

 

sábado, 21 de junio de 2025

Los delirios de la araña Tiesa

 


 La araña Tiesa tenía delirios de impotencia. Su vida había transcurrido feliz, despreocupada hasta ahora. Nació de familia ordenada y muy próspera, pensaba ella que siempre sería así y que no habría problema a la hora de tender sus hilos en las ramas del ficus centenario donde había crecido en el confort y la abundancia. Los insectos que quedaban atrapados en sus redes siempre estaban nutridos de buenos elementos en sus jugos y sus fibras. Al parecer, según había escuchado los comentarios del abejorro Rurrupo y su hermano Charrupo, se avecinaban tiempos de cambios y carencias, estaba previsto que al ficus centenario le harán una poda exhaustiva y lo dejarán sin ramas. 
¡Pobre Tiesa! Estaba atacada de los nervios. No sabia qué hacer, si esperar a que todo suceda y después mirar la solución, o buscar otro ficus donde instalar sus redes de cacería.
Estaba sumida en sus cavilaciones cuando acertó a pasar por allí el búho Caroncio. Nada más verla pensó que algo le estaba robando el sosiego, dado que su semblante relajado de  ordinario, presentaba un aspecto desencajado y meditabundo. 
—¿Tienes algún problema, Tiesa? —La interfirió con su acostumbrada amabilidad al dirigirse a la araña, guardaba las distancias con precaución, pues Tiesa se alteraba a la más mínima y sus picaduras eran letales.
—¡Sí, Caroncio! —Argumentó de modo lastimero—se acerca el tórrido verano y hasta mí han llegado rumores de la poda exhaustiva de ficus centenario. 
—¡Santo cielo! —Exclamó Caroncio consternado. —A quién se le puede haber ocurrido semejante felonía.
—Según han dicho fuentes fidedignas al señor alcalde—adujo Tiesa, que tenía todas sus patas entrelazadas tal como hacía cuando algo la dejaba estupefacta.
—¡No me extraña! —Escupió Caroncio con pico torcido por el asco.—Es un patoso con cabeza de perro que nada coherente puede deducir—dijo—y añadió en un exabrupto—merece que claves un buen taladro de tu veneno y lo mandes a otro lugar a pasar el verano. 
Tiesa quedó en estado pensativo... 
La solución mañana.
  

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...