LA BRUJITA ANSELMINA
La brujita Anselmina vivía feliz en su casita de caramelo a la orilla del río.
Soñaba con pajaritos, pues era una brujita buena.
Quería comprar un barquito para pasear a los niños por el río.
El búho Caroncio, que era muy sabio, le quería ayudar y le daba buenos consejos:
—Mira, Anselmina, —le decía—, si llevas niños al río, antes, enséñales a nadar. Y les pones chaleco salvavidas. El río es peligroso cuando pasas por los rápidos.
Anselmina quería mucho a Caroncio, le invitaba con frecuencia a su casita de caramelo a comer tarta de chocolate.
Caroncio le decía que a él, más le gustaba comer a un ratoncito saltarín del bosque.
A la brujita Anselmina no le gustaba que Caroncio comiera ratoncitos del bosque y lloraba.
Caroncio le cantaba canciones para que riera y comía de la tarta de Anselmina.
¡Canta canciones, Caroncio!, le decía dando saltos de alegría.
Y Caroncio, con su pico retorcido y sus ojitos saltones, pasaba el día riendo y componiendo canciones:
¡Ven aquí, brujita buena!
Y bailemos este vals
Que los ratones del bosque
Nunca más voy a tragar.
Comeré polvo de estrellas
Rocío de la mañana
Tú y yo iremos tras ellas
Y las pondré en tu ventana.
Esa ventana florida
A la que tú te asomabas
Cuando amanecía el día
Y tus cabellos peinabas.
Y tan amigos quedaron
Que siempre al salir el sol
Caroncio viene y le canta
Tiernas canciones de amor.
María Encarna Rubio González
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