domingo, 22 de octubre de 2017

TODO ERA UN SUEÑO

El vecino de Anyi se había propuesto convertir la vida de ésta en un infierno: de madrugada, y sabiendo que todos los sonidos se filtraban a través de las paredes, hacía prácticas con su piano sin ningún sentido de armonía ni orden musical. La pobre aguantaba paciente, no quería denunciarlo por si frustraba a un futuro genio. Día tras día, aguantaba aquella tropelía viendo que, de seguir así, sus nervios se iban a destrozar.

Quizá coincidieran en la escalera, pero ella, no conocía a la persona que todas las noches la martirizaba de aquella manera desconsiderada. Estaba planteándose cambiar de piso y de barriada, cuando la mano del destino se puso a trabajar por ella: por motivos de trabajo tendría que estar fuera de la ciudad cierto tiempo. Preparó su traslado de inmediato y cerró su apartamento hasta nueva orden.
Transcurrió algún tiempo y concluido su cometido en el lugar de operaciones se dispuso a regresar a su anterior residencia. Tenía la esperanza de que su vecino se hubiese trasladado a vivir a otra parte, o por lo menos, que hubiese aprendido a tocar bien su instrumento.

El primer día, nada, silencio absoluto. El segundo igual. Ya estaba convencida de que todo iba a ir bien, cuando, una noche, empezaron las notas de la composición de (Schubert) «Serenade»  a volar por el espacio de su dormitorio. Su subconsciente que predominaba en el instante, le hizo creer que levitaba, y que una nube de mariposas la transportaban hacía el exterior por la ventana entreabierta al son de la dulce melodía. Ya la amanecida se vislumbraba en el horizonte. Un cielo azul profundo con destellos bermellón... Y, de pronto... Cesó la melodía. Huyeron las mariposas al son de las notas solemnes y misteriosas del violonchelo. El  «Adagio» de (Sebastiam Bach), despertó el consciente de Anyi que poniendo sus manos en torno a su boca a modo de bocina, gritó:
¡Por favor, sigue tocando la anterior! 
  
Volvió el silencio. Una maravillosa voz de soprano cantó:

Siente el calor de mi cuerpo desnudo
entre sábanas tersas
con aromas de espliego y lavanda.

Besa mi boca,pero no te apresures.
Deja que antes me nutra de tu aliento.
Deja que adivine el fuego de tus ojos entornados.
El mundo desaparece cuando cierro los míos.
Ya solo existimos tú y yo.

M.E.Rubio González





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