Con sus cuatro patas bien afirmadas al suelo, con contundencia, cómo, esperando soportar con la fuerza de un coloso el enorme peso de unas posaderas descomunales sobre su asiento cuadrado. Almohadillado, para ofrecer comodidad y confort . El respaldo amplio. Diseñado para acomodar a unas espaldas generosas. Acogedor para el descanso del sedente de turno.
Por ahora, mi silla está vacía. Una cartera portafolios descansa sobre su asiento. A la espera de ser transportada y portadora de libros y accesorios para el trabajo del aprendizaje: láminas ilustradas, mapas, lápices, y demás material necesario. La miro. Observo su tamaño algo voluminoso para ser discreto. No pasaría desapercibida tampoco por su color. De un marrón fuerte, se la distingue a larga distancia.
--¿Qué vendes? --Me preguntan las vecinas cuando me ven con ella por la calle con acento socarrón.
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