La fuerza del vendaval formaba nubes de arena. Las olas eran torbellinos que arrasaban las algas acumuladas en la playa. El mar bramaba, sacando desechos a la orilla.
No recordaba León un noviembre tan invernal. No cesaban las tormentas, una cesaba, otra aparecía dejando menguada la anterior.
A pesar de la lluvia y el viento huracanado, él, gustaba pasear por los acantilados haciendo guiños al peligro y plantaba cara al viento.
Cuando el mar rugía, su sinfonía sin espacios ni silencios, le subyugaba. Oía notas sublimes y componía fantásticas melodías imaginando días de sol con tormentas repentinas. Veía en su fantasía bailar a las olas envueltas en brillos de plata. Quedaba prendido de la fuerza de los elementos naturales con la mirada prendida en el horizonte.
Ese día, envuelto en su abrigo y su bufanda, sacaba notas a las olas, cuando de pronto, la vio. Estaba al borde del precipicio. Su silueta se movía insegura a merced del viento. Parecía querer lanzarse al vacío para sucumbir en el abrazo con las olas...
-¡Nooo! Gritó. Grito que fue silenciado por los bramidos de las olas y lo gemidos del vendaval.
Se dispuso a salvar a la joven de larga melena y traje de estrellas. Sacó su dulzaina y fue desgranando las notas sacadas del mar y del viento. Luchaba por darle un halo de vida, un sueño de amor y esperanza.
La joven lo miró y cayó en sus brazos abiertos que fuerte la abrazaron...
-¿Por qué quieres acabar con tu vida? -Le dijo. ¡Eres tan bella! Jamás vi una mirada tan pura ni una sonrisa tan dulce...
Ella, con voz muy queda le dijo:
-Yo no puedo quitarme la vida. No soy humana. Sólo soy un sueño, una quimera de seres que buscan plasmar lo sublime en un pentagrama. Que tocan dulzainas en noches de otoños que el viento se lleva..., se lleva las hojas que han perecido después del verano, habiendo nacido en la primavera...
-Yo no puedo quitarme la vida. No soy humana. Sólo soy un sueño, una quimera de seres que buscan plasmar lo sublime en un pentagrama. Que tocan dulzainas en noches de otoños que el viento se lleva..., se lleva las hojas que han perecido después del verano, habiendo nacido en la primavera...
Música soy yo, ¡Música de palabras, de amor, en la noche..., en el viento! Me materializo en noviembre y espero..., espero al humano que quiere salvarme del mar y del viento componiendo notas que forjarán ilusiones, sueños y esperanzas a los enamorados unidos con besos apasionados. A mí, "sinfonías por siempre"
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