Mece que mece,
en la mecedora,
así se divierte
la abuelita Dora.
Sus piernas cansadas
apenas las siente
bajando y subiendo
por una pendiente.
Ella que jugaba
saltando a la comba,
nunca se cansaba,
era una tromba.
Ahora se mece
en su mecedora,
así se divierte
la abuelita Dora.
También lleva lentes
para ver mejor
y pasa los días
regalando amor.
Cuando era niña
también se mecía
y mece que te mece
pasaba el día.
María Encarna Rubio
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