Miro con desconsuelo
a través de mi ventana
la lluvia que lava el suelo
y no ha lavado mi alma.
El torrente en la calle
pasa sin tregua, pasa y pasa,
lava el asfalto del polvo...
El tejado de mi casa...
Se olvida de mi desidia,
mis miserias no las lava.
Quiero que la lluvia entre
hasta el fondo de mi alma
y se lleve mis angustias
en torrente de agua clara
para que tenga en mi vida
la serena y limpia calma.
¡Vivo sin vivir en mí!
Decía la ilustre Santa.
Ella lo hacía por Dios...
¡Y yo...Lo hago por nada!
María Encarna Rubio
Excelente poema, Doña Encarna. Ha sido un placer conocerle y poder seguirle, le conocí gracias al profe Carlos Herreras. Leí su comentario. Saludos
ResponderEliminarSaludos. Gracias por comentar.
ResponderEliminar