domingo, 6 de diciembre de 2020

Una aventura de Perolo

 



 



 Perolo salió a inspeccionar por el bosque. Halló una linda casita que no estaba deshabitada y se alegró mucho.
 Corrió a escabullirse y se introdujo dentro sin ser visto. Andaba cauteloso como siempre, sin hacer ningún ruido. Vio una puerta entreabierta y entró en la estancia.

 Estrella vivía en aquella casa. Daba saltos de alegría. Había venido de visita su abuela Vitarmina. 
Estrella la quería mucho.
—¡Cuéntame un cuento, por favor abuelita!  —le estaba pidiendo con una gran sonrisa.
—Vale, te contaré un cuento —pero tú a cambio tendrás que comerte toda la merienda.

Y la abuela, muy concentrada, dio comienzo a su relato:

En un país muy lejano, vivía Cándida, una niña muy bonita que tenía unos poderes que nadie sabía, pues ella lo ocultaba muy celosamente. 
Sus padres la encontraron abandonada en una cueva del bosque. La criaron sin decirle nunca que en realidad no eran sus padres. No querían hacerlo hasta que fuese mayor. Ellos no tenían hijos. Tenían miedo de que quisiera marchar en busca de sus verdaderos padres.

Un día que Cándida salió a buscar setas al bosque con sus amigas. Encontraron una cueva que les pareció maravillosa. Tenía una pequeña fuente que manaba de lo más alto haciendo una cascada.

Todas las niñas quisieron beber agua del remanso. Cándida les dijo que no bebiesen, pues el agua era fruto de un encantamiento de la bruja Endredos, que quería atrapar niños para hacerlos sus esclavos.

¿Y tú por qué lo sabes? —le preguntaron las amigas.
Porque veo todo en el espejo del agua. Estoy viendo muchas historias que otro día os contaré.

Cuando Cándida volvió a casa de sus padres adoptivos les dijo que sabía toda la historia. Que ella había sido abandonada por la bruja de la cueva: lo había visto en el agua del remanso. 

Les dio las gracias por todo el amor que le habían dado y que les quería tanto que nunca los abandonaría.


 Al día siguiente, decidieron volver a la cueva. Esta había desaparecido. Cándida con su amor y su aceptación de sus padres adoptivos había roto los poderes de la bruja.

—¡Qué bonito! —Me ha encantado, abuelita —dijo Estrella complacida.
—Este cuento tiene moraleja: el amor tiene tanto poder, que rompe todos los maleficios que provoca el mal.

Perolo escuchó el cuento con mucha atención. 
Cuando la abuelita de Estrella hubo terminado, él escapó corriendo a buscar a la gatita Rufina para contárselo.

 A ella le hacía falta escuchar cuentos de la abuelita Vitarmina para aprender a olvidar que fue abandonada. Llenar su corazón de amor por  los que ahora la quieren. 

María Encarna Rubio 
 

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