Dora, Dora la abuelita soñadora.
Tiene en su corazón
acordes de acordeón.
Cuando era jovencita
corría por la campiña
pasturando su cabrita.
Corría tras sus amigas
jugando a corre que te pillo
y cantaba sus canciones
sin rimas ni estribillo,
y pasaba días y días
con puntillas a bolillo
que ella misma hacía.
Ahora que no tiene cabra
para sacar a pastar,
ni tiene ya su casita
en medio del olivar
se mece en su mecedora
y se dedica a soñar.
Sueña que te sueña y sueña
que un hada la va a encantar
y volando por los montes
a un mundo la va a llevar
al país de la abundancia,
de la luz y de la paz
donde no existe la envidia,
ni el odio, ni la maldad.
Dora, Dora, Dora,
nunca dejes de soñar,
esa hada ha llegado...
El milagro hecho está.
En el corazón de un niño
allí lo has de buscar.
María Encarna Rubio