sábado, 21 de junio de 2025

Los delirios de la araña Tiesa

 


 La araña Tiesa tenía delirios de impotencia. Su vida había transcurrido feliz, despreocupada hasta ahora. Nació de familia ordenada y muy próspera, pensaba ella que siempre sería así y que no habría problema a la hora de tender sus hilos en las ramas del ficus centenario donde había crecido en el confort y la abundancia. Los insectos que quedaban atrapados en sus redes siempre estaban nutridos de buenos elementos en sus jugos y sus fibras. Al parecer, según había escuchado los comentarios del abejorro Rurrupo y su hermano Charrupo, se avecinaban tiempos de cambios y carencias, estaba previsto que al ficus centenario le harán una poda exhaustiva y lo dejarán sin ramas. 
¡Pobre Tiesa! Estaba atacada de los nervios. No sabia qué hacer, si esperar a que todo suceda y después mirar la solución, o buscar otro ficus donde instalar sus redes de cacería.
Estaba sumida en sus cavilaciones cuando acertó a pasar por allí el búho Caroncio. Nada más verla pensó que algo le estaba robando el sosiego, dado que su semblante relajado de  ordinario, presentaba un aspecto desencajado y meditabundo. 
—¿Tienes algún problema, Tiesa? —La interfirió con su acostumbrada amabilidad al dirigirse a la araña, guardaba las distancias con precaución, pues Tiesa se alteraba a la más mínima y sus picaduras eran letales.
—¡Sí, Caroncio! —Argumentó de modo lastimero—se acerca el tórrido verano y hasta mí han llegado rumores de la poda exhaustiva de ficus centenario. 
—¡Santo cielo! —Exclamó Caroncio consternado. —A quién se le puede haber ocurrido semejante felonía.
—Según han dicho fuentes fidedignas al señor alcalde—adujo Tiesa, que tenía todas sus patas entrelazadas tal como hacía cuando algo la dejaba estupefacta.
—¡No me extraña! —Escupió Caroncio con pico torcido por el asco.—Es un patoso con cabeza de perro que nada coherente puede deducir—dijo—y añadió en un exabrupto—merece que claves un buen taladro de tu veneno y lo mandes a otro lugar a pasar el verano. 
Tiesa quedó en estado pensativo... 
La solución mañana.
  

sábado, 7 de junio de 2025

La gallina Teodora


 La gallina Teodora estaba sobrepasada, no salía de su asombro, todos sus pollitos estaban naciendo al mismo tiempo.
Era madre primeriza y no sabía qué hacer, si llevarlos primero al río para que aprendiesen a nadar o directos al comedero para enseñarlos a comer. 
Mucho le costó, pero decidió pasar por el gallinero de su amiga Picachata para pedirle consejo, ya que era gallina con mucha experiencia en criar pollitos y lo hacía con mucho acierto.

Teodora sufrió mucho por el camino, ya que sus pollitos salían corriendo en desbandada y no había manera de controlarlos. Les azuzaba con el pico, los sujetaba con las alas, pero no conseguía nada. En el colmo de la desesperación decidió dejarlos ir donde quisieran y marchar sola casa de su amiga. Cuando los pollitos observaron que mamá se alejaba sin ellos entraron en pánico y corrieron en tropel tras ella sin alejarse ni un momento.

Así fue que Teodora aprendió que sus pollitos tontos no eran, y que sabrían cuidar de sí mismos sin que ella tuviese que tomarse más trabajo del necesario. Si se excedía en protegerles no les haría ningún bien, pues descuidarían sus responsabilidades pensando que mamá se ocuparía de todo siempre.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. 

María Encarna Rubio 


 

MAMÁ OSA PERIPITOSA

En la casita del bosque todo iba bien. Las gallinas ponían sus huevos en una cesta y mamá osa los llevaba al mercado. Sería bonito pensar q...